lunes, 3 de septiembre de 2012

Baal

- ¡Oh Baal! ¡Oh Gran Baal! ¡Esperando y contemplando la estupidez humana! ¡Oh Baal que sabes poner en su sitio a quien se cree por encima! ¡Oh Baal, Gran Baal, que haces tropezar a quien se ufana de si mismo! ¡Oh...!
- Si, si. Pero, un momento. Cuéntame qué te sucede para que vuelvas a molestarme con tus alabanzas. Dime, dime qué he hecho esta vez.
- Oh Baal. Le vi venir desde lejos. Un muchacho patilludo, con el pelo cortito, con unas gafotas, con aspecto de pelado, pero de pelado con clase. Y a su lado una moza de buen ver. Una moza lozana, sana, de aspecto la mar de saludable. Pareciera que eran pareja. Pareciera, oh Baal, pero no. Cómo supiste colocar ante mis ojos a un personaje que pudiera sacarme de mis casillas y empujarme después al abismo.
- Cuenta, cuenta, mortal.
- El joven hablaba muy alto. No era tan joven. Pertenecíamos a la misma quinta, digo yo. El muchacho contaba su vida y sus gustos. Sus progresos con la tecnología móvil, con las redes sociales, los amigos que tenía, los sitios en los que había pinchado su música. El chico era un prodigio de las relaciones sociales, amigo de sus amigos, un tipo peculiar pero de una sociabilidad extrema al parecer. Me cayó gordo al instante. Empezó a contar sus andanzas y se notaba que quería con ello impresionar a la muchacha, mas muy torpemente. De tal manera que incluso juzgaba a sus amigos. 'Tal me parece un idiota'. 'Esotro me cayó muy bien'.
- Creo que empiezo a recordar, si.
- ¡Oh Baal! La cosa fue pasando a mayores cuando enumeró sus aficiones. Era futbolero, pero no era futbolero. Fue del Espanyol en su niñez pero se quitó cuando perdió la final de Leverkusen. Esto me hizo considerarlo un patán. Un tonto a las tres. Ya no podía quitar, ay, ni yo ni mi acompañante oído a lo que decía en voz tan alta. Todo era de dominio público. Fue haciendo una lista de cosas que le gustaban y que no. Le gustaba la chica. Lo dijo así a voz en grito. Aquello fue entrañable, la verdad. Acto seguido la chica, que no era de aquí, sería vasca o así, dijo algo sobre trabajo o sobre alguien que conocía. La conversación entró en política. Dijo entonces él que no era independentista. Que él era de su barrio. De su gente, de actuar localmente para influir globalmente. Topicazo. Acto seguido se dijo a si mismo nos dijo a los demás que él era de la CNT. La chica lo pilló. Que si conocía a nosequién o a nosecual. Entonces él, perdido y cada vez más borracho, dijo que él no era estrictamente de la CNT, sino que se movía por ahí. Que él era de la AIT. Para morirse de risa. La chica le fue colocando nombres de gente que conocía de ese mundillo. Entonces él dijo que era del PSUC. Así, sin anestesia. Aquello ya era de preocuparse. Pero no del PSUC. Era trostkista. Ojo. 'El que más trabaje que gane más'. Porque él trabajaba pim pim pim, y cada uno... estuve por girarme y lanzarle la mirada del espanto. Pero no.
- Aligera mortal. Esto se me está haciendo largo. ¿Dónde quieres llegar?
- ¡Baal, Oh Gran Baal! El chico estaba desesperado. Intentaba caerle bien a la chica, conquistarla, seducirla, no sabía cómo impresionarla. Se declaró dos o tres veces. Le gustaba. Se fueron. Entonces me ufané ante mi acompañante de lo tonto que era el mozo. Qué tonto. Qué tonto. No sabía dónde tenía la cara. Qué tonto. Qué patán.
- Y entonces, momentos después, quien quedó como el verdadero tonto fuiste tú.
- ¡Oh Baal! ¡Cuánta sabiduría! ¡Cuánto poder para situar a cada uno donde debe!
- No sufras mortal. Llegarán tiempos mejores. No sé cuándo, lo tengo que mirar, pero que llegar, han de llegar.

1 comentario:

  1. Ay monsieur, hoy no me ha dado religiosa al leer a Baal, no. Hoy me ha transportado usted directamente a Buenos Aires en las alas de un tango, porque me ha recordado esto:

    "Sé que te afligís
    y te lamentás
    porque en tu cartera hay mal de ausencia.
    Sé que te amargás
    y te envenenás
    porque te da cita la indigencia...
    No perdás el pie
    y tenete fe
    que tras el ciclón viene la calma.
    Y si ves que llueve
    abrí tu paraguas
    y esperá en la higuera
    que bajen las aguas.
    Que esto de la crisis
    es porque el que afana,
    tiene el mango en cana y nada más...

    ¡Ya vendrán tiempos mejores!...
    ¡No te aflijas, Catalina!...
    ¡Ya vendrán tiempos mejores!...
    Y tendrás tu permanente,
    tu colonia de la fina
    y tu cine diariamente...
    Y verás los amarillos
    patinando en los bolsillos,
    pagaremos nuestras deudas
    y pondremos comedor...
    ¡Ya vendrán tiempos mejores!...
    ¡No te aflijas, Catalina!... ¿Cuándo?...
    Cuando no haya un cobrador..."

    La última estrofa ya no se la pongo, porque no hace al caso. Es que comienza: "Si tenés amor,vida y juventud ¿por qué siempre estás de condelencia?", y claro, no, no es eso.

    Feliz día, monsieur, bienvenido a la rutina.

    Bisous

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