Tenemos un pueblo. No es demasiado común, pero puede pasar que tengas un pueblo. Un pueblo es algo que te acompaña toda la vida, que te define, que está contigo, que no son ni tus padres, ni tu familia, ni un paisaje, ni un calor, ni un frío, es un pueblo. Es todo y es la infancia y es la juventud y es aburrirse en las siestas y es no despegarte de unos recuerdos que son tú. No todos tenemos un pueblo. Hay quien tiene pueblo y no quiere. El pueblo de tus padres te persigue y te alcanza, si quieres. Si no quieres, no. Pero si lo hace, tú eres tú, tu vida, tu trabajo, tus amigos, tus manías, tus gustos, tus fobias, tus contradicciones y el pueblo. Yo este año no he ido a mi pueblo por Semana Santa, pero sí que he ido al pueblo de otro. Y en el pueblo de otro reconoces a tu pueblo y lo que tú sientes por tu pueblo y aunque esté en Burgos y no tenga nada que ver, tiene que ver. Si quieres. Vamos al pueblo del Nacho. ¿Qué Nacho? Nacho, el de la Eu. ¿Qué Eu? La de la Marga. Vamos once personas que se han puesto de acuerdo en ir a Villamayor de los Montes y se han puesto de acuerdo en poco más. Aunque no todos nos conocemos desde hace mucho ya nos conocemos mucho y sabemos cómo somos y que no a todos nos gusta lo mismo. No hemos planificado o sí. No me he querido enterar. En definitiva, nos vamos a pasar los días de la Semana Santa a Villamayor de los Montes, situado a unos 30 kilómetros de Burgos, lo que me da tranquilidad al estar cerca de una gran ciudad y dar por sentado que podremos ir a una ciudad y no estar al albur de las excursiones campestres que afean cualquier estancia en cualquier parte si es que no vas a tu pueblo tuyo donde ya sabes que no hay paseo que valga. A lo que vamos. El viaje hacia Burgos se hace de tarde noche y no pillamos caravana. El desconocimiento de la ruta nos hace marearnos un poco en la consabida trampa de Fraga, pero lo resolvemos bien. No conduzco. Dato importante. Conseguimos llegar a Corella, Navarra, para cenarnos un bistec de ternera. El Madrid está arrasando al Barça en la tele. No consigo entender si al del bar le gusta el fútbol o no le gusta o no quiere decir si es o no es. Nos vamos. Llegamos de noche noche al pueblo. El último tramo del viaje tiene como banda sonora el top de la música esa que no. Distraído, descubro que el cantante de Zoo y el de Ciudad Jara son hermanos. Llegamos a la casa, repartimos las habitaciones y el privilegio de estar casados pesa para tener una buena habitación hasta que descubres que la habitación da a la plaza y en la plaza un campanario y en el campanario una campana que CADA PUTA HORA hace tolón tolón y no me va a dejar dormir ni una santa noche. Digo cada hora y no digo cada cuarto de hora. Toda la noche, en definitiva pendiente o no del reloj. En fin. Primer día. En mi cabeza se mezclan días y lugares, pero creo que podré hacer un relato más o menos pormenorizado de cada día aunque confunda Covarrubias con Briviesca. Lo haré. Burgos, primer día. Damos un paseo primero por el pueblo, visitamos la iglesia, visitamos el convento de las Hermanas, nada más entrar le pregunto a una monja que de dónde es, por el acento, es de Sevilla, al cabo de un rato otra hermana nos está explicando el significado de las pechinas del suelo, alguien cuenta que la hermana les ha dicho que 'no hay nada más bonito que ver morir a una monja'. A Burgos, insisto. La ciudad de Burgos me decepciona un poco, porque uno espera que una ciudad con tanto nombre tenga un casco antiguo que haga honor a su maravillosa catedral. Pero no, el casco antiguo se limita a unas muy pocas calles. La calle San Lorenzo es la calle de los bares y allí encuentro y encontramos un acomodo cierto. Raciones, bebidas y aclimatación al ambiente. Nos habían dicho que por las noches hacía un frío de menos tanto y no es para ídem. Raciones, bebidas y una cojonuda. Vamos a los bares que Gorka nos aconseja desde la distancia. Me intereso yo también por las pegatinas de las tuberías. Veo la de Burgoslavia. Comemos en vaso y nos vamos a tomar algo a otro sitio que se llama La Figa Ta Tía, un sitio muy bonito, pero en la terraza hay una pareja con dos perros a los que se dedican a incordiar y hacen la estancia algo insoportable. Seguimos dando un paseo por la ciudad porque el objetivo, mi objetivo, es contemplar la procesión del Encuentro. La Virgen y Jesús se encuentran, hacen una pequeña danza y siguen cada uno por su lado. Finalmente la procesión y el encuentro es a las nueve de la noche por lo que tenemos tiempo de subir al castillo y de tomarnos una incluso en El Patillas, local bizarro del que me quedo con ganas de más. Vemos la procesión y absolutamente destrozados nos vamos a Lerma a cenar. Lerma tiene también fama de ser muy bonito pero no vemos nada porque es de noche. A dormir hecho cisco. El día siguiente es de periplo burgalés. Los fascistas. Los fascistas son unos auténticos hijos de puta. Los fascistas, el fascismo es implacable. El fascismo es tan aberrante, tan siniestro, tan malvado, que es capaz de irte a buscar hasta Bañuelos de Bureba para apresarte, sacarte los dientes, las uñas y pasearte para dar una lección. ¿Han ido alguna vez hasta Bañuelos de Bureba? Imaginen cómo