No sabría decir,
aunque es fácil mirarlo y contrastar los datos, cuánto hace que vi el primer
concierto de La Mula y la Pa, pero creo que podría decir que hace un año
aproximadamente que les vi en el Cinc y me quedé pasmado. El blues, decía entonces,
me lo preguntaba más bien, ¿qué era el blues? En aquella ocasión, así como en
actuaciones posteriores, La Mula y la Pa, Carlos y Patricia, se presentaban
como un dúo engrasado, en que el repertorio estaba fijado, en el que la fuerza
que transmitían se basaba en un conocimiento de los giros, las bases, una serie
de trucos que hacían que lo que comenzaba como blues se fuese al flamenco y
viniese de nuevo al Delta, sin que sepamos qué Delta exactamente puede ser.
Ayer, en el
Línea, vimos y escuchamos blues. Fue un concierto extraño. ¿Qué es el blues? Es
algo que no deja uno de preguntarse. El blues puede ser muchas cosas y es una
cosa concreta. El blues es algo que tienes que escuchar, que lo tienes hasta
que ver. La interpretación de ayer de La Mula y la Pa fue blues. Otro blues. No
un blues que recupera un repertorio de clásicos añejos y los calca, no un blues
que adapta a un lenguaje determinado y reconocido algo que puede parecer
alejado de la norma. Lo que vimos ayer es otra cosa.
Ayer vimos a un
dúo debatiéndose en plena actuación por el camino a seguir. Un dúo
improvisando, un dúo que tira uno del otro para llevar a buen término un
concierto que puede descarrilar en cualquier momento. Ayer vimos otro blues.
¿Qué es el blues? El blues es, como dice la leyenda, un cruce de caminos en el
que no sabes hacia dónde debes ir, ni siquiera tienes interés real en saber qué
quieres hacer, y alguien que te dice que, muchacho o muchacha, yo te puedo
ayudar, pero me tienes que dar algo a cambio. De alguna manera hay que meter en
el texto la clásica historia del cruce de caminos. Ayer en el Línea, con un
ambiente hostil al que había que sobreponerse e imponerse, La Mula y la Pa nos
ofrecieron otra versión del blues. No un blues de virtuosismo, de erudición, de
sorpresa estilística, sino un blues que se debate por seguir hacia delante,
aunque sea a fuerza de tirar por la borda lo sabido, lo conseguido y lo que
podría ser y recuperar, aunque sea a la vista de todos, la inquietud por lo que
va a pasar con el siguiente acorde, con el próximo cambio, qué va a cantar la
Pa ahora que parece que la Mula ha variado lo que se había acordado en un
principio.
¿El blues es
mejor o peor que otra música? El blues es la música que te acompaña cuando hay
una ausencia, cuando alguien no está allí para hacer palmas contigo, el mejor
blues es el de ayer, quizás, cuando lo que están transmitiendo los que cantan,
los que tocan, es algo que se asemeja a lo que tú tienes. Puedes disfrutarlo
igual agarrado a tu pareja y comiéndotela a besos, o con un pedete que te hace
creer que eres parte también tú de la banda, o sufriendo por que todo salga
bien, que no descarrilen, que no se paren, que el hilo que les une no se rompa
y salte todo por los aires.
Yo quiero ver más
conciertos de la Mula y la Pa, seguir disfrutando con esa visión del blues, del
flamenco, de la interpretación, donde todo parece medido y a la vez cada vez
más parece libre, suelto, sin dirección aparente.
¿El blues debe
tener dirección? El blues lo llevas o no lo llevas. Lo puedes sentir como ayer,
lo puedes sentir como hace un año. Quién puede decir nada. Quién puede saberlo.
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