lunes, 16 de mayo de 2022

Décimo Aniversaurio de Les Tannines. Quieres ir a un lugar donde sepan tu nombre.


Hace cinco años escribí ya un texto sobre las Tannines. Creo que está casi todo dicho ya en ese texto, pero de cinco años a esta parte digamos que el bar, vinoteca o como le llamemos, ha crecido. A todo eso que ya tenía antes, le han sobrevenido muchas cosas. Le han sobrevenido en primer lugar a la propia Cristi, ideóloga del lugar que, como buena ideóloga, creo que ha visto como de su idea ha surgido otra o muchas otras y la gente ha hecho suyo ese espacio para cosas insospechadas. Una de esas cosas es estar a gusto. Sí, claro, los vinos, las recomendaciones, el espacio, la ubicación, todo eso. Pero lo importante es estar a gusto. Y en las Tannines se está a gusto. Punto primordial. Y además, algo que creo que ha cambiado en estos cinco años y que cada día se nota más por la respuesta de la gente, es que se trata de un lugar en el que está a gusto todo tipo de gente o, al menos, gente cada vez más diversa. Y es que todos tenemos nuestros lugares favoritos, espacios donde sentimos que estamos rodeados de 'los nuestros' o 'las nuestras', espacios en los que vemos las caras con las que compartimos o con las que creemos compartir unas realidades comunes o al menos pensamos que las compartimos. En Les Tannines de un tiempo a esta parte, convivimos y nos sentimos parte del todo gente que desemboca allí desde otros espacios y que han hecho suyo ese pequeño rincón ahora ampliado porque hay una terraza que nos permite una cierta expansión, en algo singular. Singular y común. Así, uno se encuentra hablando con gente a la que tiene vista desde hace años por el pueblo pero que, hasta hace poco jamás se hubiera permitido saludar por la calle y ahora parece que somos parte de algo. Ese algo son Les Tannines. Y lo mismo está feo hacer un canto a un espacio donde lo único que hacemos es beber, comer algo y evadirnos durante unos minutos o unas horas, de lo que hacemos y lo que somos durante el resto del día, en momentos en los que tanta gente no puede tomarse una cerveza, pero yo me alegro de poder decir que tengo un lugar donde conocen mi nombre. Esa cultura de bar que va más allá de un lugar donde comer o beber, sino en el que acabas compartiendo quién eres. O esa parte de quién eres que no puedes mostrar en otros espacios. Una cultura de bar en la que, en el bar, en el local, te permites hablar, desahogarte, preocuparte por cómo están los demás, o incluso, encerrarte en un espacio de confort cuando sabes que ahí afuera hay fieras que quieren destrozarte la vida. Hace cinco años escribí ya un texto sobre Les Tannines y hace cinco años mi vida era otra muy diferente y tenía a mi lado a menos personas, ahora tengo más, aunque falte mi padre, al que le gustaba también pasarse por allí para hacer su cervecita, pero queda mi madre, que es la emperatriz del lugar. Pero ahora hay más gente. Tanta gente que, como la ardilla que puede saltar de un árbol a otro sin tocar el suelo, puedes pasar de un grupo de gente a otro saludando a peña como si aquello fuera una boda. Y sí, es que hay momentos en que eso parece una boda, una fiesta, un disparate. O un lugar en el que refugiarte de tanta boda, tanta fiesta y tanto disparate. 


De todas las fotos que hice, que hice tres, la bonita, la de la gente bailando en la calle, con la Cris y la Rosi en el centro, me salió mal. Así que he tenido que poner una de cada. La Cris y la Rosi, Alma y Máter no sé por qué orden, de este espacio. La Cris, poniéndole buena cara y sonriendo tolrato ante una vida que se empeña en tocarle las tetas. La prima Cristi, Sucristi, Molina, ha sido capaz de resistir un tiempo pésimo con el mejor ánimo, presencia y espíritu, siempre con un chiste o una broma que contarte y con buen humor, hacer que la militancia en Les Tannines sea un tributo a su forma de ser y una forma de reivindicar cómo se planta cara a las turbulencias. Y por su parte, la Rosi, suRosi, desde esa parte de atrás, aportando un toque. El toque Rosi que es difícil de explicar, pero que consistiría en estar y no estar. En estar y dejar estar. Aportando y sumando algo que es un intangible que pocos lugares tienen y que ni ella misma es consciente de que lo tiene. Pero está. Por eso lo de que hay un bar en la esquina al que solo van chicas, como canta la Pelae, tiene todo el sentido. Un espacio donde se nota que la mierda machirula de tonto de bar queda tan lejos que ni se contempla.

Y donde casualmente de un tiempo a esta parte se escucha una música que no te cuento.  

Diez años, ya no es aniversario sino un aniversaurio. Qué mayores. Ayer celebraron y celebramos el décimo aniversario con una fiesta en la calle, con la gente tostántose al sol y celebrando la vida y que existe un espacio donde todos nos sentimos vivos y coleando. SuCristi, Surosi, la Yeka, la Ester y mi joven hemmano como incorporación estelar en los últimos tiempos, antes la Montse, la Lidia, la Lourdes... han conseguido que Les Tannines no solo estén más vivas que nunca diez años después de su inauguración, sino que sería un auténtico drama pensar que no vayan a cumplir diez años más. Una suerte tener un lugar donde sepan cómo te llamas. 

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