martes, 12 de septiembre de 2023
Salvador Seguí Rubinat. El Noi del Sucre - Antología
En el centenario del asesinato de Salvador Seguí, El Noi del Sucre, es todo un acierto que se haya publicado esta antología con sus textos escritos y discursos recopilados para saber de manera cierta qué pensaba esta figura mítica del anarcosindicalismo e interpretarlo por uno mismo sin tener que hacer caso de quien quiere arrimar el ascua a sus múltiples sardinas. Salvador Seguí es, como digo, una figura mítica de un tiempo en el que la Confederación Nacional del Trabajo, la CNT se configuraba como un espacio anómalo en el panorama político europeo, la principal central sindical del país en competencia con la UGT, seguía los postulados anarcosindicalistas cuando esto ya era algo que en el pensamiento general europeo parecía superado. Pero es que, leyendo lo que uno lee, hay una diferencia muy grande entre lo que uno tiene en la cabeza respecto a los anarquistas del aquí y ahora, de la revolución sin tregua, de la vida al margen, de tantos tópicos que los propios anarquistas (o quienes se han llamado así y quienes les han hecho palmas) se han esforzado en muchas ocasiones por acentuar. El pensamiento de Seguí va mucho más allá. Y es lógico que entrara en contradicción, a veces profunda contradicción, con quienes veían en el anarquismo como una idea que se debía plasmar en la tierra y como nos viene a decir Seguí, un ideal que solo con herramientas como el Sindicalismo se podría llegar a albirar. Porque para que quede claro, Seguí es un revolucionario, pero como dice la canción de Seguridad Social 'no quiero hablar de la lucha si no estamos preparados'. Es decir, Seguí nos dice que en el caso, hace de esto más de cien años, que por un movimiento X, el poder recayera en el proletariado, no lo deberían aceptar porque todavía no están preparados para poder ejercer ese poder de la manera que sería la correcta. El ejemplo de la Rusia soviética, contemporáneo, es para Seguí fundamental. Una revolución que se organiza y se ejecuta y se triunfa en un tiempo récord y una clase que debe organizar no solo un país, todo un imperio, de manera improvisada. Esto para Seguí es un error y, aunque aplaude en un principio la revolución bolchevique e incluso quiere meter a la CNT en la Tercera Internacional, al poco retrocede y busca su propio camino. En sus textos se incide mucho en esto, la preparación, la formación, la educación, la organización, como principal herramienta revolucionaria, casi mucho más que la acción directa y mucho menos el terrorismo, que repudia. Un pensamiento avanzado y que puede llamar a mucha gente a pensar que, hoy, Seguí sería... o no sería. No lo sabemos. Incluso se atreve en su tiempo a contestar a quienes le acusan de querer hacer política, 'ser político', ya que sus ideas se salen del tópico y hay que encajarlas de alguna manera. Un traidor para algunos, un visionario para otros, al final, Seguí es víctima de la violencia que no se detiene a mirar quienes son los buenos o, precisamente, se encarniza con los que pueden proponer posiciones que atraigan a las masas y salva a quienes solo entorpecen con su afán acelerador de las cosas. A Seguí lo mata la pistola pagada por los burgueses de Barcelona, burgueses que pagarán poco después la dictadura de Primo de Rivera y que más tarde harán lo propio con la de Franco. Unos burgueses que a veces vestidos de catalanistas, otras veces a conveniencia, serán mortales enemigos del pensamiento de Seguí, pero no por su virulencia o por su ferocidad o histrionismo, sino por el peligro que suponía la capacidad de organización y de cambiar la mentalidad de la gente que escuchaba un discurso con el suyo. La revolución es muchas cosas y no las que nos creemos. Un libro que abre los ojos y que es necesario leer.
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