Hablando y hablando de toda la movida esta de la ciencia ficción y de cosas del espacio, nos ha llegado una publicación de la Universidad de Protasov, en la que recogen aportaciones literarias diversas y nos ha parecido interesante recoger este relato de Mark Vredestein titulado ‘Temblores’.
‘Los días que transcurrieron hasta que se decidió quiénes íbamos a ser los tripulantes de la nave, fueron un auténtico infierno. Una vez que todos completamos las pruebas para la selección, comenzó todo un tópico enfrentamiento entre los miembros de un grupo que debía concluir con la eliminación de dos de sus integrantes de total de seis. Rumores, maledicencias, comentarios inoportunos, maldades, amenazas, miradas, insultos, hasta un conato de agresión, fueron salpicándose hasta que, con los nervios a flor de piel, llegó el veredicto. Y yo no era uno de los seis elegidos para la gloria.
La misión. La misión consistía en llegar a Marte y, una vez allí, recoger muestras de lo que unas sondas habían identificado como agua para analizarlas desde allí y de paso traerlas a la Tierra para ver qué. Era aquella, sin duda, la ilusión de mi vida. Toda mi existencia, desde mis tiempos de colegial, había sido dirigida a la carrera aeroespacial. Mis estudios, mis relaciones personales, mis esfuerzos, la vida en sí y siento ser repetitivo con el tema, lo había enfocado a que, llegado el momento, pasaría al espacio, surcaría el cielo, pondría el pie en territorios desconocidos, conocería de primera mano lo que tantos otros solo pueden soñar.
Sin embargo, no fui elegido. Al parecer, en las pruebas de situación y manejo de aparataje, me mostré algo torpe en comparación con el resto de ‘habilidosos’ compañeros. Mis conocimientos teóricos eran muchos, pero al parecer, -y tal y como se recogió en el informe que me remitieron y que remitieron a todos los miembros de la expedición para más escarnio- ‘me temblaba la mano al coger cosas’.
Acepté con suma deportividad y elegancia el resultado e incluso me ofrecí para trabajar en el equipo que seguiría haciendo cálculos y diseños sobre la nave y el viaje en sí. Fueron estos días muy provechosos en los que incluso llegué a intimar con una de las integrantes del equipo, con la que tuve un pequeño flirt que me ayudó a sobrellevar aquella decepción primera.
Trabajando y calculando, y ya con la expedición en marcha, a punto de despegar, llegué a una conclusión por la cual había unos logaritmos que estaban empleados de una manera no totalmente exacta, lo que podría provocar y de hecho provocaba, un pequeño oscilamiento de la nave que podría resultar, cuando menos problemático. No dije nada.
Así, cuando ya con la nave en el espacio comenzaron a producirse pequeños altibajos en el recorrido de la nave, que no pudieron corregirse en tiempo y forma y estos contratiempos desembocaron en lo que fue el primer accidente con consecuencia de choque frontal de vehículo espacial contra la superficie de Marte y la trágica consecuencia de tantos muertos. Mientras veía las imágenes en la pantalla del centro de… pensaba… ‘ahora tiembla tu puta madre’. Orgulloso, pues no estoy orgulloso, pero es la vida.’
Pues mire, justo ahora estaba mirando su fb y pensando lo mismo. Ya vendrán las aguas calmas.
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