Si todo el mundo lo hace, porqué yo no. Un poco como le pasa a Roger Waters, me puede el ego. Si a Waters le ha tocado los mengues que Gilmour hiciera gira en solitario y repescase canciones de los Pink Floyd, algunas de la antiguas de verdad, versiones de Barret incluídas, Waters ha sacado pecho con la artillería. Su artillería. Sus Pink Floyd. Que son, en cierto modo, los de la mayoría. Porque somos pocos los que buceamos en el repertorio previo al Dark Side of the moon o que van más allá de The Wall. Así, que ahí estábamos, en el Sant Jordi, haciendo cola y deseando estar allí.
Allí. La eterna polémica, conciertos sentado o conciertos de pie. Las entradas eran sentadas y bien buenas que eran, pero abajo, abajo... ay. Sea como sea, el concierto empieza a las nueve y lo hace con la pantalla gigante cobrando vida, moviéndose, apareciendo la bola plateada y viajando ya hacia el espacio. Podríamos decir que el hilo conductor del concierto fue Dark Side of the moon, el primero de los discos de los Pink Floyd (no me sale llamarles los Floyd) en los que Waters coge las riendas temáticas de la banda y descarga su preocupación sobre una sociedad en la que nos vamos despersonalizando y que nos vuelve locos. Prácticamente se clava todo el disco, salvo la parte del uuuuuuuuuuuu clin clin después de Breathe. El resto, todo. Y bien, claro. Porque es imposible que el Dark Side of the moon, sea mal.
Si todo el mundo lo hace, yo también. No iba a escribir nada, por pesado. El pesado de los Pink Floyd. Pero mucha gente lo hace. Es domingo por la tarde, apetece estar tomando el sol. Pero no.
Al concierto va gente diversa. Antes del concierto, vamos a comer un frankfurt a Creu Coberta. Vamos con mi hermano, el Oscar y su hijo. El hijo tiene sino me equivoco 15 o 16 años. Y le gustan Pink Floyd. Allí mismo vemos a gente con la misma camiseta de los Pink Floyd, una chica y un señor. Una de un concierto del 72, mola mucho. Yo llevo mi camiseta de Dark Side, con la cara de Vader en lugar de la pirámide. Yo tuve, creo que en el insti o en la uni, no me acuerdo, la camiseta del Atom Heart Mother. Y en la uni, seguro, la de Syd Barrett.
Todo el mundo lo hace, opina del concierto y demás.
El concierto está muy bien. Para los que hemos pasado noches enteras con el walkman bajo las sábanas escuchando el Animals o The Wall, pensando que el mundo iba a ser parecido a eso que cantaba Waters y Gilmour... es una experiencia que golpea. Pink Floyd a todas horas. La otra rama. La rama ramonera, el rock radical vasco, los punkarrillas, pero también los Pink Floyd, y todo lo que viene relacionado. La contradicción. Como siempre. O la combinación, que es otra cosa. O buscarle l compatibilidad. Que también.
Gente criticando la megalomanía, que sea rico, que vaya de antisistema en los conciertos y que sea viejo y millonario. Viejos y millonarios. Tiene 74 años y dice que plega. ¿Dónde están nuestros artistas, rockeros, de 74 años? ¿Siguen cantando? Aparte de firmar manifiestos para ver si vuelve a gobernar el PSOE, ¿hacen algo? Waters viene también a presentar su último disco, que se parece musicalmente a lo que te dije.
Una cosa.
El batería. Es Joey Waronker, batería de Beck y de Air en algún disco. Es el batería para sonar como tiene que sonar cualquiera que quiera tocar esas canciones. Con esa pausa. No me quiero hacer pesado. Pero la pausa, ese ir arrastrado, ese parecer no tener prisa. Eso que parece fácil.
Y bueno. Van apareciendo las canciones, hace la de One of these days y se ve al fondo que hay músicos de acompañamiento. Más que nada porque Waters toca el bajo, pero lo toca poco. Se dedica principalmente a cantar. Su rollo mesiánico. Pero ya lo sabemos, no nos engaña. Y los mensajes en la pantalla y la situación del mundo.
Trump acaba de bombardear Siria.
En una de las canciones de su disco, una mujer en una nave industrial está bailando, baila flamenco, se imagina a si misma, o se recuerda bailando flamenco. No me da tiempo de hacer las fotos, pero música pinkfloydiana con una flamenca...
Ojalá estuvieras aquí. La tocan en el primer set, que se cumple con The Wall, un The Wall que toca raro, pero lo toca, y con los niños y todo eso. Y lo acaba con la de 'no necesito abrazos, no necesito drogas, he visto lo que pone en el muro y ya no necesito nada'. Somos todos parte del muro.
Unos veinte minutos de descanso. El Athletic va perdiendo, va a perder.
El público. Hemos dicho que es diverso. Hay gente joven, gente joven que la vemos a nuestro lado cantando a grito pelado. Llaman la atención de una chica que quiere bailar. Hay mucho pureta. Padres con hijos. Madres con hijas. Gente de mi edad. Puretas. Gente joven. Música sin edad, bla bla bla.
Comienza la segunda parte y toca Dogs y Pigs del Animals. Como ya he hablado mucho del tema, no repetiré lo que siento cuando tocan esas dos canciones. Para mí es lo más grande. Nunca, digo nunca, habría pensado escuchar esas canciones en directo. Y me emociona escuchar Pigs. Eres una risa, das risa, casi una puta broma. Pero das miedo. Nos reímos de los líderes, salen todos en pantalla, les silbamos. Estamos todos unidos. Roger Waters brinda con una copa de cava. Se ponen todos máscaras de cerdo. El cerdo empieza a volar. Fotos al cerdo, todos.
Pero mandan ellos. Y hacen lo que quieren con nosotros. Y lo hacen porque les damos la razón.
La segunda parte es la más espectacular, con la fábrica plantada en mitad del concierto y los mensajes escritos en ella. La segunda parte es para que venga cualquier juez y nos entrulle a todos. Le estamos faltando el respeto a todo el mundo aquí, señor juez.
¿Estos son los Pink Floyd que más nos gustan? ¿Los Pink Floyd obsesionados con la sociedad que nos corrompe, nos aplasta, nos empuja a la guerra? ¿O nos gusta también la música que nos hacía viajar, volar? Bueno, hay de todo, pero aquí nos centramos en los primeros.
El concierto va llegando a su fin. Todo es como en los discos. Aunque estamos lejos y no veos casi nada del escenario, la pantalla gigante nos muestra a un Roger Waters ya mayor, emocionado cuando a gente aplaude.
El final es con el Dark Side of the moon entero. Desde Money hacia abajo. Con canciones sueltas, pero del tirón. Y para despedir dos canciones de The Wall. Us and them suena genial, y la gente silba cuando sale el muro de Israel. Nosotros contra ellos. Y ese final con la risas del loco de fondo. Si la banda empieza a tocar cosas y tú no estás en la onda... te veo en la otra cara de la luna. Eclipse al final, es como una catarsis. Como digo, Mother y Confortably Numb.
Y nos vamos. Y esto ya no lo vamos a ver nunca.
Antes de empezar el concierto, mi hermano me pregunta que nuestros hijos, si tenemos hijos alguna vez, esto ya no lo verán. Y qué conciertos nos quedan a los que podamos llevar... Es cierto. Se van acabando las...
En fin.
Aprovechemos lo que tenemos. Más vale pájaro en mano que cerdo volando.
Redoble de batería.
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