martes, 7 de agosto de 2018

Eric Jiménez - Cuatro Millones de Golpes

Sonará ahora a que me pongo la venda antes de que... pero me gustan mucho los Planetas. Digo más. Cuando vi por primera vez en un concierto de Radio 3 a Los Planetas con Eric como recién llegado batería interpretando Segundo Premio pensé, qué coño, me gustan los Planetas. Antes, bueno, pues mira, pero aquel día, aquel golpeo de batería...
Mi hermano y yo tenemos la costumbre de regalarnos libros. Libros casi siempre de música. Este libro me lo ha regalado a mí para mi cumpleaños. Luego se lo leerá él. Los libros nos suelen gustar todos. Algunos de ellos se convierten en referencia de muchas cosas. Este, para mí, no. Este libro no me ha gustado mucho.
No sé cual ha sido el motivo por el cual Eric Jiménez ha escrito el libro. Leyendo el libro, su vida no ha sido fácil, su vida ha sido complicada, insiste varias veces en que podría haber palmado, en las drogas, en las decisiones, en la mala gente. Y en que nos den. Hay momentos del libro en los que se va metiendo en reflexiones de diversa índole, musical, vital, espiritual, política, que acaba con un esto es lo que pienso y si no te gusta que te den. Que os den. Que nos den. De hecho, las últimas páginas del libro consisten en un remedo de la canción God de John Lennon, pero con el que os den. Que le den a Los Planetas y a Lagartija Nick. Etc.
Eric nos cuenta que no se llama Eric, que se llama Ernesto. Que le llamaban Eric por una serie de deformaciones del apodo Erizo, que en Granada se diría 'el eri' y así se llega a Eric. Y bueno. Familia jodida. En el libro afirma no conocer a su padre. Pero luego habla de su padre. Supongo que no ha sido tarea fácil ordenar este libro, las ideas, etc. Holden Centeno, que aparece en los agradecimientos al final del libro, ha tenido que hacer un trabajo titánico. Sea como sea, Ernesto nace en Granada, su madre tiene un pensión, tiene además tres hijos, y el padre de éstos es el marido de otra señora. Y ahí tenemos el drama.
Ya todo es un drama y un juego de subes y baja, en el que Eric, como en el anuncio de Nespresso que dice 'somos las decisiones que tomamos', a veces la caga, otras veces le echa monedas a la máquina de cagarla, otras veces la vida es que es así. Como dirían los 091, la vida qué mala es.
¿Ayuda este libro a empatizar con Eric? Pues no mucho. No me van a gustar más los Planetas por haber leído el libro. De hecho, durante la lectura de este libro, no me ha dado por escuchar a los granadinos. Ni tampoco por interesarme por Lagartija Nick. Uno, cuando describe lo que hace, suele adornarlo de cierta magia, de algo de rollo para que los otros lo compren, lo escuchen, lo aprecien. Beber, drogarse, por poco no voy al ensayo, por poco no puedo tocar,  nunca he tocado borracho, pero me pongo antes, este disco casi no lo hacemos porque íbamos muy puestos... discos legendarios como el de Una semana en el motor de un autobús, se reducen a Nueva York, pedos, ciegos, coca, ciegos, coca, y poco más. Y el de La leyenda del Espacio, ya más maduros, a una polémica con el flamenco y con que no es flamenco. Pero no te dan ganas de escucharlo. O quizás es que no los tengo muy escuchados.
Me gustan mucho los Planetas. Hay veces que canciones de los Planetas parece que relatan exactamente cosas que te están pasando. No me gusta tampoco eso de 'querer vivir' contínuamente una canción de Los Planetas. Ese, todo lo hago mal, no me sale nada bien, quiéreme pero es que soy así. Bolinga, ciego, hacer el idiota, que os den. Pero me siento solo. Y así, siempre. Todo el rato.
Lagartija Nick. El otro grupo. El grupo con el que empieza a ser conocido de verdad Eric como batería, aunque antes ya tenía una banda como KGB que no he escuchado. Lagartija Nick es también el grupo de Antonio Arias. Creo que les he visto una vez aquí en Santa Coloma. Creo. O igual no.
La polémica con Bob Dylan, a la que llego en este libro. Inenarrable. No sé.
El libro viene precedido por una polémica por lo que reparte en él. 'Pone a caldo a...' A quién. Salvo decir que muchos técnicos y gente que monta conciertos no tiene ni puta idea, y decir que es colega de Alaska y Mario y Fangoria y Nancys Rubias, poca cosa más. Que la industria es una mierda. Que ya no hay indies. Que no.
Hay reflexiones que no. Hay un momento en el que habla de los grupos que les llaman puretas (hola, novedades carminha) y estás esperando a que les de... y sí, les da, pero luego suelta el consabido 'cuando ellos no eran más que... yo ya...' y efectivamente, queda como un pureta. Y nada. Que va perdiendo oportunidades.
Eso.
Su relación con Morente, un genio, un mesías, un compañero de juergas, y al que era difícil seguir en los repertorios. Juergas, anécdotas de juergas, cobramos y nos fundimos la pasta, poco más. Antonio Arias y el J. y Morente tienen ideas. Y él toca la batería. Y son amigos, pero no son muy amigos. Con Morente sí. Con Arias, bien, pero mal. Con Morente bien, claro, cómo vas a decir que no.
El libro es una oportunidad perdida. Ni va a crear nuevos fans de Los Planetas y no va a hacer que muchos escuchen a Morente o a Lagartija.
Que esté bien y que siga haciendo conciertos con Los Planetas. Y ya si eso que nos den.

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