Más de ‘Espantosas escenas en la vida de Quirino Barrantes’,
de Benito Repojo Ostiz, relato galardonado con el IIIVIII Premio… tal y cual.
Sigamos, que esto se ha puesto interesante.
‘Encontraron a Facundo Kohlthenberg muerto, y muy muerto.
Alguien se había preocupado de vaciarle las cuencas de los ojos, de hacerle una
raja en la frente de punta a punta y en horizontal, de abrirle la barriga y
sacarle las tripas, meterlas luego en una olla y dejarlas hervir, introducirle
una botella de vino por el ano, machacarle el miembro viril con un martillo y
arrancarle los dientes con unos alicates. Todo eso sucedió ya con Facundo
fallecido, según dictaminó el médico forense así como los policías y guardias
civiles que acudieron a ver qué había pasado por allí. No tardaron ni dos horas
en personarse unos números de la benemérita en la casa de la prima Poli. Al
parecer, alguien en el pueblo había visto a Poli entrar en la casa de los
Kohlthenberg y rápidamente habían ido con la información a las fuerzas de
seguridad. Junto con los números de la guardia Civil, iba una inspectora, la
agente Galarreta, de la brigada de homicidios, que fue la encargada de dirigir
la investigación y el interrogatorio. Llamaron a la puerta y fue el niño Jonás
el que les abrió. ‘Pasen, pasen’, dijo sorprendentemente el niño, sin preguntar
a qué venían. La prima Poli estaba envasando comida en tuppers y en una de las
mesas de la cocina había colocado calzoncillos y calcetines muy bien ordenados.
Parecía que supiera que iban a venir a por ella. Los agentes entraron en la
cocina, se identificaron y preguntaron a Poli si podía decirles dónde estuvo la
noche anterior. Ella contestó lo siguiente:
-
Como ya saben, estuve en casa de Facundo
Kohlthenberg, pero no estuve presente cuando fue asesinado. Yo me fui y le dejé
un presente que había encontrado en el campo. Llegué a mi casa casi a las doce
de la noche. Si quieren alguna prueba al respecto, les puedo decir que estuve
viendo un programa de la televisión que habla sobre fenómenos paranormales. Me
gusta ese programa, lo veo todas las semanas y no me pierdo ninguna entrega. Me
gusta verlo aunque buena parte de las cosas que dicen no tienen…
-
Señora, si no le importa, nos gustaría saber de
manera cierta si estuvo aquí o no, ¿tiene alguna prueba de que estuvo aquí
aparte de su afición por lo paranormal? –interrumpió la agente Galarreta.
La agente Galarreta era una mujer de unos cincuenta años,
con décadas al servicio del cuerpo, que había investigado casos de asesinato
por toda la geografía del Estado. Incluso, había sido asesora de la policía
colombiana y peruana durante tres años. Durante su estancia por aquellas
tierras, sufrió un cambio increíble para quienes la conocieron como una persona
dura, concienzuda y tremendamente práctica y descreída, para descubrir una
suerte de espiritualidad indigenista que hizo que su pelo se soltara y se
aficionara a las ropas anchas y de tejidos siempre naturales de confección
artesana.
- La verdad, agente, es que no tengo prueba
material de esto. No lo podría demostrar, pero aquí estuve. Mi nieto Jonás ya
estaba dormido cuando llegué y no pudo verme.
-
¿Deja a su nieto solo en casa, sin más
protección ni cuidado?
-
Bueno, nadie tiene ningún motivo para entrar en
mi casa para hacerme daño… ¿qué miedo tengo que tener?
-
¿Está insinuando que sí que existe un motivo
para matar Facundo Kohlthenberg? Sea como sea, nos tendrá que acompañar…
-
Por supuesto.
Quirino Barrantes estaba estupefacto. Su prima Poli podía
haber matado al decrépito ricacho del pueblo. Ella salía de casa de Facundo
Kohlthenberg. Él la vio. Y alguien más la había visto y la había denunciado.
Quirino pensó que todo aquello era demasiado evidente. Que su prima Poli no
tenía ningún motivo para matar a Kohlthenberg, pero… cuando pasó junto a los
habituales de la esquina, con su corro eterno de comentarios nadie se molestó
en disimular una mirada escrutadora y casi delatora. Él también estaba
implicado en lo de la muerte, seguro que sí. En esa familia, todos tienen la
cabeza…
Monsieur, desconocía esta vena sádica suya. Debe de ser producto de la descarga de adrenalina durante el concierto.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous