viernes, 24 de agosto de 2018

Cinco días en Vlches. No estás mal, estás bien.

No sé quién dijo esta frase. Como muchas de las cosas que ocurren en las vacaciones sabemos que algo ocurrió pero no podemos más que contar algo parecido a lo que fue. No estás mal, estás bien. Creo que fue sentados en la terraza del Buen Gusto. Es posible que fuera Fabri. Es posible que fuera Rocío. Es posible que fuera alguien.
Vacaciones. Tiempo para huir, para escapar, para marcharnos a otro lugar. Pero Vilches no es otro lugar. No es un lugar para escapar o no estar, en Vilches estás. Este año, además, estaba y mucho. El año pasado estuve mucho tiempo y llevaba un año sin ir. Iba a estar cinco días. No más. ¿Qué pasa en mi pueblo? Cinco días de fiestas y el recuerdo vívido de un verano pasado que fue infernal, que recuerdo como terrorífico. Recordamos la cosas deformadas, supongo. El año pasado me puse malo. No regulé. El primer día fue matador y ya no supe remontar. Y qué calor. Y qué fatiga. Este año lo tenía claro, tenía que moderarme. Me hago mayor. Soy mayor. Y este año más. Más mayor cada año. Como novedad, como importante novedad, este año me acompaña mi compañera. Me acompaña mi compañera. Cada vez más mayor, más viejo y escribiendo peor. ¿Qué hay en tu pueblo? En mi pueblo no hay nada. Pueblos blancos de Andalucía, con su casco antiguo, su castillo árabe, su preciosa ermita, su gastronomía, su tienda de AOVE. Sus fiestas. Sus tradiciones. En mi pueblo hay de todo eso, pero no es lo mismo. Andalucía. Castilla - La Mancha. Explicaciones previas de qué somos y qué no somos. Otra vez con el somos. Dándole cien bocados a un cañamón. Feria y fiestas. Verás que en mi pueblo hace calor, pero es otro calor. Verás que no te voy a enseñar muchas cosas, porque no las sé localizar, pero veremos a mucha gente y hablaremos con mucha gente y nos encontraremos a mis padres por los bares y no pararemos en casa y la gente la gente la gente...
No ha sido así. Todos nos hacemos mayores. Mis padres han estado mucho en casa. No hemos hecho muchos alardes. Pero han sido cinco días necesarios. El viaje a Vilches como excusa para el reencuentro. Con los que viven allí y con los que ya no viven allí. No sé cuántos seguimos haciendo esto de reservar unos cuantos días para ir al pueblo. El pueblo de nuestros padres. Creo que cada vez somos menos. La gente se va. Va a la playa, a otros sitios, otros pueblos. Todos los años al mismo sitio. ¿Qué has hecho este año? Nada, he ido al pueblo. Nada. No he visto nada, no he ido a ninguna parte. Un viaje al pueblo planeado como una primera etapa de algo más. Un viaje iniciático. Compañera del alma, tan temprano. Vilches, Jaén. Verás que hemos entrado en Andalucía y zas, ya estamos aquí. Mi hermano y yo esperando un gesto de sorpresa. Explicando cosas. Obviando que hay más cosas que ver y que nos gusta solo la cucamona. Mi hermano y yo, caminando hacia los bares. Mi hermano y yo, esta vez acompañados. Mi hermano madurando y levantándose a horas razonables. Y ha venido Fabri con sus hijas, que son un encanto. Y Fabri es un grande. Y no ha venido Pepa, que ha tenido mellizos. Y contamos las cosas de Fabri. Mi hermano y Fabri.
Mis padres no saliendo tanto. Un día hasta las cuatro de la mañana en la piscina. Mi padre en el pueblo. Excitación y reflujo. Y adaptación a las nuevas circunstancias. Un día, sentado en una mesa con nuestros colegas, mi padre se cansa y dice que él quiere irse a la barra. Y se va. Porque es lo que echa de menos.
