lunes, 31 de agosto de 2020

Quince días de Agosto. Vilches, Cádiz y Vilches siempre.


Son muchos días y no sabe uno qué contar sin que suene a lo mismo que ya contaste antes de irte. Lo vivido durante los días en el pueblo ha sido más o menos lo que esperábamos antes de ir y las cosas que tiene uno que contar se parecen a lo que ya suponíamos. Por lo que ha costado contar algo que no suene a la misma canción y con los mismos protagonistas. Han habido cosas nuevas, han habido cosas bonitas, han habido experiencias que se tienen que repetir, pero en general y, supongo, en algún momento se me ha notado algo más de lo necesario, todo ha sido raro, diferente, distinto, no lo sé. 

Vilches. No íbamos a hacer nada en verano porque no se podía, porque todo está mal y al final han sido unas vacaciones de aquellas de ovación y vuelta al ruedo. No preguntes porqué, pregúntate hasta cuándo vas a poder hacerlo y disfruta mientras puedas. Vilches otra vez. Por una vez no entramos al pueblo desde el lugar que lo hacemos siempre y no hicimos lo de... no lo contaré más veces. Vamos a comer con mis primos y mis titos a Linares y empieza a preguntarse uno a quién se parece más o quién se le parece más, su primo Jesús o su prima Ana. Al tito Antonio ya está claro que sí y hace tiempo de eso. Comemos y sin solución de continuidad nos vamos a Vilches y antes de nada vamos al cementerio a ver a mi padre, o el lugar donde está la urna y vemos la lápida y tiene las letras más grandes que la mayoría de las lápidas y no hay diferencia entre el nombre y lo de Els Coloristes y no deja sitio para que las flores se puedan poner y ya está. Y yo pensaba que estaría mirando a Jarabancil y no y es porque desde diciembre ha dado tiempo a construir algo enfrente y le tapa la visión. Y nos vamos y subiremos alguna vez más. Vilches. Volver a Vilches sin mi padre. Para mí extraño, raro, mal. Para mi madre no me lo puedo imaginar. No sé si ayudo demasiado a hacer las cosas fáciles en esos momentos, pero no sé hacer las cosas de otra manera. Intentamos hacer lo mismo de siempre, yo puedo, mi madre no tanto. Pero cada uno a su ritmo. Los primeros días los pasamos la compañera Alba y yo intentando ver a la mayor cantidad de gente posible, sin estresarnos e incluso se nos ocurre ir a Cazorla un día. Ya llegaremos. He visto a mi prima Juani, que vino un día a casa, el segundo día ya. Mi prima Juli estaba fuera. No sé cómo hacerlo para que no perdamos la ocasión de vernos cuando vayamos, pero es difícil coincidir. Mi prima Juani genial como siempre. Qué pena, como siempre, que viva tan lejos. Vemos a la Rocío, pero la vemos muy poco, un día solo. El resto de los días por h o por b no coincidimos. Vemos a Jordi y a Amanda ya el día que se van. Vamos a los bares, vamos al Baesucci, el antiguo Brillante. 

