Primero de Octubre de 2017. Dolor de espalda. Nervios. Tensión. Van a venir, no van a venir. Vas a votar. No voy a votar. Voté. Nulo. Por las imágenes de los palos. ¿Votaría hoy? No. Ni nulo. ¿Qué fue? Los vídeos de los recuentos, de los anuncios de los resultados, los chavales con las urnas llenas de votos yendo de aquí para allá tarde, por la noche. Fiabilidad. Etc. Da igual. Esfuerzo de mucha gente por hacer lo que tenía que hacer. Mucha gente echando horas, poniéndose delante de los polis, etc. Palos, las ostias, etc. No santificarás las fiestas.
¿Qué ha quedado de aquel día? Aquel día algo se rompió definitivamente. Efectivamente, mucha gente perdió el contacto con la idea de España. Los palos, la poli, políticos en la cárcel, políticos fuera del país. La derecha manejando la broma definitivamente aquí y allí y en todas partes. Mucha gente perdiendo la idea de país. Mucha gente echándose en brazos de la opción que antes le garantice que el otro se va a joder.
En medio, los equidistantes. Los traidores. Los que fuimos a ver en qué se podía ayudar en caso de que ocurriese algo el día de las ostias y que ni así. De ninguna manera. Pero y qué. Dolor de espalda. Clavado. Tensión. Sentado en un banco de los Cubics sin poder ir ni para arriba ni para abajo. Indignado, asombrado por las imágenes de los polis tirándose con la bota abierta. Pero luego, al final de la noche, cuando en el Puig Castellar se alzó el grito de 'els mossos serán sempre nostres', ganas de salir corriendo. Esa no es mi película para nada. Los tiempos del Major Trapero. Els mossos. De repente, ayer, la policía autonómica ejerce su papel. Palos en una mani. ¿Qué nos ha quedado del 1 de octubre?
Un esfuerzo de movilización impresionante. Como una manifestación enorme, gigantesca, pero en lugar de estar organizada por autobuses, se organiza de otra manera. Envidiable, el entusiasmo, el valor, la gente echándole horas y ganas. Y no hablo en broma.
Pero al otro lado, que nunca pensamos que hay un otro lado de catalanes que ese día también lo vivieron a su manera, miedo. Terror. Estupefacción ante la voluntad de una parte importante de mis conciudadanos. Pero no son todos los ciudadanos.
Hoy he estado escuchando el acto de conmemoración en Sant Julià de Ramis. No hablan para todos. Hablan para una parte. Se supone que tienes que hablar para todo el mundo, al fin y al cabo eres el presidente. No. Ya han dado por perdida a la otra parte. Hay una parte que ya no quiere saber de la otra parte. Supongo que eso es molón porque al fin se ponen las condiciones para una ruptura... pero qué ruptura.
¿Qué estamos rompiendo?
Hoy se cortan carreteras. Mañana hay que volver a currar. Y así. No hay voluntad de romper nada. Hay voluntad de recordar, de seguir recordando, de seguir recordando, y profundizar en el tema. Y a ver por dónde sale. Y a ver cuándo son las elecciones.
Y a ver quién gana en el bloque indepe. Y a ver en qué queda todo. Y ese va a ser el resultado.
Y no ha pasado nada. Sí, en Catalunya nacen dos derechas que no se tienen por derechas.
¿Y la izquierda?
Está claro que debemos reconocer que lo que pasa no es baladí. No es ninguna tontería. Pero esa gente que se organizó o que confió en que la organización iba a servir para algo que luego fue una estafa, no es 'toda Catalunya'. Y hay una parte de la población que vivió con terror ese día.
Y no es de derechas desconfiar de toda esa autoorganización.
Y no es de derechas pensar que ese día no fue una victoria.
Y no es de derechas pensar que cualquier bandera y cualquier patriota da más miedo que un mono con una pistola.
Y no es de derechas no tener nada que celebrar el día primero de octubre.
Es de derechas perpetuar el sistema, no hacer nada porque el sistema económico se vaya a la mierda, perpetuar a la derecha en el poder, pensar que 'ni de derechas ni de izquierdas, ahora estamos juntos en esto'.
Y nada. Que aquí estamos. Un año más. Enredando.
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