sería ir a Bañuelos de Bureba en 1936. La voluntad del mal, de la maldad, de ir hasta Bañuelos de Bureba y coger al maestro del pueblo, Antonio Benaiges, para torturarlo y matarlo porque era rojo. Ir hasta allí con una camioneta para matar al maestro. El fascismo es eso. Implacable. Mucha gente piensa que todo es fascismo. Esto es fascismo. El fascismo es no soportar que en Bañuelos de Bureba haya alguien que piense diferente y matarlo. Habrá que pensar en comer. Nos plantamos en Briviesca y en un bar cualquiera nos pedimos unas raciones. Nueva comida en vaso. Briviesca está bien. Nos vamos a Oña. No caigo en Oña hasta que no me dicen Oña. Don Fernando López de Oña. Hace años, muchos años, Don Fernando López de Oña salió de un caserío del País Vasco para emular a los grandes conquistadores, pero su vida se consumió sin haber conseguido nada, ningún objetivo de los que se marcó. Oña debería ser su homeland. Pero en el relato no aparecía Oña. Oña es muy bonito. A orillas del río Oca. Tiene un jardín. Y se llama Oña. Así como todo son campos y campos y campos llanos y llanuras y lomas y páramos, Oña ya está en otro lugar. Oña es bien bonito. Finalmente concluimos el día con una cena en casa de la familia de Nacho, opípara, fuerte. Una familia encantadora. Ya os contaré cómo está mi estómago en este momento. Noche, campanas, llega el día. Es el momento de la excursión. Desde Orbaneja del Castillo hasta Villaescusa y volver. A orillas del Ebro. De hecho, llegamos a pasar a Cantabria. Una excursión agradable, pero me noto destrozado. Yo, acostumbrado a caminar, me noto las piernas mal. Cuando conseguimos llegar a Orbaneja de nuevo, todo el objetivo es ir a pillar el coche y beber algo por favor. Lo conseguimos. Una cena casera, un arroz con verduras y a dormir. El día siguiente iba a ser de nuevo una masacre pero la rebelión a bordo se consuma. No puede ser. No es posible otra paliza como esa. Hacemos una ruta por diversos pueblos. Covarrubias y Lerma. Comemos en Lerma. La verdad es que los pueblos son bonitos, tienen algo, sabes que hay mucha historia si te gusta la historia, pero posiblemente no es la historia que te guste. Me explico. Así como en los pueblos de Andalucía la historia se cuenta ahora de una manera diferente, intentando dar un poco más de valor a la presencia islámica, en estos pueblos de Burgos, lógicamente porque la presencia no fue tan continuada, no es y lo que hay es presencia del Cid, por ejemplo. En Lerma está enterrado el Cura Merino, cuya tumba veo en mitad del pueblo por casualidad. El Cura Merino es uno de esos personajes de la guerra de la Independencia que se sublevó contra los franceses, por absolutista en su caso. Y siguió siéndolo hasta el fin de sus días, exiliado en Francia precisamente, al fracasar la guerra Carlista, donde se alistó como ídem. Hemos dicho que hemos comido en Lerma. Sopa castellana que parece que no lleva ajo pero me juran que lleva y yo no percibo el ajo. Pero bien. Y un entrecot espectacular. Con la panza llena nos espera una tarde en el pueblo haciendo tiempo hasta un nuevo asalto gástrico a la madre naturaleza. Nueva cena familiar a base de una alubiada espectacular con todos los avíos. Olla podrida. Tremendo todo. Tremendo. Licores varios. No hemos hablado del bar del pueblo. No hemos hablado del bar del pueblo que funciona como centro de reunión y donde, claro, si eres de allí y 'tienes pueblo' todo el mundo te está esperando y es allí donde ves a la gente y te reencuentras y todo eso. La madre de Nacho funciona como un conector, como si se hubiera ido del pueblo antes de ayer, que es lo que pasa cuando estás en tu ciudad, en tu destino y tienes una parte muy importante, no sé si la más importante, pero es una parte, en otro sitio. En tu pueblo. Dijo Nacho que hay dos familias, una que se te da y otra la que te formas. Compartir con esa otra familia lo que uno es y que eso quizás mueva a otros y otras a reconocer que eso de 'los pueblos' tiene un sentido y una razón, es algo grande. Yo ya he estado en Burgos, puedo decir eso. Los antiguos iban a segar a Burgos. Quizás mi abuelo fuera alguna vez. Yo he visto los trigales verdes todavía. No he visto campos de girasol. Un viaje para hacerlo con más calma, con más sosiego, y sobre todo, sin tantísimas cosas en la cabeza como para poder llegar del viaje y decir 'pero qué'. Hemos traído morcilla. Solo hablaré de la morcilla de Burgos en presencia de un abogado. Mira, el Nacho mismo.
Coda. El viaje de regreso consiste en un viaje a Soria, a Paones, pueblecito pequeñito de la provincia, junto a Berlanga de Duero. Naturalmente es mentar Soria y aparecer el Abel. El soriano, el niño de la meseta, Dark. Contacto con él, le digo que voy a estar por ahí, pero los ritmos del Abel son otros y no podemos coincidir. Paones es pequeño, pero bien conservado. Berlanga tiene una iglesia o colegiata enorme. En la pared no han tenido tiempo de quitar el yugo y las flechas y los caídos por España. Que se ve. Compramos torreznos y chorizo y nos dejamos engañar en un restaurante local. Os he dicho que no me preguntéis por mi estómago. Al llegar a Santa Coloma, cenamos Durum.
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