martes, 15 de septiembre de 2020
El Twitter
Es cierto. Estoy enganchado a Twitter. Me levanto por las mañanas muy temprano, o temprano a secas, voy al lavabo porque soy una persona mayor que tiene que ir al lavabo antes de levantarse y miro cosas y miro twitter y mirando twitter me puedo pasar un cuarto de hora con la cabeza apoyada en la pica de las manos y cayéndome de sueño. Pero tengo que mirarlo. Tengo que verlo. Intereses. Política, música, fútbol, tontunas, no sé si se me escapa alguna cosa. En política incluyo el ámbito local. Sigo a mucha gente, soy de los que siguen más gente de los que me siguen a mí. Sigo a gente que piensa como yo y a gente que no piensa como yo y que comparte cosas que me dan ganas de escribir cosas y no. No. Me pongo, se me ocurren respuestas a cosas que me repugnan y no contesto. Cuando contesto, la respuesta no suele ser brillante. Sigo a gente brillante. Sigo a gente que hace comentarios y da respuestas brillantes. A muchas de ellas no las conozco porque no ponen su verdadero nombre. Yo tampoco lo pongo aunque desde hace algún tiempo pongo mi apellido. Se supone que tengo una excusa para estar enganchado a twitter principalmente 'y es que por temas de curro' lo tengo que ir mirando por si tengo que compartir cosas. Y conozco a gente que es peor que yo. Reconozco que en reuniones sociales miro el twitter casi como un zombi, pero no me acabo de desconectar del todo de la vida y de la gente para mirar el móvil. Conozco a gente que es peor que yo. Yo estoy muy mal. Sigo a gente que me cae bien y sigo a gente que no me cae bien o sigo a gente que me cae terriblemente peor desde que les sigo en twitter y muchos días me los paso repitiendo que les voy a contestar o que voy a poner un tweet que se va a cagar pero para qué se va a cagar si luego a lo mejor te lo vas a encontrar y yo que sé y si no sería mejor simplemente dejar de seguirlo y ya está, pero entonces se daría cuenta de que le has dejado de seguir y sería como una victoria y me parece más así que sepa que estoy ahí y que me repugna. Todo. Absolutamente. Y acaba cayéndote tan mal que no sé si el puto móvil lo sabe y todas y cada una de las cosas que pone me la tengo que leer porque me sale. Claro, supongo que si me paro mucho encima me sale más. Y si me paro a pensar todas las cosas que le diría, me sale más. El twitter. Me entero de cosas. Comparto tweets, me entero de las efemérides, quién se ha muerto, de quién es el cumpleaños, pongo una canción y comparto el texto del blog. De vez en cuando me enzarzo en alguna discusión. Discusiones con el Tovar de Ciudadanos o con alguien de ERC de Santa Coloma. No suelo ser muy brillante. Comparto tweets que veo que me gustan en los grupos que les corresponden. Política, fútbol, cine, música, tontunas. Leo artículos que descubro en twitter, retuiteo como un loco, ahora le pongo también me gustas solo a las cosas y antes no lo hacía tanto. No entiendo cómo puede haber alguien que esté en el mundo y que no utilice twitter. Que no considere que twitter es estar en el mundo y que no utilizar twitter para todo es como estar muerto. Cuando pongo un tweet luego me paso el día mirando a ver si le han dado muchos me gusta. Comparo con otros tweets de otra gente. Me desespero. Me da dolor de barriga. Me cabrea pensar que dentro de mi grupo hay gente que no tiene twitter o que lo tiene y no tiene espíritu de grupo como si tienen otros. Me pongo nervioso. Me cabreo. Tengo que ir al lavabo. Miro el Twitter. Estoy enganchado.
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Yo nunca le he pillado el punto al twitter. Durante un tiempo lo miraba a veces, por ver noticias de la profesión. Pero es que me parece un gallinero, siempre se acaba liando alguna. Dejé de mirarlo. Bueno, es que ya no tengo tiempo para nada. Tampoco miro apenas el facebook. El instagram sí pero cada vez menos, y subo algo de higos a brevas...
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