Francamente, el día no está para muchas elucubraciones y demás, pero nos ha llamado la atención un pequeño cuento que hemos recogido de un libro casi insignificante de la escritora argentina María José Hegger, titulado '¿Entonces qué?. Un cuento mínimo, el llamado '¿Dónde estaba el Rubio?' que deja abiertos interrogantes desde que empieza hasta que acaba.
'Ekaterina Marievska llegó de Cracovia a la Argentina como muchos otros llegaron, con una mano atrás y otra delante. Trabajó primero en Buenos Aires, pero viendo que allí no sacaba nada en claro, mediante un contacto en el interior pasó al interior, primero a Rosario y luego subió hasta el Chaco, donde se encontraba una colonia de polacos y rusos, que habían formado una pequeña colonia cerca de Quitilipi. Ekaterina ya contaba entonces con casi treinta años y todavía no se había casado. Comenzó trabajando en una pequeña estancia, propiedad de uno de los rusos de la colonia, y finalmente, con el dinero ahorrado entre unos trabajos y otros, pudo montar un pequeño tienducho, un comercio en el que vendía todo tipo de artilugios, comestibles, accesorios para el campo, granos, semillas, licores, ropajes... todo lo que quisiera encontrar desde el estanciero al transehúnte. Desde el vagabundo al forajido. Desde el aventurero a la polaquita que necesitase algo para el pelo. Todo y más, 'la Catalina', lo tenía disponible y a cualquier hora del día. Nunca cerraba.
Con el tiempo, 'la Catarina' comenzó a pensar en casarse. El candidato con más disposición era 'El Rubio'. Un musculoso hombretón, polaco de Lodz, que llevaba ya más de treinta años en aquella parte del Universo, tras haber llegado de niño con sus padres. Su inmersión en la zona había sido tan profunda que ni siquiera recordaba su nombre polaco, y tenía que esforzarse mucho para poder nombrarse en castellano. Así que todo el mundo le llamaba 'el Rubio'. El noviazgo fue todo lo aburrido y patético que puede ser un noviazgo sin amor en una región solitaria y sin nada que contemplar más que la miseria de uno mismo y la de los demás. Tras dos citas en la que ella ni siquiera se interesó por preguntarle su nombre real, se casaron en la pequeña capilla del pueblo.
Pasaron los años y llegaron cuatro hijos, que en cuanto tuvieron edad de poder hacerlo se largaron de allí camino de Buenos Aires. Mientras, 'la Catarina' seguía vendiendo y vendiendo. Y 'el Rubio', tras haber pasado muchos años trabajando como vaquero, se tuvo que quedar en casa 'ayudando' en el negocio familiar. ¿Cómo ayudaba 'el Rubio? Estaba allí. Mientras 'la Catarina' estaba en la tienda, él estaba sentado en un sillón en la sala de al lado. La vivienda comunicaba con la tienda. Él estaba allí. Su presencia se hacía sentir aunque no se viera. Los niños que iban a comprar las pocas y miserables golosinas que podían tener, asomaban sus ojillos a la salita para ver al Rubio.
Y un día, ocurrió un hecho fatal. Una banda de forajidos llegados desde Santa Fe, que iban asaltando villas y pequeñas aldeas huyendo de la policía, apareció por aquel contorno chaqueño y atracó la tienda de 'la Catarina'. Dicen que aprovecharon un descuido de ella, que unos la distrajeron y otros entraron, que la amenazaron. Se dicen tantas cosas. A ese atraco le siguió otro, por parte de la misma banda de forajidos. Lo verían tan fácil que no se resistieron. Esta vez no se contentaron con sustraer materiales de la tienda que necesitaban sino que se aventuraron a entrar en la casa. Hubo una tercera vez en la que una de las integrantes de la banda, pudo incluso entrar hasta las mismas habitaciones donde dormían 'la Catarina' y 'el Rubio'. Entraron y salieron como si tal cosa.
Y claro, la gente se preguntaba... ¿dónde estaba el Rubio? ¿Qué otra cosa tenía que hacer si no vigilar? ¿Qué otra cosa hacía si no vigilar? ¿dónde estaba el Rubio?'
¿Y dónde estaba???? ¡No nos deje así! ¡Maldición!
ResponderEliminarDurmiendo! Si usted mismo lo dice! Bueno, usted no, María José. Dice "pudo incluso entrar hasta las mismas habitaciones donde dormían 'la Catarina' y 'el Rubio". Tonces estaba durmiendo en su habitación. Res iudicata.
ResponderEliminarBuenas noches, monsieur
Bisous
Buena pregunta pero no se porqué me vino a la cabeza el chiste fácil, sobre, ante, tras o bajo el sillón. O.... malos pensamientos.
ResponderEliminarUn abrazo
jo crec que ella es deixava robar, per tenir alguna cosa que explicar... no?
ResponderEliminar:)