martes, 22 de marzo de 2022
Cuento italiano
Pierpaolo me caía bastante peor que Gianni. Y Luca me caía infinitamente peor que Gianni. Y sin embargo, no soportaba a Gianni. Después de clase, nos reuníamos en un pequeño local que había alquilado la asociación y nos poníamos a hablar sobre diversos temas que nos proponía Gianni. Gianni era hijo de un trabajador de una fábrica metalúrgica y cada vez que uno de nosotros tenía una opinión sobre lo que fuera, nos decía que hablábamos desde el desconocimiento de clase. Piero me parecía un gilipollas peor que Gianni. Angelica era fascinante pero me daba la impresión de que estaba colada por Gianni. Fiorella era bastante más idiota que Gianni. Vincenzo me caía mucho peor que Gianni. Gianni siempre venía con un libro bajo el brazo. Decía que le tocaba formarse continuamente porque él no había tenido las oportunidades que habíamos tenido los demás. Antonio era prácticamente bobo de baba. Girolamo parecía que había salido de un internado hacía unas horas. Teresina siempre estaba a punto de llorar. Alberto nos miraba a todos con cara de asco. Sandra me daba miedo, pero más miedo me daba Gianni. Cuando Gianni nos decía que teníamos miedo de hacer nada porque en realidad teníamos algo que proteger, algo a lo que volver, mientras que él era alguien que lo iba a dar todo por la causa porque no tenía nada más que el sueño de la liberación de la clase como motor de su vida, me daba miedo. Me daba tanto miedo que deseaba que tuviera razón. Que un día yo volviera a donde pertenecía. Que me situase al otro lado. Que lo buscase. Que tuviera razón.
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