Un primer día con gente que se va sentando en la mesa. Están los catalanes, ha venido Montse también acompañada, qué alegría, y está Rocío y me da la impresión de que este año va a venir mucha gente de fuera, pero no sé si hay mucha gente de dentro. Está claro que las caras que veo son las caras de siempre. Y si no veo otras será porque no están. El primer día no son fiestas, es día para ir al pregón y comprobar que no tenemos remedio. En un primer momento, al ver el programa de las fiestas, con la virgen y los toros, pensé... retroceso. En fin. Libertad creativa. Pero al escuchar al pregonero y autor del cartel me di cuenta de que nada es suficiente. Que no vamos bien. El pregonero insiste en que se ve la virgen aunque haya quien no la vea. O sea que aún le han puesto pegas. Un pregón que parece un curriculum y luego el inevitable recuerdo de lo que fueron las fiestas y lo que son y que son un ejercicio de nostalgia... pero oye, no está tampoco tan mal. Podría haber sido un coñazo lacrimógeno de aquellos... y no. Bien. Y las alusiones a los semanadas, quizás tanto rollo con los emigrantes se merezca algún tipo de debate más extenso. Otro año. Venga. A beber pastores.
Veo a casi todo el mundo. Hablamos con todos. Los compañeros están ahí. Este año quizás he hablado menos, pero les he visto más tranquilos, más seguros. Los comunistas hacen cosas. Y sí, hay quien critica, pero las críticas son cada vez, me parece, menos trascendentes. Veremos. Sí, sí, los comunistas. Esos que parece que no. Pues hacen cosas. La Marina explicando lo que es y lo que se hace. De piedra. No nos conocemos. Y no veo mucho a Berna, pero sé que lo está haciendo bien.
Y ya puestos, he visto a Paco, a Raspu, a la Isa (no pasa el tiempo por la Isa), no he visto a Carlos y ha llegado a venir Jose pero tampoco lo he visto.
Como ya viene ocurriendo, las fiestas se convierten en un ir pasando el tiempo hasta el momento de entrar en la piscina. Incluyo con esto las actividades de la mañana. Toda actividad se mide en torno a la hora que saliste de la piscina, la hora que entras, cómo entras y como sales. Hay orquestas, como siempre. No sabría decir cuál fue la buena y la mala. Creo que las de los primeros días fueron buenas y la del diecisiete fue un poco raruna. O fue la del dieciséis. No recuerdo. Cantaban como asfixiados. Bailar, bailo poco, casi nada. Pero hay que bailar. El día dieciséis o fue el quince, el cantante tuvo que bajar y buscar a lazo al público. Y le salió bien. Llevaba una banderita española en la muñeca. En fin. Pero animaba.
Beber cerveza, hablar con la gente, y medir. Medir de no pasarnos. No alargar las posturas, no sufrir con el calor, no hacer el tonto. Han venido las sevillanas, la Isabelita y la Marijose pero no la Rocío. Conozco a la hija de la Isabelita, la Lucía. Y a la otra hija de la Marijose, la Alba. Qué bola. Y hablo cinco minutos con el Dani. Mmmm. Lo noto bajo. Firme, camarada, firme. Cerveza, fiesta de la espuma, chorros de agua, la charanga que sigue cantando es maricón el que no bote como si quienes forman la charanga tuvieran cincuenta años y vivieran hace cincuenta años. Y no pasa nada. Es peor que me mojen la tapa. Este año no he visto bailar a mi prima Isa, la he visto pero no bailar. No hemos visto a los titos de Mollet.
El tito Manolo, más tito Manolo que nunca. Otro atrapado en el tiempo. Robin grande con barba blanca, la Manoli diciendo que estamos igual, siempre igual. Y Robin chico y el pequeño Guillermo, enfadao.
Y al Argudo, al que veo una vez al año, quizás un día, nos saludamos, comentamos, estamos bien. Todo el rollo del viaje al pueblo se reduce a eso. Cómo vamos, ahí vamos. Ea. Pues aquí como siempre. Este año no me ha salido ninguna frase así que definiera... aquí estamos.
Primos y primas. Mis primas Conchi y Aurora, mi sobrino Álvaro que no me deja entrar con un vaso de cristal en las chapas. Orgullo de sobrino que hace cumplir la ley. Las chapas, ay, ya es redundante decir eso de que nos hacemos viejos... no conocemos a nadie. Al menos mi sobrino me reconoce. Mis primas y primos. Mi primo Jesús y mi prima Ana. Mi primo Jesús con camiseta y bufanda merengue. Mi prima Ana siendo la portaestandarte de ese espíritu de la familia de no hacer nada mínimamente útil. Mi tito Antonio, capaz de saber de todo y darte la noche con la acumulación de datos, pero uno se ve tan reflejado... Primos, titos y titas. Primas.
