Así podría estar siempre. Lloviendo, sin ver más allá de la montaña. Lloviendo y ahorrándonos de paso ya salir ni siquiera a la terraza. Desde la ventanita. Los días avanzan y ya parece que se quiere vislumbrar el final. No sabemos cuándo será el final pero parece que ya no va a haber manera de sujetarnos mucho más. Cuando dejen salir a los más pequeños en la modalidad que se decida, veremos gente por la calle y querremos más. Y ya no habrá forma de sujetarnos. Si no veo a nadie, me conformo. Pero si veo a ese, me pregunto, y yo porqué no.
Vamos a divagar. Vamos a hablar por hablar. ¿Porqué no me dedico a escribir? Ahora que tengo tiempo, podría aprovechar para escribir un libro. Para hacer el esbozo de una novela. Una novela que cuente mi realidad, o una realidad que se parezca mucho a la mía. O fantasear con otros mundos, con otras gentes, con otros lugares donde habiten personas de apellidos diferentes y que profesen credos que se me escapen. Podría hacerlo. Se va a acabar el confinamiento y no voy a poder decir que de esta etapa he obtenido un fruto fruto de mi dedicación ante el estado de confinamiento y reclusión en el que me hallo. Se va a acabar esto y no voy a poder decir que he hecho nada.
Hacer algo, estar en algo, demostrar que durante este tiempo has aprendido. He hecho hoy merluza al horno, pero la he tenido que evacuar y pasarla a una especie de sartén donde la he acabado de hacer. La merluza soltaba agüilla y no he visto claro el tema del horno así que a los veinte minutos que seguro que han sido menos que he visto que no lo veía bien, la he sacado y la he evacuado. Estaba buenísima.
Hacer cosas y pensar cosas. Pensar en política distrae, como no podía ser de otra manera. Pensar en que te están comiendo la tostada y que, realmente, las barbaridades suman. Que gente como Trump o como Bolsonaro o como cualquier otro van diciendo y haciendo cosas bárbaras y que o pasa nada. Y que tú aquí puedes decir lo que te de la gana y que no solo no te penaliza, sino que sumas. Y tú aquí puedes decir cualquier cosa. Y no parece que reste.
En qué momento estamos. A nivel local, estamos muy bien. Después de un cierto momento de desconcierto de los corazones de oro, los corazones de oro vuelven a ponerse las pilas. Es necesario volver a demostrar que somos la mejor ciudad del mundo y hacerlo solo como sabemos hacerlo nosotros, desde arriba. Que es como se hacen verdaderamente bien las cosas. Desde arriba y sabiendo muy bien quién es quien tiene que sacar rédito de los grandes corazones de oro de este pueblo. El corazón más limpio y puro.
A nivel local, estamos muy bien. Una ciudad como esta está respondiendo estupendamente al reto de ver cómo todo se paraliza y los ingresos son nulos. No podemos decir otra cosa que lo estamos haciendo fenomenal y que si no fuera porque somos una gente con un corazón que no nos cabe en el pecho, pues yo que sé. Para cualquier otra cosa, dirígete a los canales habituales sin ideologías ni controversias.
El mundo sigue girando y la lluvia sigue cayendo. El agua cae y pudre las plantas. Hemos tenido que cambiar el geranio de sitio porque se pudre. Esto no lo sabía yo. Y de todo se aprende. La lavanda se nos sale de madre, se sale prácticamente de la maceta. Pero no se me ha ocurrido hacerle una foto.
Ayer empezamos y casi acabamos una serie. Nos acostamos tardísimo. Kalifat. Oye, cada episodio peor o mejor que el anterior. Casi nos la comemos entera. Serie sueca y las series suecas son como muy buenas. Las nórdicas. No sé.
La política. Los amigos. El deporte. La música. Ayer hablábamos. Cuándo volveremos a ensayar. Conciertos. Ni grandes ni pequeños. Cuándo.
Y la gente que se fue un día y lleva un mes sin saber qué va a ser de su curro. Que sí, que te han dicho que vas a volver, pero...
Y hoy no sé si se va a poder salir a aplaudir.
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