viernes, 24 de agosto de 2018

Córdoba. Más bonito no se puede.

Viaje desde Granada a Córdoba. Autovía de Andalucía, la A-92, que te sumerge como por dentro y te va echando a los lados, arriba y abajo. Si vas abajo, a Málaga y a Cádiz. Si vas arriba, a Córdoba. A Córdoba que vamos. Entramos en la ciudad, dejamos el coche en un sitio que me parece lejísimos de donde estamos, una Pensión, pero que luego resulta estar muy cerca de donde estamos, una Pensión. He estado en Córdoba una vez o menos. No conozco nada de Córdoba. Vamos a ciegas. Dejamos el coche en una calle normal, de edificios normales, cogemos las cosas y nos vamos a buscar la Pensión, parece que estamos al lado de una muralla, vamos caminando junto al río Guadalquivir, entramos en un callejoncillo, ya estamos en la pensión. Resulta que estamos en el mismo centro y que desde donde estamos se ve la Mezquita, o la cúpula de la Catedral, ahora vamos con eso.
Córdoba, lejana y sola. Córdoba la llana. Muchas frases y refranillos. No sirven de nada. No conozco nada de Córdoba. Dejamos las cosas en la habitación, una habitación inventada encima del edificio, va a hacer un calor del demonio, tenemos terracita, no la vamos a utilizar. Vamos ya a dar una vuelta. Estaremos dos noches. Solo con el primer paseo ya se da cuenta uno de que Córdoba es muy bonito. O bonita. Al menos la parte que aparece en los mapas donde te indican las cosas y casas que tienes que ver. Muy bonito, pero no sé si a veces parece todo demasiado bonito y al mismo tiempo demasiado poco... aprovechado. No sé. Callecicas blancas, estrechas, con su suelo de chinorrillos que me tiene los pies muertos ya. Damos un paseo, por aquí, por allí, por ese callejón. La mezquita. Ojo. Querencia por ir al barrio judío, por visitar la Sinagoga, pero está cerrada. Vamos por esas calles y vamos repitiendo el discurso. La presencia árabe, lo que antes era una cosa y se quiso que fuera otra pero al final lo que es, es.
Las paredes de fuera de la mezquita, con sus arcos, sus inscripciones, y en medio, alguna virgen o algún arcángel. Mira, acabo de darme cuenta de porqué el estadio del Córdoba es el del Arcángel. No sé cuántas vueltas le damos a la mezquita al cabo del día. Nos dicen que por la mañana temprano es gratis. Tiendas de souvenirs, con las mismas fotos que en Granada, excepto las que tienen fotos de Córdoba, claro. Si en Granada hay postales de Federico, en Córdoba las podría haber de Góngora, sería un punto.
Damos vueltas y cenamos algo en un sitio muy molón de por allí, con un tipo que toca la guitarra canciones de Led Zeppelin y los clásicos de la zona. Parece polaco, daría la pierna derecha por que ese tío es polaco, pero es de Córdoba, que nos lo dice al día siguiente. Yo no. Yo no hablo con nadie, es Alba la que habla con todo el mundo. Antonio El Delegador.
Vamos a un barrio, el de San Basilio, donde nos han dicho que hay patios abiertos. El señor de la pensión es un señor de los de camisa de manga larga a mil grados. Nos indica algunas cosas. Latita de cerveza en la mano. Nos dice lo del barrio, lo de la mezquita, lo del barrio judío. Acierta en lo de la Mezquita. No tengo ni idea de lo que vamos a ver. El barrio de San Basilio está más muerto que yo. No hay nadie, no hay nada abierto, no hay nada. Al día siguiente volvemos a pasar y descubrimos un patio abierto. La señora nos explica el funcionamiento con vehemencia. Si se lo tiene que explicar a todo el mundo igual, debe andar loca. En ese barrio no hay nada. No ir.
Nos damos una vuelta la primera noche por el puente romano. Llegamos al final, pero no avanzamos. Hay una torre, con un museo. Queremos ir al museo. Queremos ir a otro museo, de la Alquimia, que hemos visto. Ojo con los museos. Hay un grupo tocando música en el puente. Son muy jóvenes. Tocan la de Despacito. Supongo que la gente lo filma, lo graba y luego comentarán, eran muy jóvenes, tocaban la de Despacito. Turistas. En mitad del puente hay otra estatua al Arcángel Rafael. Y antes una columna. Y así. Mucho símbolo pero lo gracioso no es cristiano. La gracia está en otra cosa. Asúmelo.
Nos tomamos una cerveza y un agua en una terraza muy cuqui, vienen unos guiris, se piden un arroz. Arroz de noche. Qué valor. El camarero se desvive por atenderles. A nosotros tarda en cobrarnos la vida. Cuestión de prioridades
El día siguiente. Vamos a la Mezquita. No hay palabras para describir bla bla bla. La verdad es que es un lugar único. Todo parece como de otro... y no. Y no es de otro. Que es de aquí. Controversia con la apropiación cultural, con lo que fue el pasado árabe, el pasado musulmán, el pasado hispano musulmán, que parece que vinieron del espacio, les echamos y volvimos a la normalidad. Y no fue así. La Alhambra, el Albaicín, Córdoba, la Mezquita. Se hizo aquí por gente de aquí, que ya vivía a aquí, que era de aquí. Y lo visitamos como 'el legado....'. Como si la Catedral de cualquier sitio no fuera parte también de un legado de algo que está medio superado. Medio.
