Hablar de fútbol en días como los que vivimos es una inmoralidad. Pero una más. Ver bailar a Levy y Almeida el Jerusalema acompañados por los Reyes Magos en Madrid casi te exime de cualquier responsabilidad sobre tus actos. Voy a decir algo sobre que Marcelino sea el nuevo entrenador del Athletic Club y más aún, voy a decir algo sobre las formas, el pasado, el presente, la nostalgia, el amor por los colores y la tomadura de pelo que es el fútbol así en general. Un tema con tanto interés como cero cayendo la que está cayendo. Pero ya tendremos tiempo de hablar de otras cosas.
Ayer el Athletic Club ganaba un partido fatigoso contra el Elche, uno de los equipos más flojos de la categoría, por un exiguo 1-0. El resultado escaso y el partido flojo no esconde que el equipo se colocaba noveno y que al trantrán y sin despertar ningún tipo de adhesión se colocaba en la zona templada de la clasificación y remedaba la derrota también en un partido flojo y aburrido contra la Real Sociedad unos días antes. Desde que empezó la temporada, el clima entre la afición rojiblanca es el de hartazgo por el juego del Athletic Club, aburrido, torpe, obtuso, sin ninguna virtud, centrando las iras sobre el entrenador Gaizka Garitano. Por ende, las críticas se dirigían también al presidente Elizegi y al director deportivo Rafa Alkorta por no tomar la decisión de echarlo cuando el equipo sufría derrotas tristísimas contra equipos la mar de flojos. No lo echaban y Gaizka Garitano aguantaba. El equipo combinaba victorias que no despertaban ningún entusiasmo y derrotas aburridas. La gente estaba cansada. Estábamos cansados y aburridos con el Athletic y creo que con el fútbol en general.
La derrota contra el Valladolid, o contra el Alavés, o contra Osasuna, o contra la propia Real Sociedad, hubieran sido más que suficientes como para destituir a Garitano, agradecerle haber llegado a la final de copa y la heroica salvación hace dos años. Pero después de hilar algunos resultados positivos, pocos y sin ninguna virtud, con el equipo noveno, en vísperas de una Supercopa que es un torneo de premio, y tras ganar un partido en casa en un torneo que se está caracterizando por un tono más bien ramplón, me parece que no dice mucho del Athletic Club.
Entiendo el entusiasmo que despierta entre una parte muy numerosa de la afición el fichaje de Marcelino, un entrenador de éxito, aunque entre mucha parroquia rojiblanca no caiga bien. No cae bien por declaraciones que hizo en su día, que hoy mismo ya se ha encargado de maquillar alabando al equipo, al pueblo, al club, etc. Es un profesional y lo mismo se caga en tu padre que te da un abrazo. Hasta ahí bien. Pero uno pensaba que el Athletic era otra cosa. Echar a un entrenador de esta manera, para traer a un entrenador que nunca ha demostrado ninguna simpatía por el Athletic, un entrenador que se ha caracterizado por ser más bien antipático no con el Athletic, sino con todos, y no por ser un entrenador bronco, brusco, malcarado, sino por quejoso, acusica, meticón, parece un poco fuera de lugar.
Si lo hubieran traído después de cualquier derrota anterior, hubiera seguido pensando que Marcelino no era la persona que más me mole del mundo para entrenar al Athletic, pero ahí lo tenemos. Ahora bien, viendo cómo ha ido la cosa, la verdad es que el mundo del fútbol pierde interés a pasos agigantados para convertirse en algo que deja de ser lo que uno pensó que era y donde solo vale una cosa: ganar o parecer que eres de los que ganan.
El Athletic, que yo recuerde, que a lo mejor tengo la percepción equivocada, era otra cosa. Ganar, a veces de cualquier manera, claro, pero demostrando una cierta especificidad en las formas. Con entrenadores de signo distinto, pero yendo de cara. Aquí creo que la han cagado los directivos, con ganas de tapar otras cosas que se les estaban poniendo feas, como las cuentas. Y se ha optado por mantener con vida a un entrenador, dejando que la gente lo despelleje durante semanas, para llegado el momento echarlo a los leones definitivamente. Lo despellejemos, yo el primero.
Ahora la afición del Athletic ya tiene un entrenador de los punteros, de éxito, que nos colocará en las cabeceras de los programas de televisión, se hablará del Athletic, Marcelino tiene tirada, seremos otra vez un club puntero. Marcelino todavía no ha ganado ningún partido pero ya parece que nos ha salvado de algo que mucha afición del Athletic teme más que al descenso, la intrascendencia.
Y yo prefiero la intrascendencia, pero con lo que somos que tener que recurrir a cualquier cosa para salvar el culo.
Y el día que juguemos contra el Barça, le ganaremos y estaré igual de contento porque yo soy del Athletic, igual que cuando le ganamos al Elche estaba contento porque soy del Athletic.
Y ya otro día hablamos de otra cosa.
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