jueves, 2 de julio de 2020

Schrieben

Una nueva historia de Danuta Wolinska:
'El oficio de periodista me permitía conocer a personas de lo más variopintas. Sin embargo, escribir ficción me permitía sumergirme en mundos que desconocía por completo. Una de mis novelas preferidas siempre había sido '20 mil leguas de viaje submarino.' En general, me gustaba mucho todo lo de Julio Verne y de pequeña devoraba sus libros con fruición. Cuando escribí mi primera novela, no pude evitar tener como referencia aquellas novelas y a partir de ahí, mucha de mi producción novelística tiene que ver con los homenajes a las novelas de aventuras y de ciencia ficción que poblaron mi infancia. Lo curioso es que casi todas esas novelas no eran demasiado exitosas, aunque en ellas ponía yo lo mejor de mi sabiduría. Eran otras novelas, las que tenían que ver precisamente con hechos cotidianos novelados, las novelas que aprovechaban mi trabajo periodístico, las que me daban fama.
Una vez, la revista Schrieben me envió a Indonesia a realizar un reportaje sobre una monja berlinesa que había fundado una misión a 300 kilómetros de Yakarta, la hermana Maria. Sobre lo que viví allí hice un reportaje y me inspiró para una novela. Pensé que la ambientación indonesia, lo exótico y lo lejano, combinarían de manera excelente con el carácter de reportaje. A veces me imaginaba que era como esos periodistas con chalecos con muchos bolsillos que viajaban por el mundo y contaban en sus libros qué pasaba ahí fuera. Escribí el libro, protagonizado por la hermana Maria a la que cambié el nombre y llamé Maya y algo ocurrió. Durante un tiempo me volví loca.
Algo había pasado que no paraba de pensar en aquellas tierras, llené mi casa con motivos de aquel país, solo seis meses después estaba escribiendo otro libro ambientado en Indonesia. En esta ocasión, metía a mi protagonista, la hermana Maya, en toda una serie de aventuras en las que ella se enfrentaba con malvados potentados y multinacinales. La hermana Maya terminó protagonizando siete libros, que se vendieron estupendamente y a mí me consumieron. Durante unos años, viví como una nativa indonesia. Durante unos años, solo pensaba en esa lluvia que parece abarcarlo todo, en esas caras sonrientes, en el horror que podía desancadenarse en el momento más inesperado. Indonesia se metió en mi corazón y en mi cabeza. La hermana Maya protagonizó el último libro en el cual encontraba el amor en la persona de un antiguo alumno de su escuela que, ya adulto, se declaraba ante ella y ella no se podía resistir.
Fue un final absurdo, manido, tonto. Impropio de mi forma de pensar y de vivir. Yo, que me creía una mujer libre, ponía punto final a una historia palpitante de la manera más simple.
Pero también me sirvió para olvidarme de Indonesia. Indonesia, tan verde, tan linda.

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