Es una pregunta que ya nos hemos hecho. ¿Qué es el Blues? El blues es perder. El blues es pérdida. Que BB King cante lo que quiera, que haya canciones como Hoochie Coochie Man, da igual. Es blues, pero no es el blues. El blues es perder.
El festival Santako in Blues, el heroico festival Santako in Blues, se puso en marcha el pasado viernes en su tercera edición, con una velada en el Auditori en la que se dieron dos actuaciones, la del Predicador Ramírez y la de A Contra Blues. Dos maneras de entender un género y dos formas de hacer Blues. Una jocosa y divertida, un blues juguetón en el que se tira de bases conocidas y ritmos sabidos, con letras divertidas y pícaras, como las que interpretaba el Predicador Ramírez. Un blues que divierte, en el que esperas el solo de guitarra, la broma de un Predicador Ramírez con patillas, bigote, pero no barba, y los solos a la armónica de un mito de la música colomense, del que no recuerdo su nombre pero que es el chico que hace mil años tocaba con la Incombustible. Sea como sea, este primer concierto fue una manera estupenda de comenzar un Festival en el que se cuenta con un público militante, un público enfundado en unas camisetas que se han convertido en una forma de identificar a los que son, de los que no son. Yo no soy, no me la he comprado. Sólo eran 4 euros.
El blues es perder. El festival comenzó con una presentación a cargo de las autoridades locales. Hay un bate de baseball esperando a romperte las piernas. Hay una ostia que todavía no te han dado. Y poco a poco esa ostia, esa torta, te la llevas. Durante la presentación, la alcaldesa, haciendo un alarde, cuenta la anécdota archiconocida en la que Leroy Johnson vende su alma al diablo para tocar mejor... ¿Leroy Johnson? Hemos escuchado todos Leroy Johnson. Pregunto. ¿Leroy Johnson? Se ha arriesgado demasiado. ¿Leroy Johnson? efectivamente, Leroy es el segundo nombre de Robert Johnson, Robert Leroy Johnson. Ha dejado la trampa colocada y el periodista con ganas de chafar guitarras se ha lanzado en plancha. Touché. Batazo en toda la cara. Medio atontado por el golpe, disfruto del concierto con mi joven hermano. Hay mucha gente, gente que en la edición anterior no estuvo, otra gente que, como digo, está absolutamente entregada. Leroy Johnson. Vaya gol.
Eso es perder. El Athletic de Bilbao jugó el sábado contra el Real Madrid. El Athletic jugó muy bien. Comenzó perdiendo, ya sabes que el Athletic va a perder, pero empezar en el minuto dos palmando, descorazona. No te rindes, el Athletic empató. Jugamos muy bien, los tenemos ahí, fallamos, perdonamos, pero estamos ahí. Nos marcan dos goles seguidos y en la segunda parte un cuarto. Hemos jugado bastante bien, hemos hecho muchas cosas. Pero los otros, sin hacer nada, estando ahí, ganan. Perder. Es un blues.
El segundo concierto del viernes era de A Contra Blues. Me habían hablado muy bien de este grupo. Y la verdad es que le daban. Le daban mucho. Dos guitarras eléctricas, un bajista con contrabajo, una batería con pinta de inglesa que en realidad era de aquí y se llamaba Nuria, y un cantante descomunal que rasgaba una guitarra acústica. Blues heterogéneo, blues con muchas referencias, blues que tiene momentos vibrantes y otros momentos más ligeros. Blues que se permite colar una versión de Triana un tanto 'elultimodelafilizada', o una estremecedora versión de Sinner Man que, sin saber si la ha cantado Nina Simone, sabes que la ha cantado Nina Simone. Blues que se permite terminar con unos bises en los que aparece el Somethin' Else de Eddie Cochran y el Baba O'Riley de The Who. Esta última me vuelve loco. Somethin' Else también, pero la versión es demasiado lenta, al menos para mí.
A Contra Blues sólo tiene una canción propia en castellano, una canción que habla precisamente de perder. Del desamor. De que algo no va bien, algo ha terminado, algo no está. Alguien no está.
El concierto termina con la sensación de haber visto a un muy buen grupo. Las típicas bromas sobre estar sentado o estar de pie en un concierto, cervezas Moritz a dos euros que sientan estupendamente después de una semana de abstinencia, y gente maja con la que charlar mientras se ve el concierto.
El sábado el periodista decide ir también al concierto. Le informan que los Blues Travellers, que vienen de Bilbao, son aún mejores que A Contra Blues. Le ponen dos canciones, no me hacen mucho tilín, pero voy. No hay entradas. El blues es perder. El sábado yo hice el blues.
El blues es perder. El blues es la pérdida. El blues es irte por el carrer Major para casa. Un festival de música y de pérdida.
El domingo, más conciertos. Pero ya no llego a tanto. El domingo los Hule Frappé en el Cinc, demostrando que son demasiado buenos para disfrutarlos. Han hecho una versión de Vetusta Morla, mal asunto.
Como dicen por ahí, gente bonita haciendo cosas bonitas. Gente que quiere que haya música en el pueblo. No se puede perder. Eso sí que sería un blues.
Enhorabuena a la gente de Santako in Blues por el heroico esfuerzo que supone montar un festival de Blues de calidad en nuestro pueblo. Qué siga.
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