Recuerdo ver a Baal en cada cosa. Verlo en cada brillo, en cada sol, en cada estrella, en cada faro de coche. Recuerdo haber estado obsesionado con Baal. Recuerdo haber creído que hablaba con Baal. Recuerdo incluso haberme creído Baal. Recuerdo, como una pesadilla, haber pensado en destruir el mundo. Recuerdo que a veces, en mi interior, brotaba la idea insensata de fundar un nuevo universo, basado en reglas absurdas, en órdenes raros, en experimentar con la idea de poder. Era yo Baal y era omnipotente y capaz de ser y al mismo tiempo negarme a mi mismo, y pensarme vago y perezoso, un Baal que se adaptaba a mis propias cualidades, negativo y destructor antes que creador y bueno. Y recuerdo haber sido un Baal que no era Baal. Y recuerdo disolverme en el mar y salir de nuevo como un Baal incorpóreo, solo un aroma, para que no te olvidaras nunca de Baal. Y recuerdo tumbarme en una carretera a 40 grados y no quemarme ni ser atropellado, porque con un parpadeo volvía a estar en el sofá de mi casa, en el trono de un templo, en la cima del monte del que bajan los dioses que en el mundo han sido. Recuerdo haber buscado otros dioses con los que hablar, jugar, discutir, pelear. Recuerdo haber visto en un instante la pesadilla de un mundo sin dioses. Recuerdo haber ideado un plan para que no hubiera dioses y todo funcionaba, todo iba bien, todo era bueno. Recuerdo haber tomado un boli y un papel y haber dibujado un mundo. Recuerdo haber escrito sobre Baal. Recuerdo las mañanas de mayo deseando que llegase el día de los regalos y las ofrendas a Baal. Recuerdo haber escondido mis trajes de Baal. Recuerdo haberme negado a reconocer que un día yo creí ser Baal. Recuerdo cuando las luces brillantes dejaron de recordarme a Baal. Recuerdo ser feliz una tarde, tomando una cerveza, mientras el sol daba en mi cara y no había planes que hacer. Recuerdo haber trabajado en un asunto en Badalona. Recuerdo, como un chispazo, como una sombra, como un recuerdo, como una imagen, como un soplo, como una risa, como un brillo, como una luz, como una luz mágica y cegadora, como una serie de relámpagos que se van alejando por la montaña, recuerdo el nombre de Badalona. Recuerdo haber pensado para mí si Badalona no sería de aquellas ciudades fundadas en honor a Baal. Una idea absurda. Y ahora me encuentro ante un teclado, buscando el botón, la tecla, con la que crear un mundo nuevo.
- Oh Baal, Oh magnífico y sublime Baal. Tu poder se mostrará de nuevo, como siempre, como haces siempre, como ordenas siempre. Oh Baal, grande y total.
Calla mortal. Creo que es este botón.
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