Viva España. España, si no existiera, habría que inventarla. Porque dónde si no se podría hacer una película como esta. Dónde se podría contar una historia como esta y de esta manera. Cómo. El cine nórdico nos ha regalado reflexiones y momentos estelares. El cine latinoamericano es tal. El cine francés, qué decir del cine francés. El cine italiano, al pie de la montaña. El cine alemán, vanguardista y un paso por delante. El cine anglosajón, por catalogarlo de alguna manera, puebla nuestro imaginario. Pero al cine español, cuando le sale, le sale.
Esta película de Ainhoa Rodríguez, nada más ver que ya estaba colgada en Filmin, me dije, no busques más. Porque ya tenía la pinta de lo que prometía. Una película, que es una historia más común y más habitual de lo que pudiera pensarse. Una mujer abandona a su marido en un pueblo de Extremadura. Al menos, esta es la historia troncal. Que no está contada de forma lineal, ni siquiera está contada. Está ahí porque la vas viendo. Y también ves más cosas. Y ves cosas que parecen muy raras, pero no son tan raras. Aunque lo son. Pero lo son porque nuestra vida es un calco de la vida de tanta gente, una vida que está ahí y donde nos habituamos a circular por un carril y no hay más carril y hablamos y nos contamos y nos decimos y estamos y se nos pasa esto y nada.
Esta película tiene momentos soberbios. Las intervenciones del abuelico del principio y una frase que es para, esta sí, que el Juanra haga una camiseta en La Tienda o te hagan un tatu si alguna vez te tienen que hacer un tatu. 'No hay que tener miedo nunca, pero lo que sí que hay que ir es con un poco de prevención'. Gloriosa. También es para hacérmelo mirar que la frase que destaco sea de un hombre en una película de mujeres.
Porque las protagonistas son las mujeres y los hombres son un complemento, un complemento bárbaro, bruto, basto. Y las mujeres las que se rebelan, se extasian, se pierden, se transforman. La escena del relato de la mujer que cuenta cómo de niña su padre era el señor, el dueño, el hombre, y ellas estaban abajo, agachadas, con tanto miedo. Esa escena vale por toda la película. Esa escena es una más. Las mujeres comiendo y hablando, las mujeres contando, las mujeres grabándose en una cinta, las mujeres a las que se les ha hinchado el desto ya.
No es una película de sketches, no es una película de esas de reírnos de las cosas que hacen en el agro, no es una película panfletaria, no es una película simplemente onírica. Es una película en la que la historia está contada muy, pero muy de otra manera. Y quizás se haga bola.
Una película para ver si ya estás un poco cansado o cansada de la línea. Con las bragas en la cabeza. Y a la mierda todo.
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