La tónica habitual de los viajes relatados en el Círculo Projorelov era positiva. Créanme. Prácticamente todos los viajeros que acudían al Círculo a contar su peripecia dejaban un eco de buen rollo, experiencias agradables, paisajes magníficos y amistades perdurables. Si en el transcurso de los relatos que han ido apareciendo quizás se ha dado otra impresión... quizás ha sido por una cierta querencia del que transcribe por las historias un poco extrañas. Aquí les presentamos, por ejemplo, el relato de Doña Ulrike Sanchidrián. Esta impetuosa mujer, aventurera y de carácter independiente (pincelada que suele decirse siempre de las mujeres, no se dice por ejemplo, 'era un hombre independiente', no crean que no me he dado cuenta), decidió emprender un viaje a la Patagonia argentina y chilena. Por una ventolera. Sin motivo aparente, sin ninguna excusa, por que sí.
Doña Ulrike Sanchidrián contaba por entonces con la utilísima edad de 36 años y se embarcó en un crucero que tenía como objeto única y simplemente conocer la Patagonia y tal. El viaje del crucero, una vez embarcados en Cabo Verde, según contó de manera segura y directa Doña Ulrike, fue muy placentero. Un galán maduro, de nombre Humberto Thibaudi, le dio conversación, amena conversación, durante todo el trayecto. Al llegar a Buenos Aires, Thibaudi desembarcó y no volvió a verle. Los paisajes australes la impresionaron mucho, el frío, extremo, la soledad, el carácter duro pero amable de los lugareños, la sensación de estar alejada absolutamente del mundo tal y como lo conocía...
Tan sólo un hecho perturbó el viaje. El galán maduro Thibaudi no volvió a embarcar, pero en su lugar apareció un rufián llamado Thibaut Uberti que guardaba un parecido asombroso con el maduro de antes. Sin embargo, si uno era educado, atildado y un tanto anticuado en sus modales, el otro era un gañán que miraba a Doña Ulrike con ojos viciosos.
Afortunadamente, según Doña Ulrike, no ocurrió nada que tuviese que lamentar, ya que ella, simplemente había acudido al viaje para disfrutar de esos paisajes tan impresionantes. El relato de Doña Ulrike, como decimos, resultó ameno y muy visual. Doña Ulrike es una gran contadora de historias y sus relatos siempre han sido muy apreciados en el Círculo Projorelov.
Pero a más de uno se nos quedó cara de saber más sobre lo que ustedes ya imaginan.
Y se da usted cuenta de que también se dice siempre "un galán", pero no "una galana", así en plan sustantivo? En femenino solo puede ser adjetivo, y claro, no es lo mismo.
ResponderEliminarMe consuelo pensando que al menos tampoco existe "rufiana". O eso creo.
Buenas noches, monsieur.
Bisous