La situación ayer creo que llegó al máximo de lo que quiera usted poner en esta línea de puntos cuando sale Donald Trump, nada menos que presidente saliente de los Estados Unidos de América y, en lugar de coger un Caza y bombardear el Capitolio para expulsar a los malosos y proclamar el triunfo de la libertad, se marca un discurso en el que dice que los resultados de las elecciones sabe todo el mundo que son una mierda y que 'os queremos, sois gente muy especial, pero volver a casa en paz', insistiendo una vez más para despedir que todo es una mierda, que todo es una gran mentira, que nos han robado.
El presidente como un hooligan. La verdad es que durante toda la noche de ayer las imágenes del Capitolio, de la gente entrando con vestuario militar en un recinto en el que uno supongo que no puede entrar así como así, pero las imágenes nos decían que habían entrado y que los policías que allí había parecían de fireta comparado con los despliegues que hemos visto para cualquier otra cosa sobre todo si la gente que había delante eran de tez oscura, la verdad es que los símiles y las traslaciones y las comparaciones con cosas que pasaron y pasan aquí y con formas de expresarse y expresar una movilización política, no dejaban de asomarse a mi triste cabeza. Gente considerando que el gobierno les engaña, que hay algo que no nos cuentan, el presidente infantilizando a los manifestantes que entran en la sede del poder democrático (se entiende), el presidente haciendo como si él no fuera el presidente.
Los que mandan, los que tienen poder ejecutivo, los que pueden y hacen leyes, esos que tienen una muy buena parte del poder de decisión sobre nuestras vidas, nos dicen que ellos no gobiernan. Ya lo hemos escuchado aquí. Aquí de hecho, en el aquí más cercano, no gobierna nadie. Se supone que gobierna y nos dirige un ente lejano en Madrid, pérfido y fatal, pero aquí no gobierna nadie. Ni nadie gobierna con nadie.
La extrema derecha no se anda con hostias. La extrema derecha no teoriza, no argumenta, no redacta estatutos, no convoca asamblea de diversa condición. La extrema derecha va a por faena. La extrema derecha sitúa los debates groseramente, pero los sitúa. Por que no quede, por que no se note que no les tenemos miedo, nos los tomamos a bufa, sacamos al de los cuernos, pero lo de ayer es un hecho que es insólito.
Tan insólito como ver pasear la bandera confederada por el Capitolio. Es como si los nazis no hubieran perdido la guerra o que la hubieran perdido pero hubiera dado igual. Y no, no es como llevar la republicana. Ni de lejos. Ni una broma con eso. La confederada es una bandera racista, de un proyecto de estado racista, paseando digamos que victoriosamente o al menos impunemente, por los pasillos de una soberanía democrática que digamos que está por negar ese racismo. Para negar ese racismo.
Nos hace gracia. Esperamos a ver qué dice Trump y nos reímos. Pero está diciendo cosas sobre la impunidad. Quién puede hacer y quién no puede hacer.
La impunidad y la política como un espectáculo. Vemos en la tele cómo pasan cosas gravísimas, las comentamos y esperamos que se solucionen. Otros. Se solucionan solas. Pero, ¿y si no se solucionan? ¿Y si aquella gente hubiera contado con otros apoyos y se hubieran quedado? ¿Y si en lugar de una manifestación hubiera sido un golpe de estado de verdad? ¿Y si no ha sido todo como un 23f en el que un grupo de zumbers advierten a la democracia que en principio tienen esto, pero que pueden ir a por más?
Os queremos. Sou molt bona gent. Durante toda la noche, desde que salió Trump a decir lo que dijo, me sobrevolaba esa idea. La buena gente. La gente sencilla. Hubo momentos en los que junto a Xesco Reverter, corresponsal de TV3, aparecían una serie de personajes que llamaban a la risa. Pero una risa aterrorizada. Buena gente, sencilla, que ama a su país. Y sus tradiciones. Y tal.
Somos buena gente. Los Estados Unidos, ahora hablando de temas serios, ven como su prestigio queda en entredicho. Un país que es la primera potencia mundial ve como una banda de zumbers entra en la sede del poder democrático y hace un poco lo que le sale del chumbo y se sientan en el despacho de la presidenta de la cámara de representantes y se llevan el atril de... y pasean con la confederada. Eso es como que ahí no hay autoridad. Y ya sabemos o deberíamos saber que tanto reírnos de la debilidad y de la falta de autoridad para adentro, suele arreglarse con movidas fuera. Los Estados Unidos necesitarán urgentemente asentar de nuevo su autoridad.
Y bueno. Otro apunte local, por si no fuera todo local. Estamos aquí en vísperas de unas elecciones catalanas donde estamos ahora centrados en saber si JXC es extrema derecha o no, o si hay personajes que lo rozan o lo traspasan. Pero dicho esto, que es interesante porque los lenguajes se parecen, deberíamos no normalizar que VOX va a entrar en el Parlament y no con uno o dos parlamentarios. Y que la degradación de la vida democrática va a ser aún mayor. Y parece que ya lo tengamos asumido, y no sabemos dónde nos va a llevar esto y qué va a hacer esa buena gente sencilla que ve que esto de ayer 'se puede hacer', siempre que seas de los que pueden hacerse selfies con la policía.
Pero nos queremos todos y ya está.
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