lunes, 9 de mayo de 2022
Crónica del último concierto de Siniestro Total. La última de todas.
La última de todas, ya. La última de la vida. Luego nos vamos a subir todos a esa torre. Último penúltimo concierto de Siniestro Total de jamás nunca ya. En Madrid. Siniestro Total, vamos a evaluar su trascendencia, es mucho. No sé en qué momento llegó a mi vida, no sé si fue a través de los 40 principales cuando ponían música y escuchabas el Diga que le debo y decías, joder, qué es esto. No sé cuál fue el instante en el que decidí que si tenía mil pelas en el bolsillo, eran para comprarme vinilos de Siniestro. Pero fue. Y también sé en qué momento Siniestro dejó de ser mi grupo para ser... pero vamos al lío. Siniestro Total anuncia hace unos meses que se despiden de los escenarios y que lo hacen en Madrid, un solo día, con la presencia de miembros históricos de la banda sobre el escenario. Principalmente, la novedad es que vuelve Miguel Costas para tocar con ellos durante todo el concierto. Se tiene que ir y se va a ir. Claro que se tiene que acudir a ese concierto. Pocas veces se me ha visto disfrutar tanto, desbarrar tanto, gritar tanto, sacudirme tanto, como en un concierto de Siniestro. Siniestro fue mi primer concierto, en la Vall d'Hebron, en un festival en el que tocaban un día Siniestro, otro Loquillo (del que pasamos) y el último fue Rosendo. Fue en la gira del Made in Japan, 1993 sería. Julián llevaba un pelucón graciosísimo. Creo que me pasé el concierto gritándole calvo y que no sabía tocar, costumbre que no dejé de practicar en ninguno de los cinco conciertos siguientes. Recuerdo especialmente el del cierre del Garatge y no recuerdo el de Badalona y sí recuerdo el otro de Badalona cuando salieron después de Sonic Youth. Siempre me lo he pasado bien, incluso aquella vez en Viladecans o por ahí al que yo acudí mohino y pocho y me levantaron, como pudieron el ánimo. Les había visto dos veces con Costas y con Costas, creo, que Siniestro es más. Así que vamos al concierto, con Eledu y laRosi. Tenemos entrada en grada, pero queremos bajar abajo, a hacer el animal. Llegamos y solo ver el ambientazo de los bares alrededor del WiZink, antiguo palacio de los deportes, da alegría. Qué ambientazo. Qué bien nos lo vamos a pasar. Mucha gente con las camisetas de Ante todo Mucha Calma y nosotros con una camiseta autoeditada con esta frase: Para no llegar, mejor no comenzar. Es más fácil así. Es una frase de Demasiado lejos, una de esas canciones oscuras del Bailaré sobre tu Tumba. Queremos creer que la van a tocar en el concierto porque durante una entrevista Julián... queremos creer. Esta canción, para ser de Siniestro, tiene una letra que va más allá de lo jocoso o lo provocador y ha sido como una biblia para nuestro grupo de gente. Demasiado lejos habla de una actitud vital alejada de eso de asumir retos, superarse, luchar y pelear, todo eso que define al ser humano contemporáneo. Esta canción hablaba de no ir, de quedarse, de dejarlo pasar. Y nos hicimos esta camiseta. Y no la tocaron. Entramos en el recinto y nos hacemos un presunto lío Neymar con la ubicación de las entradas, finalmente asumimos que tenemos que quedarnos en nuestro asiento, pero desde ese asiento, formaremos el espectáculo. Había apuestas sobre cómo comenzarían, yo acerté. La sintonía de Corrupción en Miami, como en el Ante Todo mucha Calma y para comenzar esta de Todo esto es tan hermoso, del Made in Japan. Este disco fue el último con el que conecté. El último con Costas. Y no diré que es un disco que sitúe como el último que. Diría que el último qué fue el En Beneficio de Todos. Y me di cuenta durante el concierto del viernes que, de todas las canciones, las que peor creo que han envejecido son las de ese disco. Siempre he tenido ganas de meter esa frase. El concierto. El concierto es una oportunidad única de presenciar a una banda histórica tocando todos sus palos posibles, excepto el de la Historia del Blues, que claramente parece más un proyecto que con la marca de Siniestro Total, pretendía reconvertir la banda en algo que no terminó de ser por el peso de su propia historia previa. Quizás, si hubieran apostado por un cambio radical, otro nombre... como quedó demostrado el viernes, las canciones de la época Costas (aunque con letras de Hernández o interpretadas por el propio Hernández) eran las que a la gente le tocaban la patata. La gente. Gente de mi edad, un poco más vieja, un poco más joven. Algunos bastante más mayores, como una pareja que teníamos detrás que eran más o menos de la edad de mis padres. Cuarentones, cincuentones, mucho muchacho y menos chicas. En el Avlo, me encontré con un chavalito de unos 14 años que iba leyendo el Folla con él, el libro sobre las versiones de la banda que ha hecho Julián Hernández. Iba con su padre al concierto. Padres y madres con hijos con camisetas. El concierto continúa y diré que disfruto como un conejo en nosedonde. En el repertorio, insisto, hay canciones de todas las épocas, de todas las variables, desde el punk tremendo de Naturaleza y Oye nena yo soy un artista, a las proclamas de España bebe, España se droga, o Que follen a la paz mundial que nos sirven para descansar. Tocan muchas, no las tocan todas. Tocaron muchas que nos flipaban, las dos punkarradas citadas, pero también Mario, Yeah, Yeah, Emilio