lunes, 30 de octubre de 2023
Pasatiempo
En otro tiempo no habría explicado cosas como esta y quizás habría tendido más a exponer una sucesión de escenas inconexas con un final sorprendente y dejar que todo cobrara sentido en la cabeza del lector, pero he cambiado y las lecturas y también la falta de tiempo me obliga a llevar a cabo experimentos formales menos arriesgados, mucho más apresurados, creo que inferiores. Pero cumplen una misión y esa misión es la misma de siempre. Si quieres encontrar un culpable lo puedes encontrar de la forma más sencilla, para empezar buscando en ti mismo. Si no estás satisfecho sintiéndote culpable, la cosa se te complica a demanda. La culpabilidad en este caso era evidente. Una persona había entrado en un establecimiento donde se vendían pijamas, una mercería, y había robado una cantidad indeterminada de medias. Elejalde había investigado y descubierto al ladrón. Era un personaje del barrio que había vuelto después de muchos años en presidio y vagando por distintas ciudades. A su regreso al Casco Viejo frecuentó dos o tres bares, se entonó, cogió fuerzas, recordó y fue a atracar la misma mercería que atracara la primera vez que atracó cualquier cosa. Elejalde lo tuvo fácil porque la dueña de la mercería lo reconoció al instante. Elejalde entró en un bar, saludó a los parroquianos que estaban viendo en la tele un partido de pelota y se dirigió al único que no hacía caso. Txiki, cómo vamos de medias. Txiki se rio y dijo que tenía siete. Son más. Elejalde también se rio. Txiki se quedó esperando algo, Elejalde no sabía que hacer. A veces pasan cosas como esta y entonces qué. Entonces qué.
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