En Vilches los bares tienen diferentes nombres. El suyo, el oficioso y por el que lo conozcas tú. El Baesucci es el único bar que nos queda en la Estación y, de manera insospechada, se ha vuelto a poner de moda. Hay movimiento. Hay gente, hay mesas llenas, hay bombillas de colores, hay una bandera lgtbi hecha de bombillas, se está bien y da para recuperar algo de orgullo de barrio. Los chavalitos vuelven a bajar a la Renfe para hacer sus cosas. Como en los viejos tiempos. Ya no hay que subir para todo, ya podemos decir eso de bajaros al Baesucci. Y la gente se baja. Tanto tiempo esperando y al final hemos ganado. En mi barrio no pasa nada. Este año ni siquiera me he acercado a mirar pasar los trenes, solo un día fui a ver la estación pero por la parte del muelle y volver por el Barrio Colorado. Y pasar por la casa de la tita Josefa. Un día, la tita Luisi nos dio las llaves de la casa para que fuéramos a coger higos y fuimos a coger higos. Yo no cogí nada. Alba los cogió. Yo casi ni entro porque me asustaron los perros. Los perros estaban más asustados que yo. Al final los acaricié y me dieron mucha pena. Este año todo era un poco así. Cómo iba a ser de otra manera. No volvimos a coger higos. No nos dio tiempo. Hemos estado mucho con Marina, como siempre, que es una alegría infinita verla tirando para delante y plantando cara a la adversidad y a los adversos, sobre todo a esos, con toda la caña posible. Sin ver a Marina esos días ya no sabríamos a qué vamos al pueblo. No ha habido fiestas, no hubo día 15 pero hubo día 15. Eso luego. Los bares, bares que cada vez son menos y que cada vez son mejores. Ya no está el Casino y el Rafi, el Cruce o el Millonario o el 4 Caminos que son el mismo bar, cerró antes de la fiesta y que no fue fiesta y ya no pudimos volver y creo que hemos ido a todos los bares este año pero es porque han habido menos bares que otros años. Era fácil. Era fácil y era raro. Hemos ido a todos los bares y en todos los bares hay una historia. Este le gustaba a mi padre, aquí no venía mi padre, este era su bar preferido. Hemos tenido días de todo, días de mucho calor días de fresquito insospechado, nos ha llovido, hemos ido a Cazorla. Luego digo lo de Cazorla. Nos hemos reído de lo de los paraguas en la plaza, nos hemos reído de lo del robo de la Virgen el 13 por la noche o ya no me acuerdo cuando, nos ha alarmado el ingente número de peña con mascarilla y bandera española, mucha gente, pero qué mierda es esta tanta gente. Aquí no hay ni la mitad, ni un cuarto, ni una décima parte de frikis con la estelada, y en cambio allí cantidad de tropa con la estanquera. Por qué. Se me ocurren respuestas pero no las puedo argumentar como se merecen. Y hemos ido a Bailén, cómo no, a ver a la tita Antoñita y al nuevo proyecto, el Eloy, muy gracioso, muy bonico y estuvimos con mis primos y todo como siempre. Y vimos también al tito Martín, otro día, en casa, que nos dijo cosas de Cádiz. Hay que contar lo de Cádiz aquí o en otro sitio. 

He dicho que fuimos a Cazorla. No hemos visto a las sevillanas. La Isabelita, ni la Marijose. El tema del virus. No ha venido mucha gente al pueblo pero hemos ido unos pocos. Hemos visto a mis primos de Mollet, hemos visto a más gente, pero es cierto que había menos gente. Hubo un día que, sentados en el Baesucci, nos fumigó un tractor dos o tres veces. No sabíamos si darnos besos o codos o puños y hemos alternado besos codos y puños. Hemos visto a gente que es de lo que se trataba, de ver a la gente, de no perder el contacto en un año tan chungo y de estar ahí y de seguir bebiendo botellines a cara de perro. Y hemos ido el día 15 al Chumi a comer y todo y luego más cosas y eso luego. Antes voy a contar lo de Cazorla. Ir a Cazorla es un reto. Para mí. Cazorla, llevar a alguien que no es de aquí a Cazorla y yo no sé nada de Cazorla porque no he ido a Cazorla y la vez que fui por última vez fue hace mil doscientos años. Y ahí que fuimos y fuimos al pueblo de Cazorla un día fresquito que había llovido y yo llevé el coche y no había casi tráfico y desayunamos en Cazorla y luego fuimos a ver qué y vimos la ruta esa que pasa por debajo de la iglesia y ya nos dijo Marina de una ruta y creo que fue la que hicimos y nos pusimos a caminar por un camino y estaba el río Cerezuelo y nos metimos en una poza que estaba helada y fue un camino muy interesante y vimos a un montón de gente por la ruta y muchos eran catalanes supongo. Y luego en Cazorla estuvimos en un sitio de tapas buenísimo y vimos a mucho turista nacional con su bandera nacional y alguno con su bandera de la legión y quisimos ir a comer y perdimos el tiempo y fuimos a un sitio que meh. Y nos volvimos a casa. No, fuimos antes a La Iruela, que está como por encima de Cazorla y está alto y tiene una vistas acojonantes y fuimos a tomarnos un café a un sitio y una familia discutía sobre quién iba a pagar. 

