Os lo merecéis todo, amigos, así que sin entretenerme más, voy a presentaros uno de los relatos del insigne Pere Lluis Alcostat, incluidos en la recopilación que acabo de descubrir 'Setanta anys amb el mateix cuentu'. El relato se llama 'El títol', pero lo incluyo aquí en su traducción al castellano. Disculpen los fallos, pero es que la he hecho yo mismo y no es sencillo a veces trasladar el significado de lo que quiere decir el autor en un idioma a otro. No es sencillo ni a veces ni nunca, vamos, es una tarea titánica esta de traducir. Yo no soy traductor ni mucho menos, simplemente me he dedicado a leer de un idioma que conozco y pasar eso que he leído al otro, sin más. No me voy a colgar medallas ahora. Bueno, que me enrollo y luego esto no hay quien se lo lea.
'Me llamo Erna y llevo un cigarrillo en los labios. Me llamo Erna y estoy sentada en la mesa de una cafetería. Me llamo Erna y estoy esperando a un amigo que me dijo que quería contarme algo y no ha aparecido. Pero no es la primera vez que me pasa. Con este amigo o con otros amigos. No he comido nada. Estoy con el estómago cerrado desde hace unas cuantas horas. Mi amigo me llamó y me dijo que quería verme para contarme algo que le había pasado con lo que estaba escribiendo y me ha citado aquí. No le conozco. La verdad es que nunca le he visto personalmente, le conozco por un anuncio que apareció en el Diario del Día en el que un escritor solicitaba una amistad epistolar para ir tratando de sus progresos en el arte sin necesidad de recurrir al contacto físico. Me hizo gracia y le respondí. Llevamos ya algunos años carteándonos. No es el único con el que lo hago. Otros aspirantes a escritores o, intuyo, escritores que han publicado ya y buscan inspiración o consejo sin tener que presentarse físicamente, recurren a este artificio de la relación epistolar. A mí, me da igual. Tampoco tengo muchas cosas que hacer. Me llamo Erna y siempre quise dedicarme a la pintura. De hecho soy pintora, pero no sé si soy muy buena o muy mala. No le enseño mis obras a casi nadie. De vez en cuando, a algún amigo que encuentro en el bar, no a los escritores, a los otros amigos, a los de la barra de las tabernas que alguna vez me acompañan a casa, y según lo borracha que esté, les dejo ver algo. No he comido nada y tengo hambre. Si pido algo de comer... no tengo dinero suficiente. No sé porque quedo en estos sitios tan caros y tan modernos si sé perfectamente que no me alcanza el dinero para poder comer aquí. Trabajo en una fábrica de jabón. Me llamo Erna y trabajo en una fábrica de jabón. Tengo un sueldo exiguo, vivo en un barrio trabajador, yo soy una trabajadora. Pero me gusta pensar que soy otra cosa. Me gusta pensar que soy una bohemia que vive en... tengo hambre. Este no viene y creo que me voy a ir. El camarero me trae un sobre. 'El título, ya lo tengo. Éxito'. Bueno. Me gusta pensar que sirvo de inspiración. Qué alegría. Me voy al barrio a ver si me hago de cenar'.
Bueno, pues si tiene un puesto de trabajo y encima le pagan por él, aunque sea un sueldo exiguo, ya es afortunada la mujer. Son tiempos en los que no todos pueden decir lo mismo. Y luego puede sacarse un extra si un día se estira y pone a la venta alguna de sus obras, ya ve.
ResponderEliminarFeliz día, monsieur
Bisous