Nada. Unas líneas solo. Para comentar una cosa que también ha sucedido este fin de semana y que no tiene importancia alguna, pero que no puedo evitar de comentar porque me puede el unionismo y el amor por los colores de mi españa. Nada, que el PdeCat, representante de lo que era la antigua Convergència que está incluida en lo que se llama Junts per Catalunya, ha decidido seguir la llamada del líder en el exilio y emprende el camino hacia su constitución como Crida Nacional per la República. Se pretende que este nuevo espacio aglutine a todos los que quieran trabajar por la República catalana, es decir, los dos millones y poco de votos que habitualmente apuestan por la independencia en Catalunya, tienen la oportunidad de arremolinarse en torno a una sola propuesta, liderada por Puigdemont y que tiene ya en la Generalitat a un President como Quim Torra que ya sabemos como piensa.
¿Es esto un movimiento de derechas? No. No lo es. Porque en Catalunya, en comparación con el resto del Estado y sobre todo con esa parte del Estado que es todo el Estado, es decir, todo lo que no sea Catalunya, País Vasco y no sé si me dejo algún sitio más, no hay partidos de derechas salvo los que son defensores de la unidad de España y sus colaboradores que de una forma u otra apuestan (apostamos) por algún tipo de federación entre los pueblos de... fascistas, seguro.
Sin embargo, poner por delante de todo el interés de todo el pueblo de la Catalunya que se considera Catalunya y no otro pueblo de Catalunya que a lo mejor no lo es, eso no es de derechas. Digo más, pareciera que esta nueva Crida Nacional per la República no tuviera políticas sociales ni promulgara un tipo de educación determinada ni nada. Como se llaman Crida y se llaman República, qué puede haber ahí de derechas. Nada.
En Catalunya estamos construyendo un movimiento que cada vez parece más de derechas y que cada vez se disimula menos. ¿Cómo? ¿Que el antiguo PDeCat echó a Rajoy junto con las izquierdas? No, no, eso no puede ser. Colaboracionismo. Y ves dónde ha acabado todo, nada ha cambiado. Es ser tan radical verbalmente como la CUP, añadirle la simbología republicana de ERC y ese aire de partdo que no es un partido sino que es algo así como la ANC pero que se presenta a las elecciones.
Y como siempre, no me pongo lazo amarillo ni nada, pero estoy por que los presos salgan a la calle y los exiliados puedan volver. Pero una vez dicho esto, cuando eres de derechas lo eres, aquí y en Berlín. Y tienes derecho a serlo, y no pasa nada. Pero lo eres. Y habrá que combatirlo.
Combatirlo, es decir. Si eres de izquierdas, te preocupa la derecha que ataca a Venezuela, te preocupa la derecha española, te preocupa la derecha de los Estados Unidos, te preocupa que los compañeros consideren de izquierdas a Putin, te preocupa que los compañeros se molesten porque comparas PP y la derecha nacionalista catalana, se llame de una manera o de mil maneras.
Pero no pasa nada. No se puede decir y ya está.
Comparemos, por si acaso. En España se arma una derecha nacionalista española con más liberalismo que nunca, más capitalismo salvaje, más leña al mono, más bandera, menos feminista, menos transigente. En Catalunya pasa lo mismo, pero no podemos decirlo. Porque trabajamos para el enemigo.
Ser de izquierdas está mal visto en este país. Y cuando pasa, es que manda la derecha. Y manda tanto y tanto... y no sé hasta cuando.
Qué agobio.
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