Según recogía el diario Springer Autommisch de Frankfurt, el investigador Jonnhy Delatour fue el encargado de desentrañar el complejo caso de la desaparición de la dulce niña Marianne Fregerech. Considerando que, tras interrogar a diversos sospechosos, aislar a la familia en su domicilio durante días y revisar una y otra vez los archivos policiales, el detective Delatour terminó su investigación señalando al padre de la niña, el señor Gunther Fregerech, importante industrial del sector de la tornillería, como culpable, nos encontramos en la obligación de presentar primero al personaje y después descubrir su error fatal.
Johnny Delatour decía residir en Chicago, donde ejercía su oficio de investigador privado tras haber sido expulsado de la policía de Nueva York por haber contradicho las órdenes de un superior. Allí, según palabras del propio Johnny Delatour, había colaborado en la detención de unos ladrones de guante blanco que habían robado en una mansión, también había participado en el curso de la investigación que se inició tras el sospechoso cierre de una cadena de hamburgueserías locales de un día para otro y que terminó con el empresario encerrado en la cárcel por un delito de apropiación de nosequé. Sin duda, y siempre según Johnny Delatour, había conseguido alcanzar su pico de fama en el terrible caso del asesinato del señor Wu, que Delatour desentrañó con éxito considerando que el señor Wu se había suicidado.
Sin embargo, nadie en Frankfurt ni en la zona aledaña pidió nunca referencias ni consultó diarios de Chicago para confirmar estos supuestos éxitos del investigador, que se ofreció a la policía alemana cuando se conoció el caso de la desaparición de la niña Fregerech. Delatour apareció en la comisaría de policía de Frankfurt y pidió, con su aspecto de clásico y tópico detective norteamericano. Con sombrero de ala corta, un cigarrillo medio caído en sus labios, un traje ciertamente gastado y una media barba de no haber tenido tiempo para afeitarse y ojos de no haber dormido en varios días. La cara de los presentes en la comisaría alemana, a mediados de los años sesenta -esto no lo habíamos dicho-, tuvo que ser memorable.
Los policías le escucharon, se creyeron que venía de donde venía y le dejaron actuar. Y cuando al cabo de varios meses de investigación, Delatour consideró que había sido el propio padre de la niña quién la había matado, los policías encontraron, con el comisario Wiedernmayer a la cabeza, su investigación impecable y las pruebas irrefutables.
Sin embargo, nadie cayó en la cuenta de que Delatour se expresaba en un excelente alemán, con cierto acentillo berlinés. Nadie tampoco se extrañó de que Delatour desapareciera de la escena y no se volviese a saber de él. Todos pensaron que había regresado a Chicago, y ahí se quedó la cosa.
Ahora, recientes noticias descubiertas a raíz de un extraño accidente de coche en una carretera malagueña en la que un anciano alemán, nos han vuelto a traer a la luz la figura de Deletour. El fallecido en una de las curvas de la carretera que une Mijas con Málaga, un alemán de unos ochenta años llamado Hans Dernhaus, conducía bajo los efectos del alcohol, encontrándose una botella de whisky en la guantera del coche. En el radiocasette del coche, sonaba música de jazz. El coche era un Chevrolet. Hans Dernhaus correspondía enteramente a la personalidad de Delatour. Enviada la ficha de Dernhaus a Alemania, se descubrió que éste había sido un actor de muy cuarta fila que había sido apartado de muchos rodajes por empecinarse a hacer de detective cuando la película iba de romanos, por ejemplo.
El señor Fregerech, sin embargo, cumplió su condena igualmente, eso sí.
Pero hombre, dando tanto el cante tenían que atraparlo tarde o temprano. Es que en las de romanos ya era mucho mojazo.
ResponderEliminarFeliz comienzo de semana
Bisous
Robert Mitchum, me encanta. Estos casos son los no resueltos pwro vieron la luz. Muchos hay que ni eso. ¿Crímenes perfectos?
ResponderEliminarFeliz semana