martes, 6 de abril de 2021

Tu Semana Santa


Sirva este artículo como respuesta (o como reflexión entorno a) al artículo publicado en Infograma el pasado 1 de abril. 

La Semana Santa es compleja. Si quieres. No hace muchos días, me quedaba yo completamente anodadado con las reflexiones que se hacían desde la nueva izquierda andalucista o como se la quiera llamar en torno al hecho de la Semana Santa en Andalucía. Según esta nueva izquierda andalucista, representada en torno a la figura transgresora de Teresa Rodríguez, pero con más portavoces de peso, la Semana Santa, las procesiones, las hermandades, todo eso, no son un elemento a desdeñar desde la izquierda, porque son elementos populares, son parte de una cultura que va más allá de la mera celebración cristiana católica, sino que enlazaría con movidas de culturas anteriores y que, en definitiva, no son tanto cosas cristianas, sino cosas andaluzas. Y entonces, como lo andaluz ha de ser reivindicado y ensalzado frente a quienes lo quieren convertir en una cosa secundaria, doméstica, chabacana, menor, pues hacemos pesca de arrastre con todo y ponemos la Semana Santa, esa Semana Santa, y la aupamos a categoría de cosa nacional que merece lo que te dije. Y ahí me acuerdo yo de mis compañeros y compañeras y especialmente de mi compañero Bartolo, ex alcalde de Vilches por Izquierda Unida, y de su decisión de no asistir a las procesiones ni de semana santa ni de la virgen, porque un representante municipal... pero es que mi compañero es de Izquierda Unida y no somos la nueva izquierda, no nos acercamos al pueblo y su sentir. Las procesiones de Semana Santa y su sentir popular. Respetable, claro. No imponible. Si es que imponible se pude utilizar aquí, que uno ya no sabe ni qué decir ni cómo.

Y en el otro extremo nos encontramos la posición de una izquierda también transformadora y alternativa que, queriendo decir una cosa, se le acaba entendiendo otra. El artículo, sin firma, de Infograma, titulado Setmana Santa, processions i més, tiene, creo, la consabida intención de denunciar a nuestros gobernantes municipales que participan en las actividades religiosas de la Semana Santa, cuando bien pudieran hacer lo que mi compañero Bartolo y no acudir a ellas ya que no pasa nada si no se acude y si se hace a nivel personal porque uno se lo cree, pues estupendo, pero representando a todos y todas las colomenses, pues es otro cantar. Lo que no me queda claro del artículo es porqué se asimila la Semana Santa, en especial una Semana Santa de procesiones, con toda una suerte de males y de taras de la Iglesia católica. No le acabo de ver yo la intención, o se la veo pero me resulta tan repugnante que no la llego a comprender por parte de una izquierda transformadora y alternativa, capaz de asimilar la diversidad cultural siempre que no sea la que viene de una parte del Estado español. Es decir, en el artículo, el autor o autora, o autores, vienen a decir que la Semana Santa, esa semana santa de procesiones, es franquista. Que no es de aquí. Que viene impuesta por, que si la iglesia, que si Franco, que si las procesiones, que si la inmigración. Yo aquí lo mezclo muy a grosso modo y lo pueden leer en el artículo, y puede que se me diga que lo hago a mala fe. Pero si alguien me conociere, sabe que las procesiones me interesan como hecho antropológico y que, efectivamente, si puedo ver una de cerca, mejor, porque lo que a mí me gusta es el jaleo y ver quién es la gente que hace estas cosas. Pero ni soy creyente, ni practicante, ni me gustan especialmente las procesiones porque no dejo de ser un charnego de mierda. En el artículo, por ejemplo, se habla de la Iglesia Católica como pilar del franquismo, como hogar del machismo, como la quintaesencia de lo que hay que combatir, cosas todas ellas con las que uno puede estar de acuerdo, bastante de acuerdo. Pero el articulista olvida que precisamente en Santa Coloma, el poder de la Iglesia fue determinante para aglutinar movimientos antifranquistas. Lluís Hernàndez, no lo olvidemos, era cura. Así que en realidad, de qué estamos hablando. Si antes dije que la propuesta de la nueva izquierda andalucista me parecía un disparate, con las mismas digo que lo que propone el artículo me parece muy poco compartible por alguien de izquierdas, progresista, como se diga. Y con las mismas digo que me patea ver a la alcaldesa de Santa Coloma con la vara en la mano o a las regidoras con mantilla. 

No me voy a meter a valorar cómo tiene que valorar cada uno sus creencias y practicarlas y toda esa mandanga. En realidad este tema es un tema menor, un tema como pasado ya de moda, pero que de vez en cuando vuelve. Y no vuelve en tanto como eso, como debate sobre la religiosidad o sobre el laicismo. A nadie le parece franquista la Passió d'Olesa de Montserrat o la Dansa de la Mort de Verges. Pero sí las procesiones. Anticlericalismo o anti otra cosa. El debate vuelve como otra cosa. No como religión, sino como un hecho cultural. Y lo reivindicamos o lo denostamos según nos convenga o nos parezca más cercano o lejano. 

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