No nos detengamos ahora que hemos cogido carrerilla. Un
nuevo episodio de las ‘Espantosas escenas en la vida de Quirino Barrantes’, de
Benito Repojo Ostiz.
‘Quirino Barrantes tuvo que sentarse inmediatamente después
de escuchar que aquel vejete, aquel señor mayor, se llamaba Jonás. Pero no es
que se llamase Jonás, también pensó Quirino Barrantes que aquel vejete era
Jonás. Era el niño Jonás. ¿Cómo había llegado a esa conclusión? No tenía
ninguna prueba, pero en cuanto el señor Jonás le dijo su nombre, Quirino asoció
inmediatamente que el niño y el viejo eran la misma persona. ¿Qué era
imposible? Bueno, estaba empezando a pensar que en Villastanza de Llorera ya no
pasaba nada que fuera normal. ‘Barrantes, Barrantes, que vienes del bar y no
hay que beber tan temprano… ¿Quieres una tostada, o un bocadillo o algo a ver
si echándole masa a la barriga…? Bah, te va a dar igual. No vas a salir de
aquí’. Quirino Barrantes notó como de repente se le pasaba el mareo, el
malestar, el atontamiento. ‘Un momento, un momento, cómo que no voy a salir de
aquí… Jonás, déjate de tonterías que vengo del bar pero no vengo tan atontado’.
Quirino Barrantes, que estaba sentado en un sofá, intentó incorporarse para que
su discurso impusiera al vejete que se había situado delante de él, sentado en
una silla. El señor Jonás estaba vestido con una bata de color granate, gruesa,
y debajo de ella llevaba un pijama de color azul celeste. A Quirino le llamó la
atención que tanto el pijama como la bata llevasen bordado a la altura del
pecho un escudo. Y ese escudo él creía haberlo visto en alguna parte. 'Te voy a contar una cosa que te va a gustar mucho, Quirino. Te voy a contar cómo mataste al pobre Facundo Kohlthenberg. Pero te voy a contar que no lo mataste ayer o antesdeayer, que ya ni yo sé en el día en el que vivo. Te voy a contar que mataste a Facundo Kohlthenberg muchas veces, desde hace muchos siglos, desde que ellos vinieron aquí para terminar con nosotros y nosotros, gracias a la Aurora, gracias a la maravillosa Aurora, conseguimos seguir aquí. Y nunca, nunca podrán terminar con nosotros, porque nosotros somos de una manera distinta, ya lo sabes, que con esa cabeza que tenéis vosotros y esa cabeza es producto de mi fe en que las cabezas deben no estar siempre centradas y que en esas cabezas...'
A medida que Jonás, que el señor Jonás iba hablando, Quirino Barrantes fue notando que la fisonomía del vejete iba cambiando. Que a veces le daba la impresión de estar delante de alguien muy parecido a su prima Poli, que otras veces el señor Jonás no dejaba de ser una especie de fantasma de las navidades del futuro de Áureo 'Eldorado', que cuando hablaba notaba algo en su tono de voz que le hacía recordar a alguien muy cercano. No lo quería pensar pero ese alguien parecía su padre. Y había veces en las que ese señor mayor parecía eliminar de su rostro las arrugas y la barba y cierta lentitud general de movimientos para transformarse en un chiquillo que delante de él le estaba contando un gran misterio. Un misterio de su familia, un misterio del pueblo al que nunca debió haber vuelto. Por un momento, fue sólo un instante, pensó en agarrar algún objeto contundente, lo que fuese y terminar con la vida de aquel Jonás. 'Ah, si, claro, quieres matarme. Ya me has matado otras veces, Barrantes, no te atormentes. Si me matas ahora, me tendrás que volver a matar más adelante. Pero bueno. Vamos a hablar de tu prima Poli'.
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