lunes, 23 de marzo de 2020

Confinamiento #8

Esta madrugada, como a las cuatro y algo, la lluvia me ha despertado. Y al despertarme he sentido un dolor profundo en el cuello, entre el cuello y el hombro, en clavícula o el omoplato o como mierdas se llame. En el lado derecho. Un dolor que me ha tenido dando vueltas toda la noche como un muñeco rígido. Y todo el día sin poder girar la cabeza. Los nervios, las malas posturas, no movernos. Jodido.
Un día más. Hoy como novedad frente al constante uso de pantallas y móviles, me han cazado a lazo para barnizar unos cajones que llevan en mi casa desde que mis padres vinieron a vivir por primera vez a este piso. Unos muebles que lo de antiguo o vintage ya hace tiempo que no les hace ni gracia escucharlo. Pues ahí hemos estado echando la tarde, con los barnices y el pincel. Ni siquiera he tenido que sacar la mano del bolsillo. Me he acordado de mi padre que tampoco se sacaba la mano del bolsillo cuando estaba haciendo algo que, pse. Bueno, pintando también se metía la mano en el bolsillo. Luego nos hemos puesto de queso y una botella de vino para rematar el día.
Y para acabar el programa Crims de Tv3.
Hoy no ha habido ruedas de prensa ni comparecencias ni nada por el estilo. Así que hoy nos ahorraremos lo del politiqueo. No sé porqué a la gente le aburre el politiqueo, o le cansa, o no le entusiasma especialmente. En estos días. El politiqueo es mucho más interesante en estas situaciones justamente cuando pareciera que deberíamos eliminarlo de nuestras vidas pero, inevitablemente, se cuela por las rendijas y nos hace soltar exabruptos, recriminar, sospechar, crear infundios, maldecir, incluso desear la muerte. No yo, pero hoy he visto el vídeo del pavo que amenaza a Iceta como si estuviera anunciando la mani de la Diada y no sé. Qué puto mundo.
No hablaremos más de política.
He bajado a echar la basura hoy. Por la tarde, cuando ya estaba listo de barnizar. Justo cuando comenzaban los aplausos. Desde ayer, hay un grupo de chavales que gritan Alá es grande cuando acaban. Y otros chavales de pisos de al lado, les responden que Alá es grande. He escuchado música en otro piso. Un disco. Te voy a querer hasta morir, cantaban.
Llevo unos días con una sensación extraña. Algo en todo esto se nos escapa. Como que nos está viniendo una fatalidad que no es exagerada en el número de víctimas pero sí muy dolorosa, oscura, como una pequeña nube que nos va tocando sin acabar de creernos que esto cuesta vidas. Que esto va en serio. Y va en serio. Algo se nos está escapando o se nos ha escapado ya. No quiero ponerme cenizo y no es consecuencia de los encierros, ni de estar en casa sin hacer nada, o por el influjo de las pantallas. Pero es algo que me tiene preocupado. Como que esto no lo controlamos. Que estamos al albur de los acontecimientos y que no nos lo acabamos de creer. Esa sensación de la película que ya he comentado alguna vez. Una película en la que somos nosotros los que hacemos de figurantes y protagonistas.
Hoy han bajado los mensajes en los grupos de wasap. Los vídeos ya directamente los borro. Hoy ya no había tantas bromas o memes. Ni siquiera discusiones. Espero que no, pero nos vamos dando cuenta de que esto es algo que va más allá de estar en casa y mirar pelis y comentar que vamos a serie por día.
Tenemos información y no sabemos nada. Pendientes del teléfono. En cuanto le quitas el sonido, llega la llamada. Es matemático.
Hoy he mirado si coger va con g o con j. Ayer miré otra cosa también ortográfica.
Estoy perdiendo facultades. No se me ocurre cómo escribir o cómo describir lo que pasa. Yo antes esto lo hacía más fácil, me salía mejor.
O no era protagonista de la película, o figurante activo. No me acuerdo.

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