Cao, Todos los ahorcados, Menea el bullarengue (con fallos en la letra pero a quién le importa...), Sobre ti, Diga que le Debo, tocan todas y les faltan muchas. Hay algunas que me sobran, pero son dos horas y cuarto o más. El sonido a veces es un poco un batiburrillo de cosas, pero a quién le importa. Sale Alberto Torrado y canta Tumbado a la bartola, no puedo ser más feliz. Tocan Nocilla que merendilla y por poco me muero. Por poco me muero muchas veces. Tocan Cuanta Puta y yo que viejo y casi entro en colapso. Qué les faltó. Demasiado lejos, les faltó. En su segunda canción ya apretaron con Rock en Samil, donde ya dejé claro y dejamos claro que nosotros no habíamos ido al concierto a hacer prisioneros. A mi lado, un tipo que me sacaba varios cuerpos, voluminoso, me hizo sufrir en los minutos iniciales por si era de natural bullanguero, pero creo que el que tuvo que sufrir fue él. Al final del concierto le abracé. No sé qué decir. Durante el concierto vemos a Costas tocando, acercándose al bajista, haciendo coreografías con el Soto, a veces tienes la impresión de que hay canciones donde no está tocando, lo mismo me pasa mucho con Hernández. En la de Somos Siniestro Total, Costas se despista y cuando vuelve a tocar, es como que se nota mucho que ha habido mucho rato donde no estaba. Son muchas canciones y por mucho ensayo que haya... qué más da. Era una sensación de final y de cierre ya no de una época, que eso hace mil que ya pasó, sino de una banda que merecía un final así, con todos sus miembros vivos en el escenario, mal que se lleven o bien que se lleven, tocando las canciones que han hecho felices a tantos miles de personas, con las que hemos bailado, nos hemos reído, hemos aprendido... sí, hemos aprendido. Siempre lo he dicho, pero para mí el disco El Regreso es como un manual de vida. De actitud. De caminar por el mundo. De reírse de todo, de utilizar la ironía o la provocación para lanzar un mensaje quizás más profundo de lo que parece, yo que sé. Más punk que el Cuándo se come aqui. Supongo que ellos no pensaron nada de eso cuando compusieron todo ese disco, pero a mí, me parece el disco de punk rock más divertido y con más aristas de la producción estatal. De ahí al power pop ramoniano del Menos mal que nos queda Portugal, el potipoti de cosas de Bailaré sobre tu Tumba y de ahí al bizarrismo de De hoy no pasa o los comienzos del salto al Rythm'n'Blues con Me gusta como andas. Un concierto para despedirnos y para decir que nosotros estuvimos ahí. Que no tocaron La pista búlgaar, que no tocaron Purdey, que no tocaron el Síndrome de Estocolmo (para que veas, Julián, que no es nada personal), no tocaron... tocaron Fuimos un Grupo vigués y la cantó el abuelo Soto, el músico de la banda, siempre en un discreto segundo plano. El concierto iba avanzando, con ese momento de las cuatro canciones que casi nos cuestan la salud y que todavía recuerdo en mis omóplatos. Oye, nena, yo soy un artista. Geniales. Y se van despidiendo y van cayendo Bailaré sobre tu tumba, Miña terra Galega, Quiénes somos de dónde venimos a dónde vamos... sorpresa porque las canta Julián, las dos últimas, pero es que son suyas, aunque todos las recordamos con la voz de Costas. Y se despiden todos sobre el escenario, con Grandío y con el batería Ángel González, con Torrado. Durante el concierto tienen el consabido recuerdo a Coppini cantando Has perdido eso... No pisan la Audiencia Nacional pero hay miles de letras que hoy parecen auténticas animaladas. Y sin embargo, ahí están. Se despiden de todo y lo hacen con el Que les corten los huevos al final y con el símbolo ese que todos hacíamos después de cada concierto, delante de ellos. Después de haberles insultado, de haberles masacrado, de habernos machacado a hostias en el concierto, después de todo, la despedida y el agradecimiento por hacernos pasar dos horacas y pico de musicón, de descarga, de todo. Porque durante esas dos horas y pico pasó de todo. Y por habernos servido de referencia para tantas cosas. Que nos sabíamos hasta los comentarios de las carátulas de los discos, joder. Los días previos al concierto, al decir que iba a ver la despedida de Siniestro, entre alguna gente caras como de ¿y? Siniestro no es un grupo de la movida, no es un grupo a reivindicar al parecer, pero todavía no ha salido ninguno de ellos que yo sepa a decir sandeces como Evaristo, santo patrón de lo que debe ser o no. En cambio sí que me he encontrado con sorpresas de gente que, desde una perspectiva garajera, reconocen a la banda. Esa fama de 'tuna con guitarras eléctricas' que en muchos casos les ha precedido, no les ha hecho bien, tampoco creo que les hizo bien querer ponerse serios. Ya lo eran sin hacerlo explícito. Ya está todo hecho. Al salir, emoción, satisfacción, consenso en la valoración. Todo ha ido como tenía que ir, tocaron muchas buenas, se dejaron otras, hubo que contentar las diferentes sensibilidades... la última de todas ya, la última de la vida. Salgo del concierto sudando como un pollo, con la voz fuera de mí mismo, casi no puedo caminar. Pero y tanto que merece la pena. Yo ya fui a ver el concierto de despedida de Siniestro Total. Espero no tener que volver a verles nunca más y que no vuelva a ocurrir. En beneficio de todos.
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