'No suelo beber mucho, algún fin de semana, alguna vez... poca cosa'. Respuesta estándar ante los requerimientos de los médicos. 'Nada, dos o tres cervezas los fines de semana y ya está, lo normal'. No. No es verdad. Bebo. Y el Cigala. Los dos. Cervezas, gintonics, whiskazos a palo seco... el alcohol. A beber pastores. Y pasa lo inesperado.
El otro día salimos unos cuantos a dar una vuelta. Íbamos a un sitio, luego teníamos que ver nosequé, y finalmente acabamos en un bar muy bonito porque toca ir a bares bonitos. Cuando no es por una cosa es por la otra. El otro día salimos y no íbamos a hacer nada especial. Como siempre. El caso es que cuando me quise dar cuenta me estaba quedando dormido en el andén del metro. Dormido y solo. No recuerdo cómo pero al parecer me fui yo solo, casi sin avisar a mis amigos, quizás diciéndoles que salía un momento y apreté el paso para marcharme. No lo recuerdo. No me acuerdo de eso. Solo sé que me desperté en el metro, en el andén de la parada primera, es decir, que no me había subido al metro todavía, y que estaba solo. Lo primero que hice fue palparme el bolsillo de atrás. Llevaba la cartera. No había vomitado. Estaba completamente trompa. No recuerdo cómo había sido capaz de sacar la tarjeta, de caminar por el pasillo, de bajar la escalera mecánica, nada. Pero allí estaba. No se me había pasado la trompa y daba cabezadas. No me mareaba, pero me costaba tener los ojos abiertos. Qué mal. Qué mal me encontraba. Empezaba a marearme. Dormido estaba mejor. ¿Qué me había bebido? Había cenado y todo, habíamos comido algo por ahí, ¿porqué? ¿porqué me encontraba tan mal? Ah, si, lo de beber. Bebo. Y el Cigala.
Llegó el metro y aunque en un principio hice propósito de no cogerlo y esperar a que se me pasase un poco la moña en el andén, me subí. Era el comienzo de la línea y podía escoger el asiento. Me senté en un sitio apartadito y me dispuse a no quedarme dormido. Dicen y es cierto porque yo lo he visto, que manos diligentes te limpian lo que tengas cuando te quedas frito en el vagón. No quería que me pasase, pero estaba más aquí que allí. Antes de que el metro arrancase se sentó delante una chica. La chica estaba en las mismas condiciones que yo. Se sentó, apoyó su cabeza entre las manos y se dispuso a vomitar. Estaba bastante peor que yo, por que no sé porqué reacción si ves a uno que está más chufa que tú, tú te espabilas. Es así. A mí me pasa. Así que aunque no pudiera ponerme de pie, la contemplación del desastre ajeno, me reconfortó. Así soy yo. La chica empezó a vomitar algo rojo. No era sangre, era como si se hubiera comido una sandía. 'Si yo no he comido nada rojo', dijo entonces ella. Levantó la cabeza y me miró. No era guapa, no era fea. Tenía mala cara. No sé qué cara tendría yo. 'Te lo habrás bebido, entonces', le dije. Quería hacerme el simpático, ayuda en carretera, hermanos en acción. Los borrachos somos gente honrada. Los borrachos somos gente inquebrantable.
Ella volvió a lo suyo. Apoyó de nuevo la cabeza entre las manos y siguió intentando sacar el alma por la boca. Yo la miraba y pensaba que mientras estuviera fijándome en ella, yo no tendría que preocuparme. Pero dos paradas más allá, la chica se bajó. No sé qué historia me monté en la cabeza que pensé que ella no podría bajarse, pero de un salto se largó. Me quedé sentado y me sentí empecé a marear. Finalmente arrojé. Era algo rojo. Me asusté. No será sangre. No era sangre. 'Si yo no he comido nada rojo', dije. Y delante de mí, una voz de chica me contestó 'Te lo habrás bebido, entonces'. Era ella. Juro que ella se había bajado en la parada de antes. Me sorprendí pero no podía centrar la mirada. Estoy seguro que era ella. Volví a centrarme en lo mío y vi que llegaba mi parada. Me bajé de un salto.
Hice el trasbordo o transbordo o como se diga y el metro estaba a punto de llegar. Me encontraba fatal. Me senté en cuanto vino, no había mucha gente en el vagón. Delante de mi...
Cuando me levanté ayer a mediodía, me dolía la cabeza muchísimo. Fui al lavabo pero me la encontré a ella. En la taza. Vomitaba. Algo rojo. Me extrañó mucho pero pensé que a lo mejor.... ella se levantó y cuando me di cuenta se había ido. Cuando me senté en el lavabo a mi vez, puse las manos en la cabeza, y me dieron arcadas. Algo rojo otra vez. Levanté la cabeza y no estaba en mi lavabo. Era otro cuarto de baño, y delante de mí una chica, la misma chica, que me miraba entre extrañada y no.
No vuelvo a beber. Creo que la estoy viendo otra vez.
Desde luego era un colocón espectacular. No bebo, no vomito pero si veo doble me lo cuetionaría seguro. La gente que bebe lo niega sistemáticamente y los que se emborrachan no están acostumbrados a beber. Al menos eso cuentan...
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana
Eso es, dentro de 40 años nada de esto dará miedo, habrá otras cosas.
ResponderEliminarAy sí, el alcohol, pero eso es una cosa de juventud, salir y pillarse una cogorza. Yo ya no bebo, desde Enero. El alcohol sin moderación no sienta bien.
ResponderEliminarNo veo el link que me dice. Tiene tantos links.
Pues igual era el delirium tremens, vaya usted a saber.
ResponderEliminarYo pensaba que en su caso vomitaría naranja, porque parece ser su color, cosa que nunca me he explicado bien. Ni eso ni lo del Bilbao.
Feliz comienzo de semana, monsieur.
Bisous
dons demana-li com es diu, ara que li estàs agafant confiança de tant veure-la...
ResponderEliminarbon dilluns!
lo rojo sería granadina, no? hay una canción de ofunkillo que explica los colores estos. riñones al jerez se llama.
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