La mezquita, el espacio de la mezquita, el patio de los Naranjos, qué bonito. Y en medio, el churro media manga mangotero de la Catedral. Un pestiño que duele a los ojos por muy antiguo que sea y mucha devoción y lo que te sople. Sobra ahí. Pero sobra tanto que duele. Y aunque lo expliques no se entiende. Cómo se puede meter eso ahí. Y sí, que antes de la mezquita hubo otro edicificio, claro. Pero es que tu llegas, ves la mezquita y doscientos o trescientos años después metes eso y... copón. 
A la visita a la mezquita sigue la visita al museo de la Alquimia. Golazo por toda a escuadra. Pero golazo grande. Una chufla, con su tableta y todo, explicando que hay elementos, que la tierra, que... no te explican nada. Te dejan ahí con el rollo y sobre todo, colándote una movida religiosa que huele a kilómetros. Una cosa es reconocer el papel de la presencia musulmana y otra cosa es intentar vender una moto espiritual, religiosa, filosófica, que no. Que no. Y como incluyen la Casa Andalusí en el paquete, pues gol y otro gol. Nada, no aporta nada. La culpa es nuestra.
Sigamos.
Es la hora de la búsqueda de los orígenes, de casas de familia, de intentar averiguar. Buscamos una calle, que se encuentra fácil, elucubramos, inventamos, imaginamos. Gente que se fue de un pueblo a otro pueblo y de ahí a Barcelona. Imaginando cómo vivían, paseando por esas calles, si alguien se acordará de ellos. Fotos, llamadas, qué habría aquí antes.
Una cervecita y a buscar para comer. Un sitio moderno, con el directo de Vetusta Morla, gente jovencita. Salmorejo (not me) y flamenquín. A lo típico. Berenjenas fritas con miel. Ya no puedo con más cerveza, de verdad. Y hace un calor de morir. Pero calor, calor. Pero calor.
Por la tarde, un nuevo intento de visitar el barrio fantasma. Igual de fantasma. Vamos a ver el museo de la torre de Calahorra, el museo Vivo de Al-Andalus. Vamos y le advertimos al de la puerta que si va a ser una chufla que nos lo diga. No, no. Bueno. Por los pelos. Hay una maqueta muy guapa de la mezquita tal como fue sin la Catedral. Y de la Alhambra. Pero siempre ese tonillo de 'el islam es fantástico', que no sé si es lo que toca. Para reinterpretar la historia no hay que caer en el rollo religioso, digo yo. Fotos guapísimas desde la azotea de la torre. Muchos visitantes.
Turistas. Catalanes. Cero lacitos amarillos. No he visto a nadie con el lacito amarillo ni en Granada ni en Córdoba.
Sigamos. Salimos de la torre y nos vamos a beber unas cañas a un bareto del otro lado del río. Y paseo alrededor del río. Y no sé quién gobierna en Córdoba. Creo entender que es el PSoE en coalición con IU. Glups.
Córdoba. La roja. La ciudad de Anguita. Y la ciudad de Rosa Aguilar, ejem. No sé qué recuerdo tendrá la gente de Anguita allí. Veo a muchos maduros con barba recortada. A mucho 'replicante'. En fin. Miro el mapa de Córdoba. No sé de dónde sale tanto santo y tanto ángel.
Y a la mañana siguiente, nos tenemos que ir a Hornachuelos, y alargamos un poco más la estancia en Córdoba. Cuesta irse. Nos tomamos algo sentados en los poyetes de la Mezquita. Mil vueltas en torno a la Mezquita. Qué bonito que es. O qué bonita. Gitanas con la ramita de romero. No se las cojas. Nos vamos.
Coda Hornachuelos: Viaje a un pueblo llamado Hornachuelos en la provincia de Córdoba. Creemos que está en lo alto de una sierra. No está en lo alto de una Sierra. Está más cerca de Sevilla de lo que creemos. Tiene un casco antiguo muy molón. Pero no se ve un alma por las calles. La casa rural es muy antigua, tiene las puertas como la casa de la abuela o la del abuelo, de esas azul clarito. Por la tarde hace mucho calor y no hay nada abierto. Vamos de todas maneras. Preguntamos. Orígenes. Gente que se fue, gente que vivió. Hay una escuela con el nombre de una profesora... Victoria Diez, que dio su vida por la fe en el 36. Ojo. A ver en qué pueblo nos hemos metido. Una placa en el ayuntamiento de 1980 recuerda a los muertos 'inmolados' en la guerra civil. De los dos bandos en principio. Damos una vuelta, encontramos las casas, preguntamos, pero no es tiempo suficiente, una noche, para averiguar y establecer vínculos. Damos una vuelta por el pueblo. Mi tito Antonio ya nos advirtió que había un vertedero de residuos por allí. Hay campo de fútbol, de pádel, un polideportivo. Se parece a mi pueblo, pero parece otra cosa. La gente nos mira. Somos lo más raro que ha pasado allí en el mes de agosto, supongo. O no. O que somos raros de verdad. Damos una vuelta larga. De paseo por entre los olivos incluido. Y nos merecemos comer algo, cenar, una cañeja. El Patata es el sitio. Vemos llegar a unos en un coche con música fuerte, se baja una pareja madura con camisetas negras, tatus de acdc, bueno. Damos una excursión para bajar el flamenquín. Encontramos la sede del SAT. Bueno. 
Es poco tiempo para sacar conclusiones. Quizás habría que volver. Carretera y manta a la mañana siguiente. Pero eso ya es otra historia.  

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