viernes, 24 de agosto de 2018

Granada. Otra perspectiva.

La foto da sensación de calor. Es que hacía calor. Granada en agosto. Una visita obligada si estás a menos de doscientos kilómetros. Te tienes que acercar. Aunque haga calor. Aunque no hayas comprado las entradas para la Alhambra. Hola, soy el que no compró las entradas para la Alhambra aunque tenía el encargo, ese único encargo y no lo hizo. Aquí estoy. Hemos ido a la Alhambra, pese a todo. La foto, pues, da otra perspectiva. Esta vez no sacamos la foto desde el mirador de San Nicolás o desde el Sacromonte, esta vez, la foto es desde allí mismo.
Vamos a Granada, un par de días, tres. Llegamos desde Vilches a eso de las siete de la tarde. Durante el viaje desde allí, vamos por la autovía y dejamos atrás Jaén. Dan ganas de volver a entrar, pero no, hay que seguir a Granada. Que vamos ya tarde. Hemos cogido una especie de apartamento (¡!) al lado de la plaza del Boquerón, muy cerca del Bar del Eric. Casi por casualidad, verdad... bueno. Vamos a buscar aparcamiento y acabamos dejando el coche nada menos que frente a la última casa, creo, en la que vivió Pepa en Granada. Saco la foto pero no se la mando. El caso es que callejeamos por ese centro, nos damos con la Catedral y harto de dar vueltas opto por la opción conservadora de ir al Triunfo y la Cartuja. El quinto coño.
Llegamos, dejamos las bolsas y ardiendo para el Albaicín. ¿Habéis ido a Granada? ¿No? Siempre cuento lo mismo de Granada y siempre voy a los mismos sitios. Albaicín, subiendo por la calle de las Teterías (previa cerveza de presentación en la Antigualla), casi ya no camino por la calle Elvira con lo que me gusta el nombre de Elvira ni paso por la puerta de Elvira con lo que me gusta el nombre de Elvira. Subir por el Albaicín, medio perderse, aparecer en el Mirador de San Nicolás. Bajar luego por alguna callecilla, bajar y requetebajar. Perderse si eso por el Sacromonte, Paseo de los Tristes, paseo del Darro y llegar a Plaza Nueva. Cervezas varias.
Este año, al consabido recorrido, ha habido que añadirle alguna cosa. Por ejemplo. Sacromonte. No soy muy de pararme en el Sacromonte. Me parece una trampa para guiris. Pero hay que ir y recorrerlo y subir y bajar. Lo hicimos cuando bajamos del mirador de San Nicolás. Mira la Alhambra, qué bonita, que no has comprado las entradas, burro. Mi madre, antes de irme, me ha dado un polo Lacoste de mi padre que debe tener mil años. Voy con el polo que me hace bolsa. Vamos. Por aquí, creo, que podemos ir al Sacromonte, va, venga, vamos a perdernos. Nos perdemos. Pero qué paseo tan bonito.
Y es el aniversario del fusilamiento de García Lorca. Federico. Nunca vi Granada, es de Alberti. Qué bonita es Granada, fusilando a García Lorca, Federico.
¿No habéis ido a Granada? ¿Y eso?
Llegamos a la zona de las cuevas donde flamenquean y los guiris entran y yo me asomo con la misma cara que pongo cuando veo en el metro de Barcelona el anuncio del tablao flamenco de las Ramblas. Nada, no entremos. Al lado justo de una de esas cuevas trampa, un barecillo con terracita y un vejete patillas y pinturero que no parece de Granada, ni de Francia, ni de ninguna parte. Una cueva chica con mucha foto. Con una música primero de Jazz y luego, ay, piano. Chopin sonando, la Alhambra de fondo, cervecita fresquita. Algún que otro mosquito. No se puede estar mejor. Nos quedamos los últimos y el vejete aprovecha para cerrar ya. El que tiene un bar como el que ha salido a dar una vuelta. Y bajamos y claro, llegamos al paseo de los Tristes y qué nombre tan así, los tristes, y al Darro y efectivamente, es que hay un río, que se llama Darro. Y nos metemos en una tabernilla a tomar otra cerveza. Nada. Clavada. La pobreza. Un día después volveremos a tomarnos una cerveza en otro bar a la orilla del Darro, pero este es un bar de modernos, con unas vistas alucinantes, al pie de la Alhambra, hay que volver. Y pedir cerveza más fría.
Cerveza. Le he llegado a tomar manía a la cerveza. Que me la bebo, pero que no sé.
Vamos dando vueltas que ya es tarde y vamos a dar al Bar del Eric. Ea, una petición que tengo. En el Bar del Eric no hay nadie. Pero nadie nadie. No están cerrando, es que no hay nadie. Y nos pedimos y le hago una foto a la puerta y poca cosa más. Y en una horas ya casi lo he visto todo. Callejear, Albaicín, los nombres de las calles, Granada. Me encanta.
A la mañana siguiente toca probar lo de la Alhambra. Hay partes de Granada a las que yo iba y a las que ya no sabría ir. Por Pedro Antonio por ejemplo. O el Realejo. Vamos dando una vuelta y nos metemos en la Catedral. Un cartel contra el Aborto aborta la visita. Vamos dando una vuelta y nos metemos en un museo. El corral del Carbón, donde explican cómo era Granada en época musulmana. Hartón de datos de califato, emirato, ziríes, nazaríes y los Reyes Católicos. Y en cada mezquita, una iglesia. Y ese afán de aniquilar. En cada iglesia, había una mezquita. Y qué desastre. Y cada religión una historia. Y en Córdoba la sensación será más grave. En Granada menos. La religión. Con esos datos nos seguimos aventurando y subimos, como no, por Cuesta Gomérez. Y vemos las tiendas de regalos y souvenirs.
Camiseta de Granada. Me dan ganas de comprarme una, pero no, nunca me la compraré. Si no me compro una de Vilches, una de Granada, por mucho que me gusta tanto, no. Y postales, y los imanes, y las fotos. Y no. Y compramos postales, postales que creemos exclusivas de Granada y son para guiris que van a venir a Granada pero no a Córdoba, donde están las mismas. Y los mismos bolsos, las mismas alfombras, los mismos elefantes de la India. Esto es como la India.
