jueves, 9 de noviembre de 2017
Federico
Durante el reinado de Federico el Grande, en un pequeña aldea de Brandenburgo, el joven Kasper Maria Von Suellenbeck se alista en el cuerpo de granaderos de su majestad con la intención de guerrear en las guerras. Guerrear en las guerras te servía en aquellos tiempos para escapar de las miserias varias de la vida en Brandenburgo y en el resto del universo. Hoy en día, guerrear en las guerras es una forma de construir la paz, pero entonces no existían esos criterios. Kasper Maria se alista en el cuerpo o lo alistan. Creo que lo alistan. Los documentos están manchados de vino, de grasa, de huellas de dedos de escribientes, de señores, de muchos señores que manosean los documentos, los tratados, los pactos, los legajos. Soy un fiel seguidor de los documentos manoseados y adulterados por tachones, correcciones, falsificaciones e interpretaciones sobre la marcha. No entiendo la letra de esa gente. Están escritos en un alemán que no entiendo. Ni ese ni otro. Federico I el Grande emprende toda una serie de guerras para hacer de su Prusia un reino importante en el concierto de las naciones. A Federico le sucederá un Federico Guillermo. Federicos, Federico Guillermo y Guillermo. Los emperadores prusianos se llaman siempre así. Como en la novela esa de los Buendía. Federico el Grande, Federico Guillermo. Uno de ellos es conocido como el Rey Sargento. Kasper Maria se enrola en uno de esos batallones y participa en una de las campañas contra Suecia. Se llena de barro y de frío y de mierda y de hambre hasta arriba y llega de nuevo a su casa después de todo ese festín de batallas y de gloria con todos los dientes desaparecidos, cuatro dedos menos en las manos y un pie destrozado. Al llegar de nuevo a su casa, recibe una pequeña pensión por parte del recién creado estado prusiano y con ese dinero se compra unos cerdos y consigue casarse con la viuda Amalia Freuenbarther. Amalia Freuenbarther estaba casada con un maromo llamado Guillermo, Wilhem, Willy, que no era prusiano, que no era más que un puerco austriaco que había huido de su país porque no quería alistarse en las tropas de su muy graciosa majestad imperial. Y allí cayó, en aquel barrizal, lleno de cenutrios prusianos, y se casó con aquella mujer para que le dejaran quedarse y un día descubrió que le dolía mucho la garganta y se murió. Y Amalia se quedó viuda con 19 años y no sabía ni cómo era el nombre completo de Willy, nosotros tampoco. Kasper Maria se dedica el resto de su vida a vivir de los cerdos y de su mujer, que trabajará como una mula mientras que Kasper fuma y recuerda las campañas con el emperador Federico. Y a Federico le sucede otro Federico y a éste otro Federico Guillermo y así hasta que hay un Guillermo que pierde una guerra por la mínima y tiene que irse a vivir a otro sitio y ya no habrá más emperadores. Y Kasper Maria todo esto no lo sabe, ni lo saben sus hijos, porque solo tendrá hijas y mueren todas porque su padre se niega a alimentarlas y las deja morir. Y Kasper Maria siempre soñará con nuevas guerras y nuevas campañas y nuevas conquistas, que ya no podrá hacer. Y Federico aprenderá a tocar el piano en compañía de un maestro tan reconocido como Manuel de Falla y con el paso del tiempo, tras intentar esconderse en casa de la familia Rosales, porque cree que allí estará a salvo, es detenido y es conducido al barranco de Víznar. El tal Federico, que no es emperador ni nada, muere fusilado y quizás no sea el aniversario ni la efeméride ni el santo ni estemos convocados a ningún minuto de silencio pero tampoco está mal recordar el dato y preguntarse dónde está enterrado Federico el Grande y dónde está Federico García Lorca si de uno solo podemos contar vaguedades y de Federico quien más quien menos se sabe alguna coplilla.
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