lunes, 5 de diciembre de 2016
Karpov
Ya puede mirar lo que quiera, pero te digo que después de una como esta ya no te levantas. Lo tenía todo, pero todo, para ganar y al final le han dado el revolcón. No digo yo que fuera fácil, porque lo que tenía delante era de asustar, pero no sé, me da la impresión de que después de un tortón como este, ya llevas encima el estigma de la derrota y a ver cómo te lo quitas. Lo tenía todo en la mano, tenía ventaja y encima al rival ofuscado. Mira ahora qué mirada tiene, la mirada perdida. Este no levanta cabeza ya. Todo el mundo diciendo que te ibas a pelar al noruego, que lo tenías a tiro, que el noruego estaba hecho una furia, que se le había ido un poco la pelota... y al mismo tiempo, no sé, ese fatalismo nuestro de siempre, esa especie de pánico a que al final vaya mal, que al final no seremos capaces de aguantar la presión. No sé, es una reflexión que creo que me viene de mis tiempos. De cuando yo era el Gélido Tolya y tenía esa fama de jugador duro, frío, consistente... pero al final venía el otro y me daba para el pelo. Sistemáticamente. Y una vez que te daba la primera vez, ya no me volvía a recuperar. Que tenía cara de perdedor. Exactamente eso. Perder. Cara de perder. Le miro, y me veo un poco reflejado. Es lo que tiene hacerse mayor también, que nos gusta contar las cosas de cuando nuestro tiempo... de cuando yo... yo... esto ya me ha pasado a mí antes. Y me da rabia hablar así, pero es que esto tiene toda la pinta de prolongarse en el tiempo. De que va a perder una y otra vez. De que lo ha tenido ahí, y que ya nunca más lo tendrá ahí como lo ha tenido. Y aunque lo vuelva a tener ahí, no lo conseguirá. Es triste pensar así. Podría decir que lo que necesita es tiempo, que necesita reformular, seguir intentándolo, pero la verdad es que no lo veo. Quizás tendría su oportunidad si el noruego tuviera una ventolera un día y dijera de dedicarse a la cucamona, pero ya no sería lo mismo de ninguna manera. Sería ya una especie de sucedáneo. Has ganado porque el otro no está, pero cuando le tuviste ahí para ganarle, para ser tú el ganador, no has sido capaz. Mírale, con esa cara de no levantar cabeza nunca más. Yo no sé, pero es que le veo y me siento tan indentificado. Ahora qué va a ser de él. Recuerdo los artículos, las noticias que decían que le había mandado a la lona, que le había dado caña, que lo iba a poner en su sitio. Y como esos mismos artículos ya pronosticaban que se podía dar la torta de su vida de la misma manera que había alcanzado una pequeña porción de cielo. Y así ha sido. Los rusos. Ese fatalismo. Esa sensación de que va a ir mal. De que no lo vamos a arreglar. De que está preparado todo para perder. No sé. De verdad que le veo y... bueno, al final a mí con la broma tampoco me ha ido tan mal, claro, pero siempre estará el otro, y a él le ha tocado el noruego. Qué vida. ¿No vas a sacar nada de picar o algo? Al menos, comer un algo para seguir regando el tarro y seguir produciendo estas ideas tan...
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Hombre, el viejo amigo Karpov!
ResponderEliminarCon que era el gélido Tolya... qué guasón es ud.