jueves, 17 de marzo de 2022

La guerra mundial


Discutíamos, hablábamos y en todas aquellas reuniones llevaba la voz cantante. Era el que más había leído, había escuchado todos los programas de radio que hablaban sobre la guerra, conocía las opiniones de personas a las que nosotros no habíamos visto jamás. Si alguno de nosotros osaba argumentar sobre algún hecho del que nos hubiéramos enterado, él nos ponía en cuestión la fuente, siempre, nos decía, había que preguntar por la fuente. Si lo ha dicho tal, no te puedes fiar. Buscan que nos traguemos el relato oficial, cuando lo que está pasando es mucho más profundo. Así que llegamos a la conclusión de que no podíamos escuchar la radio, ni leer periódicos que no fueran los que hubieran pasado por su filtro. Es la única manera de protegernos, nos decía. Un día, llegó al café un hombretón muy peculiar. No llevaba las ropas de moda en el lugar, todo parecía quedarle grande y transmitía la sensación de necesitar mucho espacio a su alrededor. Pidió una copa de un licor que no era de la zona, pero Gertrude tenía una botella para cada ser humano de este planeta. Aquel día habíamos escuchado en una emisora que era de confianza que un ataque había provocado una desbandada y que las tropas entrarían en la ciudad que llevaba tiempo sitiada en cuestión de horas. Yo intenté comentar el asunto procurando no molestar, ni introducir ningún matiz que fuera susceptible de jugar contra los intereses del colectivo, cuando aquel hombretón, después de haberse bebido en dos tragos aquel extraño mejunje, se metió en nuestra conversación y con un fuerte acento de un lugar que no supimos identificar nos dijo que 'todavía tengo sangre en la boca y ya hace dos meses que salí de allí, todo me sabe a sangre, en cada lugar pido un licor diferente, una bebida, algo que me quite este sabor a sangre de la boca que tengo desde que...'. Y cuando iba a contarnos algo que parecía tener que ver con los hechos de los que nosotros solo parecíamos tener noticias, él interrumpió al hombretón explicándole cómo los traumas, las realidades impactantes, los ojos y la sangre, no son las mejores guías para la reflexión y saber distinguir lo que es de lo que no. El hombretón pidió otro vaso, se lo bebió de un trago y se fue. Y nosotros seguimos desgranando los hechos de la manera indicada. 

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