Turismo. Lámparas, bolsos, azulejos, camisetas, postales. Vamos subiendo y decidimos subir y probar a ver. Igual, a lo mejor. Llegamos hasta el acceso y efectivamente, se pueden pillar entradas por internet pero sin ver los Palacios Nazaríes. Compra. Et voilà, entramos en la Alhambra. Toma castaña. Tenía yo 14 años, o 13, y en octavo de EGB nos dijeron de ir de viaje de fin de curso a Italia. Votamos, dijimos que preferíamos ir a Torremolinos. Pero el Pazos, supongo, se curró un viaje que nos llevó a Torremolinos, pero pasando por Granada y la Alhambra y llegando a Córdoba y la Mezquita. Honor y gloria para el Pazos por siempre. Yo no me acuerdo de nada de la visita a Granada, que comimos algo y ya está. Y de la Alhambra... pues es precioso. Sí, no es la mejor época, porque hace un calor infernal, pero coño, qué quieres. Los jardines, los patios, las fuentecillas, las vistas, subir, bajar, otro jardín, otra fuentecita, la escalera del agua con el agua cayendo a los lados. Es bonito de las cosas bonitas que hay. Palacio fortificado. Fortificación palaciega. Restos de las casas donde vivía el personal de palacio. Desde esta torre gritaron el Gran Capitán y el de la moto Granada, Granada, para ponerla a los pies de los Reyes Católicos. Y hoy hay muchos visitantes que hablan en árabe, y mujeres con pañuelo, y durante todo el viaje vemos mucha gente que visita monumentos que les tienen que decir muchas cosas y nosotros vemos como... Y el palacio de Carlos V.
Un palacio, un churro. Poner ese palacio ahí. Llega el día en el que a ese palacio no le hace caso nadie. Nada. Un elemento vacío. Simplemente por haberlo puesto donde está puesto. Allí por joder. Allí puesto para hacer daño. Para demostrar algo. Haciendo el ridículo. No lo visita nadie. Y a la Alhambra, pese a todo, va todo el mundo. Fotos desde la Torre de la Vela, fotos a los jardines, fotos a todo, para demostrar que sí, que hemos ido. Que hemos entrado. Que era posible. Aunque no hemos ido a los palacios nazaríes ni le hemos hecho fotos a los leones. Otra perspectiva.
Y a comer y a la calle Navas, que hombre, bien, vale, pero no. Es decir, no me gusta. Muy poco... no sé. No. Y patatas a lo pobre y a seguir. Y a caminar por el Albaicín y a visitar por la tarde la mezquita esa rara y más perderse y más eso. Y hablar y debatir y discutir. Porque uno es de discutir. Y vamos al sitio este de subir para arriba y si vemos unas escaleras es que las tenemos que subir. Y qué pateadas. Y qué hartones de andar. Y todo parece cerca. Y vamos por la noche a Pedro Antonio, a buscar el Peatón y... la Percha... y... no hay nada. Pero nada. Me pierdo y no es que me pierda, es que no están. Volviendo pasamos por la puerta del Planta Baja. Nos tomamos una cerveza y nos dejan elegir la tapa. Comienza el festival del Salmorejo (not me). Y el ambiente es otro, claro. Y estamos tan muertos que nos vamos ya, qué cansados. Qué palizón de andar. Y qué calor. Y mañana vamos a la Alpujarra. ¿Qué no?
Y a Granada hay que ir siempre, una vez. Vale, que mi recorrido es muy exiguo, que no lo veo todo, que me pierdo muchas cosas. Pero es una ciudad que me alucina. Es estar en otro sitio. Es estar en un sitio, quizás demasiado preparado para eso, para parecer otra cosa, igual muy poco natural, pero que a mí me basta. Parece que estas en otro sitio, un sitio mejor, más auténtico, aparte de todo. Aunque ya sabemos que Granada es muy de derechas y que aunque vas a un bar a tomarte una caña y te ponen Morente con Lagartija y parece que sí, no te fíes. Es que no. Pero hay que volver. Y descubrir. Y perderte por esas calles de chinorros. Y otro año que no vamos a la Chana. Y qué bonita que es Granada. Vamos, vamos, que vamos a la Alpujarra mañana. Qué cabezas.
Coda Alpujarra: Ir a la Alpujarra como el que se acerca a Almería, que diría mi Abuelo Quico. Tenemos unas horas. Vamos y elegimos un trayecto diferente, no entramos por Lanjarón, entramos por Órgiva. Una vuelta rara. Qué paisajes, qué montañacas. Vamos, va. Pepa vive por aquí. Le mando una foto. Que vayamos a verla. Vamos a verla. Pepa vive en un sitio que se llama Bayacas, o Carataunas, no sé. Vive como quiere, acaba de tener dos mellizos, Airú esta por ahí. Es una alegría verla. Nos cuenta, le contamos, pero nos vamos al cabo de poco rato, queremos ir a Pampaneira y comer algo por allí y por la tarde nos vamos a Córdoba. Subir, bajar, montaña, montaña pelada. Le mando un mensaje al Salva Tovar que sé que es de allí, se ha ido a Mojácar, hubiera sido de traca. En fin. Capileira, Soportújar, Pampaneira. Pampaneira. Comer algo, Salmorejo, la barriga comienza a hacer estragos, todo el día mal, Sopica y tortilla. Hay muchos visitantes, muchos catalanes, parece que hay nubes. 
La Alpujarra. Supongo que da para mucho más. Compramos unos roscos que nos van a acompañar a la comunión de la hija pequeña. Las noticias que nos llegan de todas partes es que todo va bien. Parece que han matado a un concejal de IU en Asturias. Nada importante. La vida sigue. 
La apropiación cultural, lo que es de aquí y lo que es de allí, lo que sientes tuyo y lo que te han dicho que es propio o extraño. Vemos quiénes gobiernan en esos pueblos, el PSOE a ful. Nos vamos, me encuentro medio medio, la carretera me marea. Alba conduce como si fuera de la zona. Yo voy acojonado. Hasta que no pillemos la autovía no voy a respirar. A Córdoba la llana. 
Yo te guío. 

