domingo, 29 de marzo de 2020

Confinamiento #13

Pedro Sánchez tiene un dispositivo desde casa desde el que nos vigila y sabe perfectamente qué es lo que nos puede joder más. Pablo Iglesias, en su chalet, tiene todo un ejército de monos adiestrados que van proponiendo cosas al tuntún a ver la que sale bien. Donald Trump me envía un mensaje cada mañana y me pregunta cómo va la cosa, que cómo lo veo yo. Quin Torra, el Molt Honorable President, me ha pedido por favor que necesita que le diga que lo está haciendo bien, que lo que él propuso es lo que se tenía que haber hecho. Alguien está mandándome señales desde algún lugar y entiendo precisa y claramente estas señales porque a mí los malditos burócratas no me van a decir qué es lo que pasa o lo que deja de pasar. Malditos burócratas, no me cogeréis vivo.
Estamos preparados para dos semanas más. Soldados de Yolanda Díaz, que se ha mercado unas gafas como las que llevaba mi madre en los setenta y nos va comunicando que todos para casa y que las cosas van como tienen que ir. Los americanos, los alemanes, la virgen santa, los rusos, los suecos que están como a su puta bola, los italianos, todos los países del mundo están unidos en una sola causa. ¿Cómo es la cancioncita esa? La del pájaro aquel que tocó delante del Papa. La de saber que se puede, querer que se pueda. Menuda mierda de canción y menuda mierda de vídeo y menuda mierda todo esto de recuperar esa canción que no puede ser más de centro derecha.
¿Sí? ¿Seguro? Pongo la TV3 para ver las noticias y me ponen unas canciones de esas de grupos charangueros que tienen exactamente el mismo mensaje. Sonríe, todos juntos, esperanza, irá bien.
Que sí, que no voy a ser cenizo con la mañana tan guapa que ha hecho, pero oiga, a mí no me la van a dar con sus mensajes y sus textos cifrados y sus tweets donde lo descifran todo. Yo tengo mi verdad.
Mi verdad es esta.
Dos puntos.
Tengo todo el poder de mi mente concentrado en saber en qué momento esto va a dar un giro inesperado y ver en qué momento nos vamos a quedar como un poco con la boca abierta. A ver en qué momento, todo se va a poner patas arriba y como en todo, lo que hoy nos parecía indignante e imposible mañana nos lo comeremos con patatas y pensaremos, la subvención aquella de la UE, dónde está. Y no me pondré ahora a cantar desde la terraza las bondades de la Unión Europea, pero cuando nos den una patada en el culo y naveguemos por el espacio sideral... ay la subvención y el programa de ayudas y todo aquello. A cambio de convertirnos en una mierda, claro. Pero ole.
Es que estoy oyendo y ole. La música, el dvd, la perra. Nos vamos a ir todos, el Abel, el Mario, el Edu y nos vamos a poner pero bien.
Ayer empezamos a ver Freud. De primeras no queríamos y luego quisimos. Cinco episodios de golpe. Lo mejor de todo es que la serie es austriaca y es en alemán. Y todos los apellidos son austriacos y húngaros. Kiss, por ejemplo. Ahora no recuerdo ninguno más. Pero los apellidos austriacos son tan literarios.
Los apellidos austriacos con tan literarios.
La serie mola y te tiene ahí. Ya nos tocaba ver alguna serie que molara también. Como todo el mundo que ve cosas que molan y come cosas guapas. Nosotros hoy hemos comido en la terraza. Bistec, pimientos, alcachofas (not me). Y vino. Y gintonics. Al final verás.
El confinamiento se alarga quince días más y los que trabajaban presencialmente parece que se volverán para su casa, siempre que no trabajen en sectores de primera necesidad. Tengo una pregunta, lo de Amancio Ortega y que sea el próximo Duce ¿es en serio? Guardiola, Amancio Ortega, a cada uno lo que necesita, naturalmente.
Y aquí estamos, tranquilos, contentos, todo va viento en popa, salvo esos absurdos del Ajuntament de Barcelona que no dejan de enviarnos 'sin hogar' hacia aquí. Es que no puede ser.
Oye, que es domingo por la tarde y no nos queremos enfadar con nadie.
Y sobre todo, no queremos dar pistas al FBI.
Y lo de ayer del directo no tengo ni puñetera idea de cómo fue, pero ya está hecho, otra muesca más en el revolver.
La música, a por la música sin piedad, siempre.
Estamos contentos. Qué coño.

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