martes, 17 de junio de 2014

Diálogo

- Hola.
- Hola, a ver cuéntame.
- No, pues nada, que por esas cosas que tiene la programación televisiva, da la casualidad de que he visto en poco tiempo creo que tres películas en las que eras la protagonista o, como siempre, la chica que acompaña al protagonista.
- Toma ya.
- Si. En una eras una chica de la que se enamoraba Matt Damon, pero de la que no debía enamorarse. En otra, la última, eras la madre de un niño que en el futuro iba a ser nosequé. Y hay otra en medio que ahora mismo se me ha ido de la cabeza, pero eso, que eran tres. No conocía tu nombre. Tu cara me sonaba, pero el nombre no me venía.
- Me llamo Emily Blunt.
- Si. Ya lo sé. Lo sé. Blunt. Como el Blunt ese de la canción empalagosísima aquella, James Blunt. Qué rollo de canción y qué carrera tan de arrastrarse por el fango de ese muchacho. De ser un one hit wonder a ir probando y probando y probando. Qué lástima.
- Es que la gente... oye y que igual tú no lo sabes, pero hay gente a la que le gusta y le sigue y el muchacho tiene un porvenir.
- Pues será así, claro. La verdad es que si le siguen dando alas, es porque alguien le hará caso, claro.
- Es lo que hay. Que uno no lo siga, no significa que no exista. Es lo que tiene estar metido ahora mismo en esto de las redes sociales y tal. Estás tan metido en escuchar a gente que te mola y que piensa como tú, que crees que no hay nada ahí fuera. Y claro que lo hay.
- Si. Claro. Después de tanto tiempo escuchando y leyendo a gente a la que no tienes ninguna intención de seguir, te ofrecen la posibilidad de escoger tú lo que quieres que sea tu mundo y te encierras en una burbuja de autosatisfacción un tanto engañosa. Piensas que vas a hacer la revolución mañana y cuando convocas sólo tienes en la puerta a unos cuantos, pero no a todos los susceptibles.
- Ya. Bueno. ¿Vas a tardar mucho en hablar de Podemos? Es que a esta hora me echo una siestecita marranera y así que si tu vas hablando yo me quedo así traspuestilla y ya...
- Oh. Nada. No. No sé. Es que es el tema. Todo el mundo habla o si no, ya hablo yo. Podemos. No sé. Es un fenómeno curioso del que supongo que ya habré dicho todas las teorías que se me ocurren por aquí, pero es que cada día sale una cosa nueva que origina más debate.
- Está la cosa movidita, sí. Vosotros lo tenéis mal ¿no?
- Hombre, nosotros... es que no sé qué decirte. En principio no tendría porqué, pero parece que la intención es que sea que sí. Y jode. Es decir, que dices... hombre, si gente que nunca ha escuchado la voz de la idea, consigue acercarse a algo que se parece tanto a lo nuestro y que resulta que juntos podríamos... pero ves que no, que lo que se pretende es ir a degüello porque nosotros somos y ellos son y aquellos parecen y tal... es como muy así.
- Bueno, pero es que vosotros os habéis quedado un poco ahí estancaos ¿no?
- Yo que sé. Yo creo que no. Pero igual hay gente... es que hay gente como muy extraña, o que muy extrañamente (por expresarme mejor), aparece ahora en un bando antisistema cuando por trayectoria no parecería que... y ahí los tienes, descubriendo en público que ellos quieren también aire fresco y revolución. Pero sin nosotros, claro. Ahora si, pero cuando pedíamos nosotros algo... ni caso.
- Yo es que cada vez que os oigo hablar así de vuestros líos y tal, la verdad es que paso bastante de todo. Es como que os ocupáis demasiado de cosas que no tienen importancia.
- Ya... no la tienen. Pero la tienen. Es que la tienen.
- Yo que sé.
- Y esa especie de cosa de lo nuevo y lo viejo. Me da miedo. Lo nuevo no es nunca tan nuevo. Lo viejo a lo mejor no ha sido usado nunca. O igual tienen razón. No lo sé. Pero a mí me sabe a humo. Y lo siento.
- Bueno...
- Te estás quedando ahí medio medio. Oye una cosa, ¿tú que edad tienes? ¿lo miro o me lo dices?
- Míralo.
- Del 83... eso son 31 años. Ah, qué joven.
- Qué cosas. Eres un abuelo. Con 39 y te crees que todo el mundo es joven por debajo de ti.
- Ea.
- Oye, y tanto hablar del espacio inabarcable de lo político y social... tú de curro ¿qué?
- Hombre, pues es el tema peludo. Yo hablo mucho de todo, pero de eso es que prefiero no hablar. Bueno, que hablo y eso, pero que preferiría... no...
- Por qué. Se te ha acabado ya la excusa, claro. Es decir, que ya no sabes que contar. ¿no?
- Ya, tú sabes mucho. En fin, que eso. Que no hay nada que hacer.
- Eso, escurre el bulto, que va todo estupendamente.
- Bueno, que ya.
- Ya.
- Mira, se ha nublado y todo.
- Va, si, dejémoslo ya. Venga, pues hasta otro rato.
- Joder, qué bajón.
- Va, adeu.
- Deu.

1 comentario:

  1. Por Dios y por la Virgen, no me diga que no le gustaría vivir en esa casa en vez de en uno de esos apartamentos feos a los que parece que estemos destinados la Humanidad, y eso, los que tienen suerte.
    No tengo ni idea de quién es esa chica. Pero veo, que a usted no le hace falta nadie para entrevistar a quién haga falta.

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