De la serie 'Frescos Imperiales' del escritor magiar Lajos Hollantai, extraemos el retrato que hizo del conde Arpad Mzsuntal.
'De todos los oficiales del ejército que en aquel tiempo poblaban los bailes imperiales, uno de los más curiosos y que más comentarios despertaba a su paso era el Conde Arpad Mzsuntal. Había combatido en un primer momento en el frente contra los turcos y después pasó a ocupar un cargo de intendencia en la capital, lo que le permitía hablar tanto de la experiencia en primera línea como de los tejemanejes de la vida mundana. Apuesto, galante, pero también franco y directo cuando era necesario, el Conde Arpad Mzsuntal parecía contar con la aprobación y beneplácito de la buena sociedad de Viena, que veía en él un ejemplo de oficial cumplidor, valeroso, atractivo y capaz. Un buen mozo por el que suspiraban las mujeres y algún que otro oficial, un tipo humano con el que aspiraban a codearse muchos de los participantes en la vida social de la capital. En Budapest, no pocos eran sin embargo quienes recelaban de él, puesto que sabido es que quien triunfa no suele ser bien acogido entre los suyos y todos sabemos aquello del profeta en su tierra.
Después de una campaña contra los sublevados balcánicos que siempre ponían en problemas al Emperador, regresó de aquellas tierras uno de nuestros oficiales más nombrados, el Mariscal Joseph Nagy-Szlai. Los bailes se anunciaban y se suspendían ante la posibilidad de que el fiero Mariscal Nagy acudiera a sus salones. En los círculos militares y políticos se hablaba de que el Mariscal había hecho un gran papel sofocando la sublevación y que seguro que le propondrían para quizás el más alto rango del Ejército en tiempos en los que se preparaban guerras con total seguridad. Cuando por fin acudió a uno de esos bailes, se pudo ver al Conde Arpad junto al Mariscal. No pertenecían al mismo círculo pero se les veía en el mismo corrillo. En otro baile, el Conde Arpad pidió bailar a la esposa del Mariscal, la princesa ucrania Ana Kiriliavova. Ambos protagonizaron un baile magnífico. Se sucedían los eventos, los bailes, las recepciones y el Conde Arpad siempre aparecía en el círculo del Mariscal como uno más de su camarilla de amistades.
Muchos daban por hecho que el Conde Arpad era parte de esa camarilla y así, uno de los participantes en una cacería organizada por la princesa Von Petrikant se acercó al Conde Arpad mientras bebía una copa de Tokaij y le preguntó que qué clase de hombre era el Mariscal Joseph Nagy-Szlai. El Conde Arpad, se mostró sorprendido. El interlocutor repreguntó... pensaba que eran amigos... y el Conde Arpad respondió con una negativa apresurada... no, no, no somos amigos... yo... y abandonó.
Sin embargo, hasta que el Mariscal no fue nombrado miembro del Estado Mayor y comandante de las fuerzas imperiales en la frontera rusa no hubo baile o evento al que el Conde no asistiera como si...
Y no.
El Conde Arpad siguió siendo protagonista habitual de los bailes y la vida social vienesa y, pese a todo, consiguió sumar su 'amistad' con el Mariscal, como una de sus bazas, que ya tenía muchas. El amigo del Mariscal.
Cuando estalló la guerra balcánica y fue llamado a integrarse en el cuerpo de Reserva, el Conde Arpad se trasladó a la frontera sur, a una pequeña aldea bosnia en la que los oficiales mataban el tiempo contando aventuras y bravuconadas. El Conde Arpad nunca dejó pasar una noche sin contar alguna de sus correrías con el Mariscal.
Y si le hacía falta o no, quién es quién para juzgar. Pero en fin.
Sobre el final del Conde Arpad no sabemos nada. Sobre el Mariscal Joseph Nagy-Szlai... es otro episodio que...'.
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