La noche del cazador es una película de esas que crees que has visto o que has creído ver o que deberías haber visto o que das por vistas y que si no has visto y tienes que reconocer que no has visto, ay. Así que cuando hablas con alguien y después de los cuatro tópicos no sabes por dónde tirar, te sientes en la obligación de verla, por lo menos para que no te vuelva a pasar.
Y la ves. Y la ves en inglés, porque no has tenido narices de encontrar la película al menos con subtítulos, así que a la hora de titular esta crítica lo haces en inglés porque es en inglés como la has visto. Sin subtítulos. Después de esto queda comentar que mi nivel de inglés es de los que en los CV nos atrevemos a calificar de medio-alto, lo que significa que de vez en cuando y a la quinta escucha puedo enterarme de las letras de según que canciones de los Ramones.
La noche del cazador es una película de culto. La única película que dirigió Charles Laughon, un actor inglés nacionalizado norteamericano al que recordarán de películas como Espartaco, por ejemplo, y otras. Es un actor así como regordete, que ya era mayor cuando... bueno. Es su única película detrás de la cámara y no participa como actor.
Veamos. Un pueblo del Sur de los Estados Unidos. Un día, el padre de familia vuelve a casa acalorado porque ha robado en algún sitio que no entendí. Lleva un fajo de billetes gordos y se los da a su hijo. Acto seguido la policía llega y le detiene. Le pide al hijo que esconda el dinero. Lo esconden en una muñeca de su hermanita pequeña. El padre va a la cárcel. Acto seguido aparece el reverendo.
Robert Mitchum. No sé si habré visto muchas películas de Robert Mitchum, pero después de ver esta, no sé si voy a poder ser ecuánime. No se puede hacer mejor. No he visto 'El fuego y la palabra', donde Burt Lancaster da vida a un predicador también fulero. Aquí Mitchum da vida a un pirado, directamente. Este pirado vaga por los pueblos y acaba con sus huesos en la cárcel donde coincide con el padre de marras que, en sueños, habla del dinero y del robo y de dónde está el dinero. El predicador, al salir de la cárcel va al pueblo con la intención de llevarse la pasta. Así que se casa con la viuda e intenta sonsacar a los hijos sobre el paradero del dinero.
Y esa es toda la película. Es cierto que es como un cuento. Mitchum, el predicador, es como un lobo. El lobo malo de los cuentos que viene a tu casa a quitarte a tu madre, a tu hermana, al dinero. En sus manos, en los dedos lleva tatuadas las palabras love y hate, amor y odio, y cuenta la historia de cómo el amor y el odio luchan... muy al final, hay una escena en la que vuelve a contar la historia y la gran Lillian Gish le dice 'calla ya...'. Es malo, está loco, lleva una navaja en el bolsillo con la que mata a la gente cuando siente que Dios le dice que tiene que armarla. Todo esto me lo imagino, porque muchas cosas de las que dicen no las entiendo. Pero va por ahí.
La mujer, también grande Shella Winters, una vez que ya tiene un hombre en la casa, quiere cohabitar y Mitchum le corta el rollo. Dios nosequé, la mujer nosequé... la mujer acaba palmando y entonces aparece una imagen tremenda, la de la mujer muerta en el agua. Una auténtica barbaridad de secuencia. El coche en el río, el pelo de la mujer, las plantas acuáticas, tremenda imagen. Qué miedo.
Los niños escapan del lobo, se van por el río, con la muñeca. El lobo es implacable y no descansa. Al final acaban llegando a la casa de una anciana que acoge chavalitos. Estamos en los años del hambre en los Estados Unidos y muchos niños vagan por ahí.
El lobo les encuentra.
Peliculón. Y en inglés. Quizás con los subtítulos hubiera sido diferente, mucho mejor, claro, pero así (vaya excusa) te fijas más en las imágenes. Exacto. El expresionismo alemán. Díganlo por ahí cuando hablen de la película que yo también lo he visto luego escrito en otras partes. Las sombras, las caras, Mitchum con el brazo alzado mirando hacia la nada. Mitchum gritando y chillando, cantando y haciendo como que llora, como que está apenado y está loco.
Qué papelazo el de Mitchum, qué grande. Cantando un himno de esos religiosos que pueden ser reconfortantes o te pueden cagar vivo.
Es como un cuento. Es verdad. El punto de partida, la huida, llegar a algún sitio donde estemos seguros, que la anciana buena y sabia nos proteja, que al final todos estemos bien. Que el lobo se muera, que el lobo no aparezca.
Ya la he visto y seguro que me dejo muchas cosas por contar. Como siempre.
En la uni un profe hablaba con gran entusiasmo de ella. Creo que la vi hace mil años, y sólo recuerdo lo de amor y odio. Ahora me han dado ganas de verla de nuevo. La buscaré.
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