martes, 22 de septiembre de 2020

Crucero


Le conocimos durante el crucero por los fiordos aquel que yo no tenía ganas de hacer. Nos dijo que era alemán, que se llamaba Jens y que era un fanático de los fiordos y de todo lo nórdico. Yo inmediatamente lo identifiqué como uno de esos racistas que van de vikingos y de toda esa mierda. Es que ni siquiera eso. Era la persona más tonta que yo me crucé jamás. Ya te digo que yo no soy partidario de pasar frío en verano, pero mi compañera se empeñó, en cambiar, en hacer algo diferente y como los precios estaban tirados, pues mira. Desde el primer día, mal. El crucero era un rollo, la gente era como muy mayor, y muy de ir a hacer cruceros por los fiordos. Es decir, que no. Y aquel Jens era el peor. Nos dijo que estaba casado pero que su mujer ya no le acompañaba a estos viajes. Que era el quinto crucero como ese que hacía pero que había visitado los fiordos por lo menos unas 30 veces. Que durante un tiempo había pensado en irse a vivir a Noruega. Que su padre había estado en Noruega de joven (¿?) y que por eso él se llamaba Jens y que su padre había sido siempre un enamorado de esa parte del mundo y de la cultura nórdica. Nos iba contando todo lo que íbamos viendo, junto con cosas que iba apuntando además, trazos culturales, características de la cultura nórdica, diferencia entre los diferentes pueblos, la evolución de la cultura, todo.

Un día, le comenté que yo era historiador. Fue un día en el que comenzó a relatar los viajes de los vikingos que les llevaron no solo a América sino a dar la vuelta al mundo. Le dije, que yo era historiador y que bueno, que había alguna cosa a discutir sobre el tema. Me dijo que ser historiador no era suficiente, que él era ingeniero y que eso no era suficiente para discutir sobre el trazado de una carretera. Le dije que era historiador especializado en la Edad Media. Me dijo que no era suficiente. Le dije que me había licenciado en la universidad de Gotemburgo y que era profesor allí. Me dijo que nunca lo hubiera dicho y que en todo caso me hubiera tenido que haber identificado antes, que no había dicho nunca nada y que... 

Ya me calentó tanto que le tuve que decir que yo era Odín. Y que parara ya. Se metió en su habitación y no le volvimos a ver. 

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