jueves, 10 de marzo de 2022
Una reflexión sobre el feminismo y la izquierda
Poca cosa que añadir a lo que ya se ha dicho. Si acaso, abundar sobre algunos puntos que creo que deberían quedar algo más que claros. Siendo yo enemigo de la rotundidad en las afirmaciones y sabiendo que no es precisamente lo más idóneo mostrar una cierta contundencia al hablar de estos temas desde una posición como la mía, sí que quisiera decir que bueno, que la izquierda no puede ser una posición defensiva y de protección de una cierta visión del mundo que se haya conformado a lo largo de unas cuantas décadas desde el manejo de poder institucional porque quizás no seamos entonces ya parte de la izquierda que quiere transformar sino una suerte de agencia de colocación de personas que han de estar a bien con unos conceptos que quizás fueron útiles hace qué se yo, 50 o 100 años, pero que ahora mismo pues suenan a eso. A lo que estás pensando. Es decir, que yo, no siendo especialmente el más indicado para hablar de feminismo, sí que lo podría relacionar con otras cosas, otros movimientos, otras experiencias y nos saldría algo parecido a lo que todos conocemos y entonces, ahí sí, me cuesta bastante poco situarme. Hablar por boca de otros y mucho menos hablar sobre temas que uno conoce de manera no directa sino porque están ahí y de todo habla uno porque uno es pues de hablar y de opinar casi a bulto, pues no está bien, pero que tampoco se diga que pasas de largo del tema o que no quieres. Porque querer, lo que se dice querer, siempre se quiere meter la cuchara dentro del potaje a ver qué se saca. Lo que quiero decir es que de la misma manera que hay quien se encastilla y considera que lo que fue tiene que ser, pues quizás eso ya no sea y que lo que viene, por muy raro que nos suene o por pelos de colores o formas un poco que ya, y ahí entra que estoy empezando a perder muchas cosas que tenía y que pensaba que nunca iba a perder, como digo, todo eso, pues si es lo que ha de venir y es lo que está en la calle, no en un centro cívico, o en una asociación donde ya hay poco que rascar más que adorar a los poderes públicos que nos van a prodigar halagos y recursos, pues es. Y con esto creo que ya más o menos lo tendría todo dicho. Cedo la palabra que me voy a un acto. Feminista.
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