Mi prima Juli, viene con los niños, hablamos, pero sabe a poco. No he visto a mi prima Juani. Qué mierda vivir tan lejos. Vemos a mi tito Basilio, un día bajando de tomar algo. Saltamos de acera para darle dos besos. Siempre da alegría verle, esta vez es doble. No veo a mi primo Juan, que ha venido pero yo ya no estaba.
El pueblo. Hablar con gente, saludar a gente. En un bar alguien que no conozco de nada, o al menos que no soy capaz de recordar, me dice que le gusta la música que hacemos. Me quedo asombrado. Porque no soy capaz de saber quién es. Sí que hay otros colegas a los que conozco sobre todo de facebook que hablan y charlamos... pero lo de ese chico... me dejó de piedra.
Desorden. Los bares. Los recorremos todos, pero nos dejamos alguno. No sé si sigue abierto el Klama, pero en todos los bares nos tomamos algo. La diferencia entre bares, entre ambientes. La plaza, cada vez más muerta, con menos ambiente. El cruce, más animado. La gente dicen que se monta las posturas en sus casas. El casino, que ya abre para todo el mundo. Ven, vamos a ver las vistas... es de noche, no hay vistas. Pero mira qué tapas.
¿Qué hemos visto del pueblo? La visita al cerro, mira que vistas, el castillo, el cerro, la ermita. Los chumbos de las cuestas están muertos. Las palas muertas. La cochinilla no respeta nada. Vemos entrar a la Virgen, por primera vez creo que en toda la vida, por ir a ver algo. Llévame a ver algo al menos. Efectivamente, cuando la Virgen entra en la iglesia, suena el himno nacional.
Una vuelta por el pueblo. Vemos algo de las cuevas. Pero es que son fiestas. No hay tiempo. Solo podemos estar de fiesta.
Gente entrando en casa, gente que pica y que trae tomates, pimientos, que viene a ver a mi padre y a mi madre y porqué no vamos al Porrosillo. Pues vamos. Pasando por Arquillos vemos una especie de procesión de Legionarios. Demasiado. Vamos al Porrosillo. Aparcamos el coche, cerramos la puerta y de inmediato otra puerta se abre. La prima... La tita... y el periplo comienza. Breve, resumido, pero suficiente para dar fe. Hemos ido al Porrosillo. Hemos visto el sundown del Porrosillo. Esto en primavera es precioso.
En primavera, todo es precioso.
El tema. ¿Cómo está la cosa por ahí? Mal. O bien. O sea, mal. Mal, pero ya da igual. Ya no hay remedio. No se habla del tema y punto. Banderas españolas, te extrañas, qué quieres. Vamos a los Cazadores, los servilleteros, todo te extraña. Hasta que la Laura sale de la barra para darnos dos besos.
Las noticias de Barcelona son buenas, por lo menos se estabilizan. Hay luna creciente.
Qué pasa el pueblo. La gente se va o la gente se queda. Hay poca gente en los pueblos. Los pueblos, las fiestas, lo que ha de ser y lo que somos nosotros que vamos todos los años y que ya no sabemos qué buscamos más allá de ver a la gente y dar fe de que sí, que seguimos conectados. Y subimos para arriba y bajamos para abajo. Y no estás mal, estás bien. Y todo el mundo me ve bien. Y no ha hecho mucho calor y no nos hemos pasado. Y estamos creciendo.
Nos vamos. Nos tenemos que ir. Una visita al Curro, a comer jarapos. Experiencia fallida. Esos jarapos no son jarapos. Llevan champis de lata, espárragos, no. Así no. La carne de monte sí. Y las patatas a lo pobre, perfectas. No es lo que esperábamos, esos jarapos. Vámonos. Nos espera Granada. Verás qué bonito es Granada.

2 comentarios:

  1. Granada ya es el Top!aunque hay más balcones y más banderas... Pero la gente se ha ido a las fiestas de los pueblos y se vive agusto.

    Ya no se si fuimos nosotros los del año que viene tributo al Toni, al Paco y al Cristian en el tributo (ya no es Novato)

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    1. vosotros fuisteis los del tributo, pero nos salió otro fan desconocido. flipante.

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