No es habitual que vengan amigos al pueblo. Es broma. Viene mucha gente a mi pueblo, lo vendemos muy bien. Sí, es mi pueblo. No soy de Vilches. Soy catalán de Santa Coloma. Mi pueblo es Vilches. Han venido amigos al pueblo y han venido con mi hermano. Vino la Estefi y el Jonatan. Y luego vinieron el Edu y la Rosi. Y nos fuimos a Cádiz. Y no sé si contar lo de Cádiz aqui y ya lo rematamos. Cuando vienen amigos al pueblo ya vienen sobre aviso. Mi pueblo no tiene nada, tiene bares, se está bien, nosotros nos lo pasamos muy bien. Pero tú igual no, y esperas otra cosa. Luego ves que con estar ya está bien, y te ríes, y la gente es genial. Y los compañeros y compañeras te lo hacen pasar genial. Y no hace tanto calor como dicen. Y la cerveza qué fresquita. Y ese día quince que fuimos al Chumi a comer y comimos tanto que nos pudimos beber luego el agua de los floreros. Con mi madre. Que se apuntó a ese bombardeo y a más si hubiera habido. Y hemos ido al Porrosillo y hemos ido a Arquillos y hemos comprado pericones como para una boda. Y yo he salido a andar dos o tres días por la ruta del paseo marítimo y he llegado hasta la zorrera, que no es tampoco para fliparse, pero ahí está. Y hemos ido un día con el Jon a dar la vuelta al Mortero. Y qué vistas y qué todo. Y esta vista la tiene mi padre en un cuadro. Y aquí vinimos cuando trajimos a mi padre. Ahora no se puede pasar.

Y nos fuimos a Cádiz. A Cádiz Cádiz. Si hay que ir a algún otro sitio que sea a Cádiz. Escuchando las noticias. Contagios, mal rollo, guardando las distancias. Las mesas, los codos, las playas. Cádiz es el lugar donde tienes que ir. Sin ser muy prejuicioso. Y si lo eres qué haces en Cádiz. El día de antes de ir a Cádiz me dieron ardores. El mejor momento. Mal. Mal rollo. Visitar otra vez la playa de la Caleta, darte tu bañito mientras el común está allí a sus cosas, la arena dura, la playa pequeñita, no da mucho por el saco, estaba al lado del apartamento. Cada uno que haga lo que quiera. En Cádiz en los sitios que nos dijeron que hay que ir a Cádiz y a algunos fuimos y a otros no supimos ir. O no pudimos ir. Y callejeamos por las mismas calles y fuimos a los mismos sitios y fuimos al bar con las fotos chulas y la música que era molona y al de las cabezas de los toros y posters de los toros y fuimos al mercado y comimos y cenamos en el mercado y nos pusimos como toni curtis allí y uno con ese dolor de barriga me cago en la santa madre iglesia. Y fuimos a Conil con la tropa y pasamos por el mercado de Chiclana y nos volvimos para Vilches con el tito Manolo pero le dejamos en Sevilla porque con el tito Manolo sabes cómo empiezas y no sabes cómo acabas. No sabes tampoco cómo empiezas. Y antes nos fuimos a dar un bañito en el Palmar y hemos hecho casi todas las cosas y las hemos hecho con buen rollo y en buena compañía y habrá que hacerlas de nuevo el año que viene y si hay que meter a más gente en el embolado pues se mete, que ya hemos visto que hay recorrido. 

Y nos volvimos a Vilches y lo de Cádiz me ha quedado corto de contar y no he dicho que es la primera vez que me iba de vacaciones con mi hermano, no al pueblo, a otro sitio. Qué cosas a la vejez. Vejer, ahí tenemos que ir. Aunque teniendo la piscinilla y el altavoz ese con el que escuchar Califato mientras te mojas en la charquilla, pues ni tan mal. Con tu latilla de Mahou, o de Skol. Somos tan vintage. 

Y nos volvimos a Vilches y el último día compramos cosas y comimos más y no pudimos salir porque estaba la cosa así como fea con un bando y todo. Y se vino la Marina y ya lo rematamos con un vino espumoso dulce de Valencia que es como tienen que acabarse las cosas que han ido de puta madre y los días de puta madre, con un buen bajonazo de vino espumoso dulce de Valencia para que te acuerdes de las cosas de antes y no de la despedida. 

Y nos fuimos de Vilches y dejamos a mi madre allí y a mi hermano en Cádiz. Todos bien. Y las vacaciones no acaban, veranos como los de los Beach Boys. Y el recuerdo del Paquito Lagarto el último día cuando fuimos a la Callejuela y el señor con la mascarilla de la Guardia Civil nos dijo que ahí creció mi padre, Paquito Lagarto. Y para qué vas a discutir con nadie si mi padre no era Lagarto. Si hasta los del Aljarafe le llamaban Paquito Lagarto y él no era Lagarto. Y el año que viene habrá que volver aunque sea para discutir con alguien y decirle, cipote, qué lagarto ni qué lagarto, que era Chispico, hijo del Chispico, Antonio. La virgen.  

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