No tengo DVD o estamos en trance de no tenerlo. Pero conservo las películas. Las películas pueden servir de algo, pero el reproductor del DVD no. Las películas sirven como los libros, para demostrar que consumes cultura y que eres una persona que está por encima del común de los mortales. Aunque seas común. El común de los mortales está ya que no se aguanta. Salvo unos pocos atravesados con la vida que no se sabe con qué objetivos siguen apostando por un confinamiento a ultranza hasta que no se vea la cosa ya... el común de la gente tiene ya la cabeza puesta en la calle y en estar en la calle y en ver cómo va a ir la cosa. Aunque como vengo diciendo desde hace tiempo en un clásico 'yo ya lo dije', una cosa va a se que queramos salir a la calle como los locos y otra cosa va a ser qué vamos a hacer cuando estemos en la calle y cómo se va a trabajar y qué se va a cobrar. Por ahora nos contentamos con que dejan salir a los niños y detrás de los niños van los padres y detrás ya todos los demás. Y ya pensamos. Y ya nos imaginamos. No queremos ver.
Ver. Tengo películas pero no tengo reproductor. Tengo muchas cosas y otras no las tengo y son necesarias. No son necesarias si no las tengo. Hoy no he salido a la calle. Saldré ahora para comprar aceite, por ejemplo. Se gasta mucho aceite. Se cocina mucho. Se pasa uno la vida fregando platos. Hoy tendría que haber puesto la canción de La cocinita mágica de Vainica Doble. Fregando platos, fregando sartenes, poniendo aceite en la sartén. Vuelve el sol, vuelve el buen tiempo.
Hoy el sinvergüenza del tiempo en Tv3 ha dicho que el mapa del tiempo era un poco aburrido. Después de cuatro días lloviendo, el sinvergüenza.
Ayer empezamos a ver una miniserie protagonizada por el Hugh Laurie, el doctor aquel de la serie, House, que no me gustaba nada, y es una serie basada en una novela de John Le Carreé. Las novelas de John Le Carreé me gustaban o me tendrían que gustar o me han gustado las que me he leído. Las intrigas y eso me gustan. Todo lo que tenga que ver con algo que va a pasar y que no sé lo que es. Lo que pasa es que de tan listo que uno es acaba viendo todo lo que va a venir, lo que está pensando el protagonista, la protagonista, quién se va a liar con quién, quién está muerto desde ya, y así. Me divierto de todas maneras. Estamos viendo desde hace meses Vivir sin permiso. Es increíble qué mala es. Es increíble el chaval que hace de hijo del prota lo absurdamente mal que lo hace. Una cosa ridícula, insufrible, que no ayuda en absoluto. Nada. Todo mal. Pero muy mal. Cada episodio que vemos lo hacemos con el propósito de avanzar y quitárnoslo de encima. Pero cada episodio nos deja muy tocados. Ocho llevamos ya. No acaba nunca.
Ya es viernes y es el cumpleaños de la Estefi. En condiciones normales hubiéramos organizado un festiva de tres pares, pero se va a quedar todo en una fiesta virtual como todas. Un sin sentido. Gente hablando en muchedumbre por pantallas pequeñitas, gente que grita mucho, otros que no hablan nada, pantallas fijas, gente haciendo la cena, bebiendo cerveza, abriendo botellas de vino y enseñándolas a cámara, no estamos mal, estamos fatal. Hubiera sido un día guapo de narices. Encima no llueve. Pero ya tendremos tiempo. Llegará un día en que nos volveremos a aburrir de tanto estar y estar y tener que estar.
Se nota mucho que no tengo muchas ganas de que esto acabe. Aunque la mancha va llegando cada vez más cerca y de hecho ya hay mancha que te toca, pero...
Me gustaría comentar algo sobre la política, especialmente sobre la política local, pero es que me da pereza. Y cada vez tengo más claro que enfadarse o cabrearse o buscar polémica no sé si vale. Que vale, claro que vale, pero no sé si al final. Al final cada uno está donde está y es por méritos y ya está y por saber manejar las cosas y situarse y saber dónde está la mandanga y qué es rentable y qué no lo es.
Ayer hice ejercicio, subí y bajé escaleras y moví cosas de un lado al otro. Cargué peso. La tarde fue dura. La noche llena de tirones en las piernas. Me dormí todavía con esa sensación. He dormido como un ceporro. Sin hacer ejercicio duermo igual.
Y por el momento estamos encarando el fin de semana sin demasiadas perspectivas. Que ya es mucho. Que ya está bien también. Mientras no nos obliguen a inyectarnos lejía...
Qué cabezas.
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