Pongámonos en situación y luego si eso, vayamos a por la digresión y el análisis. Un concierto. Un cantautor. Un formato que requiere concentración y atención, porque el artista, Salva Criado, nos trae una serie de canciones que hablan de cosas personales, de viajes, de experiencias, de recuerdos, de etapas que pasaron, de momentos de euforia, de lo que le ocurre a alguien que tiene una vida y unos objetivos que se marca y que nos hacen lo que somos. O lo que es. No comparto nada de lo que canta, ni el lirismo, ni las formas, me resultan ajenas. No me gusta. Pero ahí estoy. No es la primera vez ni la última que voy a un concierto en el que salvo la compañía, poco o nada me hace estar allí. No diré que el artista lo haga mal, consigue lo que se propone, que la gente se meta en su mundo y que o vea con simpatía. Claro que sí. Más aún cuando una persona, en un estado sensiblemente de merma de facultades por causa de llevar demasiado tiempo, quizás, en ese mismo sitio que no hemos dicho que es el Línea, pero el Línea no tiene nada que ver con esto, más aún, digo, cuando esa persona entabla conversación con unos amigos del cantante. Y es la segunda o tercera canción cuando el cantante hace un comentario reclamando silencio a la persona de primera fila. El aludido se da por aludido, pero a una segunda reclamación, abandona la sala. Hay cierto intercambio de pareceres, finalmente la persona abandona el bar y el cantautor sigue con su concierto en loor de multitudes.
Y aquí llega mi reflexión. ¿Debe el artista mandar callar al público? Un recinto, sin entrada, taquilla inversa, al que uno acude a tomar algo, quizás toma demasiado, y se encuentra con un concierto. El concierto le puede interesar más o menos, y sin increpar al cantante, se limita a conversar con otra gente que pueden ser amigos o no. ¿Debe el artista reclamar silencio? ¿Se lo debe de ganar el propio artista? El artista sale al escenario y ofrece un número, un espectáculo, con rimas, contorsiones, coros, sensaciones, movimientos, que pueden interesar o no al público. Si no ha pagado entrada, quizás sea peor. Hemos ido a muchos conciertos, espectáculos teatrales, en los que el artista ha reclamado silencio. Silencio para poder interpretar. A veces (recuerdo obras de Cocoteva, por ejemplo) el público cree que su obligación es armar follón porque la compañía es follonera siempre. Quizás el algo que la compañía debe reclamar o ganarse. No sé lo que opiné en esa ocasión. O aquella vez en que un niño pequeño fastidió el concierto de una pianista china. La pianista no mandó callar a nadie. Menos aún hizo mofa del afectado.
¿Debe el artista mandar a callar, no porque le increpen, sino porque no se comparte su sentido del espectáculo? ¿Hago esta reflexión un día de la Mona porque no me gustó ya desde un principio la actuación? ¿Debemos pleitesía al artista y respetar lo que hace?
Como ya saben, soy partícipe de un proyecto relacionado ocasionalmente con la música, eltoni, elpako & elchristian. No se me ocurriría pedir atención, silencio, respeto por lo que hacemos. Lo hacemos. Te gusta, bien, no te gusta, bien. Hablas, te ríes, atiendes, no te interesa, molestas, bien. Es lo que hay.
La persona abandona el bar visiblemente enojada. No está en las mejores condiciones. Se torna molesto para el público. El artista, sensible para la vida, los viajes, el amor, el corazón, los objetivos, las remontadas, no lo es para con quien está siendo expulsado de un bar por hablar y no prestar atención a su arte.
El artista reclamando atención. El artista poniendo su arte en tela de juicio. ¿Debe el artista reclamar atención y respeto por su arte?
¿Debe el artista creer, realmente, que es un artista?
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