¿He querido ser yo alguna vez periodista? ¿He conseguido ser yo periodista alguna vez? ¿Qué es ser periodista? ¿He tenido yo una historia como la de Carlos Boyero? ¿He conocido a toda esa gente? ¿He construido alguna vez un personaje superior al texto que escribo? ¿He creído alguna vez que soy un personaje? ¿He pasado noches o sobremesas de whisky, tabaco y conversaciones sobre cine y las cosas del cine o la música o el jazz o los dilemas de la vida cultural o las incomodidades o comodidades de los hoteles que he visitado, las mujeres que...? Realmente, ¿qué es lo que nos cuenta el documental El crítico sobre la figura de Carlos Boyero?
Un documental sobre la figura de uno de los críticos más conocidos del país, asociado a una época de nuestra historia cultural que ahora mismo parece tan lejana. Viendo las imágenes de este documental y lo que representa, se da cuenta uno de que ya tiene una edad, de que la edad que tiene debería tenerle en otro sitio, todavía creo que soy joven y no lo soy, porque yo... Yo. El crítico que hace sus críticas contándose a él mismo, su movida, sus historias, sus manías, sus tics, su construcción de un personaje que vive en su propia película. Un modelo, fotografías, poses, despreocupación, bohemia, he pasado por mucho, he vivido tanto, no soy de este mundo, no tengo móvil, no nos interesan las cosas modernas que pasan todos los días, la Cadena Ser, Canal Plus, El País, una cenita con Oti Rodríguez Marchante lamentándose de que, ay, no han podido con una botella de vino.
Periodistas hablándose de sí mismos. Periodistas de una época, esa época gloriosa de los años ochenta, cuando estábamos viviendo ese país nuevo, moderno, europeo, festivales de cine, noches de bohemia, construyendo un mundo como el que veíamos en las pantallas del cine que les gustaba tanto, ese país, el mejor de los mundos posibles. Periodistas que miran ese mundo y le quitan el velo al mito, en realidad ese tiempo ya ha pasado, aunque se quiera vivir en la ficción de que todo consiste en eso, en construir ese mundo de las películas, donde siempre eres Humphrey Bogart y la chica más guapa se viene contigo porque nena nosequé. El crítico y Carlos Boyero y aquel tiempo en el que esperabas el diario en papel para leer a los críticos o periodistas que te gustaban, si es que te gustaban, porque igual no te gustaban, pero reconocías que ese escribir así como si no hubiera normas, como si todo lo que te enseñaban en la facultad en realidad no sirviera para nada, porque Carlos Boyero hacía un poco lo que le daba la gana. Qué tiempos aquellos. Qué daño.
Periodistas comentándose la jugada, nuestro cine, la industria, ese mundo de periodistas en la redacción como un mundo aparte, personas elegidas que saben de qué va el mundo, directores, redactores jefe, jefes de sección, el mundo en sus manos, la vida cultural y política, te pongo o te quito, quiero tenerte y me voy contigo, ole.
En el documental, tienes razón, hay colegueo, pero también hay una voluntad no sé si involuntaria, de señalar que ese mundo fue artificial, que eso no era el mundo, y que ese mundo ya no existe. Existe otro, que posiblemente sea igual de irreal que aquel. Pero yo ya no me entero.
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