martes, 8 de marzo de 2016

Karpov

Ya tenía yo ganas de manguita corta. Pero me estoy poniendo como un tocinete. Yo creía que había llegado un punto en el que no me iba a engordar más, por temas de edad o yo que sé. Es una teoría un poco idiota, por la que creo que llegada una edad, ya ni engordas ni adelgazas. Es así. Peregrina idea, si, pero el tiempo y la falta de alicientes me hace derivar mi conocimiento hacia teorías y... en fin. A ver. Me duele la espalda. Esto me pasa cada vez más. Me duele la espalda. Si fuera malo conmigo mismo me diría que me duele la espalda porque me pesa la barrig, pero no. Me duele las espalda porque si estoy mucho rato de pie, se me carga y me tengo que apoyar en cualquier parte. No estoy para simultáneas. Estoy para centrarme en una partida solo y ya está. Tengo miedo de perder con alguno de estos. Tengo miedo de que alguno de estos tenga suerte y me pille en un renuncio y la cague. Tengo miedo de que algo salga mal. Tengo miedo de que la espalda me duela tanto que no pueda seguir. Tengo miedo de ponerme como una bola. Tengo que cortarme el pelo también. Tengo que esperar el momento propicio para cortarme el pelo. No sé quién me dijo que era mejor mirar la luna para cortarse el pelo. Pero entre que no controlo y que un día por otro no estoy por la labor, al final, mira que mata de pelo detrás. Me sale mucho pelo de atrás. La melena esa que se me queda montando la camisa. De arriba tengo pelo, pero yo sé que cada vez tengo menos pelo. De atrás en cambio, un matojo. Mira cómo miran el tablero. Qué ganas tienen de pillarme en un error, de cogerme en un fallo y darme. Y luego ir a su club y decir que le ganaron al gran mestro. Algunos seguro que no saben ni quién soy. Seré el otro, seguramente. El otro. Siempre que se habla de mí acaba saliendo el otro. Les hubiera gustado que hubiera venido el otro, pero se han tenido que conformar con el otro. Yo soy quien jugaba las partidas con el otro. Siempre está presente. Si me ganan, si alguno de estos consigue ganarme, no tendrá tampoco demasiado mérito. A fin de cuentas, yo no soy el otro. Al otro si que sería difícil ganarle. En cambio yo, total, para qué me voy a esforzar. Y de todas maneras, tengo que ganar. Aunque sea por el otro. Espero no desconcentrarme demasiado. Me alegro de haberme puesto la camisa. Tengo que comprarme más camisas de manga corta. Estoy cómodo, aunque marque un poco de barrigueta. Qué puedo hacer para no coger tantos Kilos, si no hago nada especial. Mira, quizás las simultáneas ayuden. Porque sentado no me muevo, en cambio aquí de pie, pues parece como que haces más,.. no sé. Me da la impresión de que estoy jugando por obligación. Ni siquiera me preocupo por el juego. Estoy más pendiente de otra cosa.

2 comentarios:

  1. ¡Con tantos pensamientos simultáneos no sé yo si se concentrará en las partidas!

    ResponderEliminar
  2. Pues ya podía ser verdad eso de que llegando a una edad ni se engorda ni se adelgaza. Kilos de bombones empezaba a comer yo ahora mismo. Y pasteles de manzana. Pero este hombre, con la tensión nerviosa que pasa siempre en todos los relatos, me sorprende que no adelgace solo.

    Feliz tarde

    Bisous

    ResponderEliminar