Hoy no, porque hoy ya vamos con prisa, pero me asalta la duda de saber si, después de todos estos días comentando aunque sea muy por encima la figura de Obelísimo Trampantonio y sobre todo su Sonata Número 4, saber digo si todos tenemos claros ciertos conocimientos sobre lo que es la música en si. En sí. Como se diga. La música. ¿Qué es? Sin saber qué es la música, una definición consensuada, creo que no podemos seguir avanzando en este tema, pero como comento, este tema queda más para otro ámbito y para otro nivel.
Dicho esto, introduzcámonos de nuevo en aspectos que parecen pintorescos de la personalidad del maestro Trampantonio pero que a mí, que soy el que cuenta, no me lo parecen pero ni esto. Existe una fotografía de Obelísimo Trampantonio a la llegada a la Catedral de Nevesgordas, donde se iba a interpretar a cargo de la Jovem Camerattína su Sonata Número 4, en la que se le ve especialmente extraño. Raro. Obelísimo Trampantonio, muchos le recuerdan y le pueden seguir recordando porque sigue vivo y lo saben y se hacen los despistados y miran para otro lado, pero no me importa, es un buen bigardo de un metro ochenta y ocho centímetros, de piel blanca como si hubiera estado en incomunicación o trabajando en una notaría y barbas canosas pero bien cuidadas porque es un tanto pejigueras en este aspecto del aseo personal. Una cierta melenita también canosa le da ese aire que parece que acompañe indisolublemente a los músicos, literatos, comentaristas políticos que fueron de izquierdas y ya no son nada porque se han descreído de todo y lo airean con su melena canosa al viento... flaco, terriblemente flaco, ese era Obelísimo Trampantonio. Ese era el maestro y ese sigue siendo el maestro Obelísimo Trampantonio. A veces lo vemos acompañado de su mujer Chelo Santaespina, que otrora fuera integrante de un conjunto de rock progresivo, los conocidos 'Tendencia Élfica' y que con el paso del tiempo se interesó por lo medieval no fantástico sino fanático y adaptó a un lenguaje más actual... uy uy, me voy. Ella era un bellezón de otro tiempo, lo que muchos podrían dar en llamar 'una dama antigua', de estilismos y ropajes que podrían llamar a la befa en otros cuerpos pero que en ella parecían consustanciales. Claros arquetipos ambos, Obelísimo Trampantonio y Chelo Santaespina de personajes de su tiempo, de su lugar, fuera del tiempo y de los lugares. Como quisiera ser yo y usted si se atreviese. Dos personas seguras y con la claridad de ideas que da el saberse en posesión de la razón última, como ya comentamos en el episodio de ayer. Ayer ¿recuerdan?
Obelísimo Trampantonio vivía en aquellos días de representación y presentación de la Sonata Número 4 de ciudad en ciudad, de palacio a odeón, de hotel a parador, de casa del concejal a chalecito del técnico del Länder. Y en muchos de esos viajes la bella Chelo Santaespina no regalaba su presencia majestuosa porque tenía, ella también, que interpretar sus propias obras, como la celebérrima 'Llevásteme al río, trajísteme mojada', que se pudo ver en todos los canales autonómicos de carácter cultural al ser grabada por la Radio De la France.
Sorprende esta imagen de Obelísimo Trampantonio, que no hemos dicho que se publicó en el muy prestigioso Jornal de Succesos, en la que se ve a un Obelísimo Trampantonio muy desmejorado, visiblemente empequeñecido, gordo como una nutria y ataviado con un mostachón y una calva reverencial que vaya usted a saber qué narices pasaría en aquella redacción aquel día o qué mutación sufriera el maestro ante la puerta de aquella Catedral.
Obelísimo era flaco?? En serio? Uy, pues qué poco le pega el nombre, entonces. Menos mal que al final engorda.
ResponderEliminarLa mujer, llamándose Chelo, pega más en una orquesta de cámara que en una banda de rock, qué quiere que le diga. Y resulta difícil, al mismo tiempo, estar en cualquier cosa progresiva llamándose Chelo. A veces parece que nadie se llama como debería. O que se llaman correctamente, pero luego están en el sitio equivocado. Pero con lo de dama antigua ya lo arregla un poco.
Lo que pasa que le confieso que no estoy segura de que sea valor lo que me falta al no querer ser yo así. Mire que igual no se trata de valor, eh?
Ayer lo recuerdo, sí. Recuerdo incluso hace años. Recuerdo aquella vez que yo te conocí, recuerdo aquella tarde pero no recuerdo ni como te vi.
Monsieur, sería un bombazo si usted se decidiera a ponerle música a su aire a la de "Llevásteme al río, trajísteme mojada". Para el próximo concierto igual no llega a tiempo, pero para el siguiente sería la sensación incluso aunque no consiguiera darle esa tendencia élfica que sería lo que requería la canción.
Nada, que feliz jueves, monsieur. Hoy estaremos un poco más ociosos, como ve.
Bisous