Presento contento y orgulloso del trabajo realizado durante este último año, un informe que me atrevo a calificar de triunfal. Y digo triunfal por no decir victorioso. Y no digo victorioso, porque todavía estamos aquí. Estar aquí y presentar este informe es, como ya os podéis imaginar, motivo de máxima alegría para quienes componemos la Asamblea 10ª y al mismo tiempo un motivo de pesar. El hecho de existir nos coloca ante la extrema necesidad de no ser. Si somos, es que todavía no ha pasado lo que tiene que pasar. Y sin embargo, estamos. Y contentos porque la luz se adivina al final. Brilla con una intensidad manifiesta y es así siempre y para siempre.
Nuestros objetivos están siendo alcanzados. Siempre están siendo alcanzados y, esta idea creo que debe quedar clara y meridiana, tenemos razón. Tenemos razón como la hemos tenido siempre. La tuvimos y la tendremos. La estamos teniendo. Pero ahora con más razón. Una razón basada en que lo que predijimos se ha cumplido y lo que deseábamos llega. Hablar en un informe de deseos o de otra terminología tan poco técnica no tiene cabida en un informe, eso también lo sé yo, pero me permitiréis que sea laxo en la utilización de cierto vocabulario y que me permita no hablar en latín o citar a autores extranjeros tal y como la clase trabajadora a la que nos debemos y por la que existimos nos demanda, sino que diga que se nos está poniendo a huevo.
Así, creo y creemos todos los integrantes de esta Asamblea 10ª que todo está yendo como debía haber ido siempre. Nuestro papel será fundamental en esta regresión a un pasado en el que nosotros éramos y fuimos. El pasado será a partir de ahora el que nosotros soñamos y todo será como si nunca hubiera existido. No habrá más lugar para la ilusión, para la alegría, para el entusiasmo. No habrá más lugar para el ensueño, para ganar o para soñar. Se acabó esa estúpida manía de pensar en la confrontación. Llegó nuestra verdadera hora, la hora de la modelación, de la incidencia, del peso de nuestro conocimiento y de la sonrisa satisfecha porque hemos cumplido nuestro deber para con quienes nos debemos siempre, que no son más que aquellos a los que nosotros debemos enseñar que no deben aspirar a más.
No aspiramos a nada. Y eso es beneficioso para todos y todas. Aspirar, querer, es por fin algo que ni siquiera podemos considerar pasado. La realidad es otra y es una. Y aspirar, creer, querer, tenerlo en la mano, ya no es o ha dejado de ser o jamás lo tendría que haber sido, revolucionario. Lo revolucionario vuelve a ser lo que dijimos, en latín, lo posible.
Todo es ya. Todo está siendo ya. La victoria se ha conseguido pero no lo han sabido ver. Todo se ha conseguido y si no, debemos trabajar por que lo consigan otros, tal y como había ido quedando claro a lo largo de las décadas. La República, la igualdad, la justicia social, la paz, la federación, prácticamente ya son. De hecho, están ya. Hemos ganado.
Vencimos y por eso debo decir que puede llevar a confusión pensar que todavía existimos. Que esta Asamblea 10ª ya es parte de la historia y que ha cumplido su papel. Pero no podemos caer en el error.
Esta Asamblea 10ª decreta su firme convicción de mantenerse viva y con sentido de la responsabilidad hacia su papel histórico. Estar y poner freno a las veleidades fantasiosas de quien cree que los conceptos cambian y la vida muta. Todo es como debe ser.
La clase obrera, la clase trabajadora, por encima de todo y nosotros decidiendo por ella que todo debe ser como si no estuviéramos. Que otros tienen el papel histórico de hacerlo lo mejor posible y nosotros de estar vigilantes y aportando saber y músculo para que acierten.
Esa es nuestra victoria. Ese es el verdadero vuelco a la tortilla. Estando y perdiendo, realmente ganamos porque contribuimos a una victoria mayor.
No quiero alargarme mucho más a la hora de presentar este informe porque lo que toca ahora es celebrar y mantener el rumbo. Teníamos razón.
Tenemos razón.
Otros lo hacen mejor. Debemos ayudar.
Tenemos razón.
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