martes, 24 de octubre de 2023
Genaro Villagrasa - Una casita junto al río
La Historia la podemos contar de muchas maneras. Podemos querer provocar en el lector un sentimiento u otro. Podemos querer que salgamos de la lectura con una sensación de dolor, derrota, angustia, ira, cabreo, rabia... o podemos ver que las cosas se pueden narrar de manera que una porción de nuestra vida da paso a otra y que lo malo o no acaba nunca o no hay manera de remediarlo o a las penas puñalás y que, al fin y al cabo, nuestras vidas no son más que una eterna huida hacia algún sitio donde hallemos algo de tranquilidad. Estoy hablando de nuestras vidas, las vidas de quienes venimos de algún sitio en el que nuestra memoria recuerda que la cosa se puede complicar en cualquier momento, que hemos nacido para irnos, pero que lo suyo sería que, en algún momento, nos pudiéramos quedar. La historia que cuenta Genaro Villagrasa en Una Casita junto al Río es la historia de quienes llegaron a Barcelona a principios de siglo al calor de las oportunidades que ofrecía una ciudad en crecimiento pero que no estaba dispuesta a acogerlos de una manera amable y civilizada. Porque en este país somos muy civilizados, pero cuando nos interesa y nos ha interesado a momentos. Y no a todos. De hecho, no le ha interesado sobre todo a quienes tenían algo que perder. Una Casita junto al Río nos cuenta la llegada a lo que desde Santa Coloma siempre hemos conocido como las Casas Baratas de la familia Quintana, con los progenitores Fortunato y Visitación, él de Murcia y ella de Aragón, y sus hijos Diego, Pilarín, Quico y Amparito. Desde que abandonan el barrio de San Andrés de Palomar hasta que llegan a colarse, a ocupar, una de las casas vacías de los conjuntos de casas que, gentilmente, las autoridades construyeron para alojar a los trabajadores, no a todos, que vinieron a sacar adelante las obras de la exposición universal, metro, etc. La historia de las penalidades de la familia es también la historia de un barrio en tierra de nadie, que no era la Santa Coloma 'pueblo' ni era la Barcelona en crecimiento. Perteneciente a Santa Coloma, pero al otro lado del río, las Casas Baratas, nos cuenta Villagrasa, eran vistas por las buenas gentes del 'pueblo' como algo extraño, ajeno, amenazante a un estado de cosas. La convivencia de ambos mundos no estará exenta de tensiones, pero la convivencia dará como fruto también la mezcla y el surgimiento de algo nuevo que... ya saben cómo acaba la historia. Porque la historia que nos cuenta Villagrasa es la historia de las Casas Baratas, de sus gentes, tipos humanos de la clase trabajadora, pero también es la historia de la República y de su final. Es la historia de un tiempo de ilusión, pero también de tensiones y de conflicto entre lo que se esperaba y lo que fue, entre el mundo nuevo que soñaban y peleaban los anarquistas y la República de lo posible que en unos pocos años se propuso cambiarle la cara a todo un país y que fue tanto su empeño que terminó siendo barrida a cañonazos sin piedad. Sin piedad. Así, la familia Quintana, desde la más absoluta miseria, va viendo como su situación mejora a medida que los miembros de la familia encuentran trabajo y dan sentido a eso que somos, proletarios, solo tenemos prole y es esa prole la que nos ayuda a sacar adelante la cosa, todos aportamos y todos somos parte de algo más grande. Una situación de cierta prosperidad que permite que en pocos años la cosa vaya de la subsistencia y la precariedad total a poder comprar cosas, regalos, disfrutar de cierto tiempo de ocio, plantear una vida diferente. Pero todo eso se va al carajo con el golpe de estado de 1936 y la guerra contra el fascismo que se salda con el resultado que todos conocemos. Pero lo que hace Villagrasa al contarnos no solo la precariedad, también los anhelos y caídas y resurgimientos de sus personajes, los buenos, los malos, los regulares, la guerra, la crueldad de la derrota, la abundancia, el amor, el tirar para delante, el buscarse la vida como se pueda, es plantearnos una mirada que no es blanca, que no es un Cuéntame de las Casas Baratas, sino que es una manera de mirar la vida acorde con la memoria de quienes saben que todo puede saltar por los aires en cualquier momento. Y quienes saben que, es en el grupo, entre los suyos, donde se encuentra la única seguridad posible. Cuando eso se pierde, solo nos queda huir. Los personajes se van, otros se quedan y trazan su manera de resistir. Son cuatro días...
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