1 comentario:

  1. Tenía que leerte este, no se cuando fué la última vez que viniste, si aún vivía la Pepa en la capital ha llovido. Ir a la Alhambra y no visitar los palacios, tela. Lo serio, los bares, todo ha cambiado, calle Elvira ya es un recuerdo de una época genial, creo que queda aun el Hamelin, cerró café Elvira, cerró el Enano Rojo hace poco, el Enano Rojo!! Y Pedro Antonio se reinventa cerró casi todo lo conocido y bueno (más indie) Ruido Rosa, Peaton, etc, cerró la gotera, ha cerrado el Van Gohg, pero de rock hay resquicios abiertos aún, la rocka, el perro andaluz, la cuneta o el sonora... Hay bares que ofrecen cosas buenas el Lemon rock (un hostel) música en vivo y decoración moderna, se está agusto, el JJ taberna cervecería autentica que lleva unos años haciendo una agenda cultural (más rollo flamenco) el planta baja la parte de arriba es pub (lo llevan los eskorzo) y en algunos barrios como plaza toros el trastero.

    Y lo peor el bar de Eric??? Serio?? Creo que es el mayor timo en hostelería de Granada y todo el mundo va, pero en el bar de Eric nunca está Eric, es como el Amador (por si apareces) en su última época, perdió toda su esencia y era un bar más al servicio de la tapa universitaria, también cerró.

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